I
En estos días, al calor de los últimos acontecimientos políticos ocurridos en nuestro país, -el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos- muchas personas se preocupan y con razón, de las capacidades del Imperio para desestabilizar nuestra sociedad desde adentro y me pareció oportuno precisar el concepto de guerra sicológica, y el de lucha ideológica, en tanto conociéndolos estaremos en mejores condiciones de enfrentar y superar los nuevos combates que se avecinan.
El concepto de “guerra sicológica” se comenzó a formar en Estados Unidos a finales de la década del 40, en el pasado siglo, con el inició de lo que se denominó la “guerra fría”. Es precisamente en 1951 que va a figurar por primera vez en el diccionario del Ejército norteamericano bajo la siguiente definición:
“La guerra sicológica, es el conjunto de acciones emprendidas por parte de una o varias naciones en la propaganda y otros medios de información contra grupos enemigos, neutrales o amigos de la población, para influir en sus concepciones, sentimientos, opiniones y conductas, de manera que apoyen la política y los objetivos de la nación o grupo de naciones a la cual sirve esta guerra sicológica”.
Probablemente por ello, uno de los adalides de la “guerra fría”, representante legal de la conocida “United Fruit Company”, John Foster Dulles, secretario de Estado de aquel país en los años cincuenta, expresara un poco después:
“Hemos gastado millones de dólares preparándonos para la guerra de las armas, pero hemos gastado poco para la guerra de las ideas y ahora sufrimos fracasos que no se pueden compensar con nuestro poderío militar”.
En la misma época, el director de la Agencia de Información de Estados Unidos, USIA enriquecía el concepto con la siguiente idea:
“La simple introducción de la duda, en el cerebro de las personas, ya significan un gran éxito”
La guerra sicológica es pues, un conjunto de acciones enemigas, que utilizando los medios masivos de comunicación e información, pretenden influir en grupos de personas o sociedades, y hacer variar sus sentimientos, opiniones y conducta. Su fin es socavar y desestabilizar al país, organización o persona objeto del proyecto. En otras palabras, la “guerra sicológica” es el arte de la manipulación de la conciencia social. Es necesario desenmascararla y denunciarla sistemáticamente, por todos los medios a nuestro alcance.
Un ejemplo de lo que por estas vías el enemigo ha realizado fue la ley de la “patria potestad” de 1961, una acción de guerra sicológica en la cual la CIA y sus aliados de entonces, lograron a través de diversos medios, (propaganda, rumores, falsificación de documentos oficiales, programaciones radiales, etc.) confundir y atemorizar a un sector de la población cubana con el fin de que enviaran a sus hijos a Estados Unidos y así sacaron del país a más de 15,000 niños en tanto sus padres, aterrados por las calumnias circuladas, creyeron que el gobierno revolucionario iba a “reeducar” a sus hijos en la URSS y quitarles sobre ellos la patria potestad.
Cuba en todos estos años ha sido un laboratorio para estos “guerreros fríos”. Entre los actos preparatorios para la invasión mercenaria de Bahía de Cochinos la CIA creo una radio, localizada en un cayo de Honduras que se denominó Radio Swan, cuya misión consistía en transmitir las 24 horas del día noticias manipuladas, rumores, campañas de descredito y todo aquello que contribuyera a confundir a los cubanos, de manera de desarmarlos en vísperas de la agresión. Más recientemente la mal llamada Radio y TV Martí la sustituyó en tales fines.
Millones de octavillas han arribado a nuestras costas o han sido regadas desde el aire en función de estos objetivos, mientras que en el extranjero, expertos, politólogos, conