martes, 10 de mayo de 2022

Rompiendo el Silencio

 Por Armando Franco Senén está con Mercedes Muñoz y 7 personas más

“Es que yo estoy segura que, como yo, muchos esperaron una letra al menos. Y yo no puedo admirar a quien haya decidido el silencio”, me escribió hace un par de noches una usuaria de AM.

En realidad, no le falta razón. Ni a ella ni a otros que a través de las redes o llamadas telefónicas nos reclamaron una explicación sobre lo sucedido con nuestro equipo en la revista Alma Mater. Ya habló un funcionario del PCC, la UPEC y la 1ra Secretaria de la UJC, pero nosotros no.
En cierto modo, el silencio nos/me hace cómplice de lo sucedido y sus posibles interpretaciones. Para algunos, mi mutismo ha sido una confirmación de que fue una decisión justa, de que algo hice o andaba mal, de que las organizaciones políticas no se equivocan y que, si así fueron las cosas, es porque así tenían que ser.
En este texto no dejo mi opinión. Esa la he reservado para espacios más fecundos, aunque hasta ahora no haya sido suficiente. Tras dos semanas de análisis, esperas y frustraciones, comparto algunos detalles desde mi perspectiva para saldar una deuda: conmigo mismo y con los lectores de AM.
¿Cuáles fueron las razones de mi salida de AM?
El martes 26 de abril me citaron a la oficina del director de la Editora Abril a las 7 y media de la mañana. Tres horas después tendría lugar un Consejo de Dirección Extraordinario cuyo objetivo desconocíamos sus miembros.
Allí Nislay Molina (Ideológica del Comité Nacional de la UJC) y Asael Alonso Tirado (director de la Editora Abril) me informaron que, por decisión de la Comisión de Cuadros de la UJC, había sido liberado.
Sin mayores detalles ni tiempo para el intercambio, la funcionaria del Comité Nacional expuso cómo sería el proceso de entrega a través del cual abandonaría la Editora en horas y esperaría en mi casa por una ubicación laboral.
Ante mi petición de explicaciones, ambos expusieron que “la decisión, aprobada el 20 de abril, era producto de continuos errores en el trabajo editorial de la revista”. Sobre la mesa estuvo todo el tiempo un documento que ambos consultaron indistintamente para listar esos “errores”.
Por razones éticas no incluyo los detalles de los trabajos señalados; en mi opinión, salvo un par de señalamientos válidos que en su momento fueron corregidos, el resto de los textos son probablemente los mejores resultados periodísticos de AM durante mi dirección.
En aquel encuentro intenté explicarles el sinsentido de lo que exponían. La funcionaria de la UJC me interrumpió y entre otros criterios más bien groseros, que omito ahora por educación, dijo: “A tí debimos botarte hace mucho tiempo, no hay nada más que hablar, te estamos haciendo el favor de liberarte. Puedes hacer lo que quieras, es una decisión nuestra”.
El director de la Editora se limitó a ratificar lo que decía la Miembro del Buró y a dejar claro todas las veces que me había “alertado sobre mis fallas”, con notable intención de librar responsabilidades.

Ese mismo día, a las 11 de la mañana, la funcionaria de la UJC informó la decisión tomada al Consejo de Dirección y desestimó los argumentos de algunos de los presentes en contra de la medida porque, una vez más, “se trata de una decisión tomada, solo vinimos a informar”.
¿Por qué la mayor parte del equipo pidió la baja de la revista?
El mismo martes 26, en horas de la tarde, me reuní con el equipo para informar lo sucedido. Después de ese encuentro, a raíz de una decisión colectiva, publicamos la nota (https://bit.ly/NotaAM1 ) con la medida tomada en donde utilizamos las mismas palabras con las que me lo habían dicho.
El comunicado fue solo un recurso para notificar lo ocurrido y la consecuente interrupción del trabajo de la revista pues, hasta ese momento, nadie había mencionado cómo continuaría funcionando y quién sería responsable.
El cronograma de entrega presentado por la funcionaria de la UJC incluía una reunión para informar al equipo de la revista el miércoles 27 a las 9 de la mañana y ahí estuvieron todos los de AM. Sin embargo, según palabras del director de la Editora a los dos subdirectores de la revista, “el Buró Nacional decidió que este encuentro no ocurriría, pues ya todo estaba dicho”.
La negativa a conversar con el equipo, la inconformidad con la “liberación” y la falta de explicaciones para esta, provocaron que algunos miembros de la revista solicitaran su baja. No existieron presiones ni condicionamientos. En cada caso, fue una decisión personal. Un periodista y la secretaria de la redacción decidieron mantenerse. El resto, todos jóvenes, buscan hoy otros destinos laborales.
¿Fue un proceso natural de renovación?
Aunque durante estas dos semanas se ha mencionado una y otra vez que la medida es producto de un proceso natural de renovación, cuesta creer que sea esa la razón.
La dirección de la UJC estaba al tanto de mis planes de dejar AM después del centenario de la revista el próximo noviembre, cuando cumpliría tres años como director. Para ello, ya habíamos iniciado una serie de transformaciones en las dinámicas de funcionamiento y la conformación del equipo que garantizarían continuidad llegado ese momento. Solo faltaban cinco meses.
No parece renovación natural un proceso que no incluyó ni ubicación laboral para mí ni un director para AM, que no garantizó el trabajo de la revista tras la liberación. Resulta incoherente realizar cambios en AM por razones “naturales”, mientras la editora vive una crisis de directivos y periodistas.
¿Qué sucedió con los canales de AM?
Aunque los canales y la dinámica editorial de AM no fueron prioridades durante el proceso de “liberación”, entregamos al subdirector de la Editora Abril, Yunyer Feliciano, todos los espacios donde se publicaban contenidos.
Se incluyen ahí una página en Medium, 25 grupos de WhatsApp y perfiles en Facebook, Telegram, Twitter, Instagram, Ivoox y Youtube.

Tras la nota de mi liberación, lo publicado y sobre todo, lo no publicado ante las emergencias informativas de los últimos días, no son responsabilidad del anterior equipo.
¿Qué dijo la FEU?
Según las explicaciones de Nislay Molina, “la presidenta de la FEU de Cuba, Karla Santana, participó en la Comisión de Cuadros y aportó elementos en contra de tu gestión. También te estamos liberando por la desatención de AM a la FEU”.
Ese es un argumento fácilmente desmontable. Quienes leyeron con frecuencia AM durante el último par de años fueron testigos de que para nosotros la cobertura a la vida de la FEU, las universidades y los universitarios cubanos fue prioridad. Por supuesto, desde la visión de nuestro equipo. Los múltiples contenidos publicados están ahí para demostrarlo.
Durante sus meses como Presidenta Nacional de la FEU, Karla Santana jamás nos comunicó alguna insatisfacción sobre el trabajo de la revista. Hasta el momento, la FEU no se pronunció sobre lo sucedido con AM.
Recibimos muestras de sorpresa y decepción de casi todos los miembros del Secretariado Nacional de la FEU, de muchos presidentes de Universidades y de estudiantes de varias facultades a lo largo del país. Valdría la pena preguntarse, ¿a los intereses de qué FEU no respondió AM?
¿Qué dijo la UJC?
El 28 de abril la Primera Secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba - UJC, Aylin Álvarez, realizó una publicación en su perfil de facebook (https://bit.ly/post1UJC ) porque “en las últimas horas muchos han puesto su atención en el caso del joven periodista Armando Franco, lo que involucra a nuestra organización. Por ello, me parece necesario hacer las siguientes aclaraciones”
De los argumentos expuestos en dicho post, lo único exacto es lo referido a que los cargos directivos de los medios de la Editora Abril son competencia del Comité Nacional de la UJC y de su Comisión de Cuadros. El resto de las aclaraciones no son ciertas ni coincidentes con lo sucedido en mi caso.
Ese mismo día, en presencia de Rogelio Polanco, Jefe del Departamento Ideológico del CC-PCC, le expliqué a la Primera Secretaria cómo se desarrolló el proceso de “liberación” y lo expuesto por sus subordinados Nislay Molina y Asael Alonso.

Aylin Álvarez mostró sorpresa y los responsabilizó, de ser cierto lo dicho por mí, porque según ratificó, “se trataba de un proceso de renovación natural”. Además, mostró satisfacción por los resultados obtenidos por la revista y desconocimiento sobre los supuestos errores que me habían adjudicado.
Horas más tarde realizó una segunda publicación (https://bit.ly/post2UJC ) en donde dijo: “Recepcioné cada elemento señalado por él, con la encomienda de seguir profundizando en estas circunstancias y depurar responsabilidades. Coincidimos en lo inadecuado de algunas acciones hacia él y el colectivo de Alma Mater, que propiciaron la percepción de que había sido sancionado o expulsado de la revista, las que constituye un error de procedimiento a analizar”.
Además, menciona: “Su liberación, valorada en la Comisión de cuadros de nuestra organización, no tenía más propósitos que el de aprovechar su experiencia y conocimientos en otros proyectos de comunicación, que ya se le habían anunciado, avalado por sus resultados evidentes en Alma Mater”.
Es cierto que a mediados de abril la UJC me propuso dejar AM para incorporarme a un nuevo proyecto de comunicación pero, como sabía la Primera Secretaria, respondí que mi intención era mantenerme en la revista hasta noviembre.
De igual modo, se comprometió a reunirse con el equipo de la revista, algo que sucedió el martes 2 de mayo.
Para este encuentro solicitamos la presencia de Karla Santana, Nislay Molina y Asael Alonso, de modo que con todos los involucrados dilucidáramos lo acontecido y estableciéramos responsabilidades. A pesar de comprometerse con ello, la Primera Secretaria decidió a última hora que los mencionados no debían participar.
Durante la charla, Aylin Álvarez reconoció errores cometidos debido a que “afloraron cuestiones personales” y se comprometió a tomar medidas al respecto. Hasta el momento, no nos han notificado ningún resultado en este sentido.
¿Qué dijo el PCC?
Durante estos 15 días, sostuve un encuentro con el Funcionario Enrique Villuendas y tres con Rogelio Polanco, Jefe del Departamento Ideológico del CC-PCC. Este último me explicó que, aunque la decisión fue liberarme, se trataba de una promoción; no respondía a problemas con AM.
Durante los encuentros conversamos más acerca de lo inadecuado del cómo que sobre las razones del qué. En cada reunión manifesté que la decisión de liberarme en este momento me parecía desafortunada, sobre todo para la revista. De igual forma expuse mi deseo de que toda la situación fuera aclarada y se tomaran las medidas pertinentes con los presuntos responsables.
Durante el último intercambio, el pasado viernes, Rogelio Polanco me ofreció una ubicación laboral que gentilmente rechacé, a pesar de tratarse de una opción que mucho tiene que ver con mis intenciones profesionales.
¿Cuál es el contexto?
Omito en este texto menciones a otras cuestiones que gravitaron sobre AM y cada uno de sus miembros durante los últimos meses; aunque quizás incidieron en esta lamentable situación.
La gente de AM, a la que agradezco cada muestra de gratitud recibida antes y durante los días recientes, conoce muy bien el fuego desde todos los flancos al que estuvimos expuestos.

AM no fue mejor ni peor durante estos casi tres años. No pretendió serlo. Intentamos hacer periodismo y respetamos el criterio que tenga cada lector de nuestro trabajo. Nos gustaría que las próximas etapas de AM sean mucho mejores que la lograda por nuestro equipo.
Probablemente por ello nos duele tanto el estado actual de la revista. Intentamos entender cómo y por qué llegamos a este punto; cuáles son los siguientes pasos para cada uno de nosotros. De hecho, parte de nuestro equipo colaboró voluntariamente en la cobertura de algunos medios al fatídico suceso del Hotel Saratoga.
En los próximos días, semanas, meses, cada uno escogerá su camino dentro o fuera del periodismo cubano. Yo solo aspiro a volver a creer, a encontrar razones para seguir intentando.
(La foto, del día del encuentro del equipo de AM con Aylin Álvarez)


Puede ser una imagen de 11 personas, personas de pie, al aire libre y texto que dice "SUELVE"

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sábado, 12 de febrero de 2022

El Mayor, errores históricos


Cada quien tiene a su héroe, a su Agramonte, a su Maceo, a su Céspedes, por eso es tan difícil encarnarlos. Toda obra humana es perfectible y en el caso del cine es inevitable el caballete de la crítica. La obra del desaparecido Rigoberto López se sitúa como la más cara de todas, aunque El Mayor en comparación con Inocencia (realizada con menos recursos), no logró emocionar y crear la empatía necesaria. Desde antes ya sabía de cosas incómodas que vería en la cinta.

Me gustaron las interpretaciones de Daniel Romero y Claudia Tomás; su varilla estaba muy alta y más allá de insuperables expectativas considero que lo hicieron bien. Vale destacar la fotografía, las locaciones, logradas escenas de combates (muy bien Mina de Juan Rodríguez), pero cojea mucho el guion, tal vez lastrado por un velo teatral y muy posado en diálogos y escenas. Hay más para un docudrama que para un filme que con tantos recursos mereció mayor perfección en demasiados detalles salvables.



Lo primero es que contrario a todo criterio de historiadores y especialistas a trancas y a barrancas, la obcecación llevó a usar sin basamento el pañuelo ensangrentado de Joaquín de Agüero en manos del niño Agramonte. En realidad, esa fue una leyenda tejida sobre la base y los deseos de los camagüeyanos de que El Mayor fuera el heredero y sucesor del adalid independentista (acusado también de anexionista) fusilado en 1851. Es el adelanto de muchas pifias.

¡Ah! Positivo y correcto el cuello de El Mayor, su grado en la guerra Grande era con dos estrellas, no tres como en la del 95 (error común en ilustraciones y estatuas). Pasemos a los gazapos.
1- Al tercer minuto del filme aparecen mujeres cortándose el cabello, y sí, toda que se considerara cubana lo hizo (por eso las españolas las apodaron “pelonas”) en protesta por la muerte de Agüero, pero veamos, si las que se cortaron el pelo eran criollas pro independentistas, ¿qué hacían en el fusilamiento? ¿Acaso cada presente en el macabro acto no asistió para apoyar tal sentencia? Si eran criollas pelonas no tenían nada que hacer allí ¡Es incongruente! ¿Por qué el negro de la viudez y el luto antes de tiempo? Ese agosto de 1851 las familias se retiraron al campo en rechazo a la sentencia, por tanto, es imposible un niño llegara a la Sabana de Méndez y mucho menos lograra hacerse de una tela ensangrentada. Es el primer gran traspié, garrafal, pues demasiado público lo creerá a pies juntillas. ¿Que es una licencia dramatúrgica? Por favor, sin renunciar al elemento, se podía apelar a lo onírico.

2- Minuto 9. El duelo con el oficial español ocurrió (de hecho, hubo otros), si bien la afrenta a Aurelia Castillo fue mayor: le quitaron la silla. Permitida la adaptación, aunque ¿por qué no contar la historia al 100%?

3- Minuto 15. Logia Tínima 16. Pudo vérsele el mandil a Salvador Cisneros (interpretado por Ulik Anello), pero no al resto, amén de aparecer fumando. A pesar de celebrarse una sesión clandestina el posicionamiento de los masones es incorrecto, no se ajusta a cánones de la fraternidad. ¿Sería para proteger los secretos de la liturgia? De igual modo pudieron colocarse de mejor manera los asistentes según jerarquías y perfeccionar el ambiente. Por cierto, sin reclamos para Anello, pero el tratamiento a Cisneros lo hace pedante, soberbio, antipático, como resultado del fin de sus diálogos anticespedistas (solo se explotó esta faceta).

4- Minuto 22. En el alzamiento de Las Clavellinas los convocados cerca del Saramaguacán no procedían de capas humildes: 72 de 76 eran de la logia Tínima 16, apellidos de abolengo y en el filme hay en ese momento mambises negros y de sencillas ropas.

5- Minuto 29. Un jinete español, de la creciente de Valmaseda, tiene la escarapela incorrecta (con centro verde, de cazador), mientras el cuello y bocamanga es de artillería.

6- Minuto 34 ¡Agramonte no recibió a la expedición Galvanic de Manuel de Quesada! Se pueden tener licencias artísticas, pero semejante error NO hacía falta en la trama.

7- Minuto 35. Bien por la escena de los chinos, pero en realidad Agramonte fue más enérgico, convincente y retórico con su oficial. Aceptada la adaptación.

8- Siguió muy séptica y homogénea la composición de la indumentaria mambisa. En lugar del fatal blanco, el sepia aligeró, pero pudo ser más variopinta y desarrapada la facha, para acercarnos más a la realidad, pues no hay patriotas semidesnudos, con trajes o uniformes ocupados… parece un contingente de la EJT.

9- Minuto 37. Se explota bastante la dicotomía y contradicciones Céspedes-Agramonte. La mayoría de los textos de sus polémicas fueron parte más de epístolas que de conversaciones presenciales. La entrevista a orillas del Cauto es invención (minuto 47), igual que el duelo (1:14) fue por carta, y la cabalgata bajo la lluvia (1:27) es un giro artístico, comprensible en la necesidad de resumir y dotar de dramaturgia al filme.

10- Minuto 49. La intervención de Ana Betancourt no ocurrió de esa manera, en público, sino que mediante carta entregada a Agramonte se leyó en la Asamblea de Guáimaro. De hecho, hay otra escena de la Asamblea donde aparecen mujeres de pueblo en la sala (minuto 53), y se repite Ana (minutos 54 y 55) hasta dando candela.

11- Min 59. Los grados de Bembeta son un dilema ¿Por qué en las hombreras? Es impropio del Ejército Libertador, sus galones debieron estar en la fajina (oficiales intermedios), algo que se repite en la reunión del Horcón de Najasa (1:09) con él y Cornelio Porro (Rolando Méndez). Tal vez al venir con de Quesada llevaran grados a la usanza mexicana, pero no estoy seguro…

12-1:36 El rescate de Sanguily tiene imperfecciones. Se supone que los españoles descansaban cerca de un pozo, en Consuegra, por tanto el ataque de los jinetes fue sorpresivo ¡Cómo van a tocar la corneta los mambises? A pesar de los textos de Manuel de la Cruz y otros protagonistas no parece que hubiera un toque antes de la carga (lo hubo antes, con toque español para despistar). En la diapositiva el corneta tiene un instrumento agarrado de manera incorrecta. En el filme hay demasiados negros en la tropa y no es exacto (aunque perfecto lo del muerto por un balazo, así es narrado), pero no estuvo un oficial chino (chamarra azul). Casi todos eran oficiales, emparentados, por tanto, no se ve en el filme trajes de gala. El ataque no fue a tan larga distancia ni en un espacio tan abierto. El sargento Mont no le dispara a Sanguily, lo hacen los mismos cubanos (eso se ve, pero lo hieren en una mano) y Agramonte no mata a Mont, ni monta en la grupa al brigadier, lo hizo el capitán Arango con Díaz de escolta. Claro es más bonito darle más realce al protagonista, una licencia que no aporta demasiado (sí confusión al que tome el filme como referente).

13- En toda la película se aprecia un gran error: ¡los soldados españoles no tenían barbas! Solo podían darse ese lujo los oficiales, pero los soldados debían afeitarse dentro de los cuarteles y si salían de operaciones es posible que al dejar de afeitarse durante siete días (el máximo de campaña fuera de las ciudades fortificadas), les creciera la barba, pero no tanto como aparece en la película.

14- En el combate de San Ramón de Pacheco contra El Tigre Setién (Erdwin Fernández, editada la introducción y diálogo que daba entrada a la escena del porqué del combate), Eduardo Agramonte (Enrique Bueno, sin parecido exacto, pero aceptado) no participa y mucho menos muere. Este personaje es tomado en el filme como un Robin al lado de Batman, pero no estuvo bajo el mando de su primo Ignacio, sino en la brigada sur. NO combatieron juntos, mucho menos se pudo hacer un funeral (se desconoce el lugar de su enterramiento en la Sierra del Chorrillo).

15- 1:07 Bien el combate de Mina de Juan Rodríguez, bien la visualización del mulato dominicano-español Puello (Karel Amores), pero al teniente coronel Sabas Marín (José Ignacio León) le falta la presilla de la escarapela en el sombrero, algo propio de su rango.

16- 1:45 Bastante bien el Cocal del Olimpo, salvo que hubo cabezas picadas y brazos cercenados. Jorge López, en el papel de Leonardo Abril, ya había aparecido en Bonilla (mal eso). El personaje fue muerto, pero no por Agramonte. En la película casi siempre el jefe es el verdugo de sus oponentes, en pos de la épica.

17- 1:48 Incorrecto el combate de Jimaguayú. Es una lástima por lo logrado de la fotografía de sus escenas de caballería. ¡Henry Reeve no pudo actuar con su caballería! ¡Coño, si hubiera pasado así no matan a El Mayor! No hubo enfrentamiento con la caballería, en eso fue cauto el jefe hispano Rodríguez León. Los caballos de Reeves estaban emboscados, descubiertos y cañoneados por un Krupp, obligando a un combate de fusilería, lo mismo que hacía la infantería de Las Villas contra el comandante Ceballos. En el intento por cruzar el potrero (Ignacio llevaba el sombrero), pero… ¡En la película el máuser que le dispara no tiene ni órgano de puntería, es un tubo! Tampoco cae con él Jacobo Díaz de Villegas, quien lo hace unos 50 metros detrás y de otra manera, pues llevaba ropa española y fue rematado en una fosa.

18- Por último, renunciar a explotar lo que la quema incompleta del cadáver de El Mayor ha sido desaprovechar lo que parecía más dramático para el espectador.

Rigoberto López durante el proceso de filmación.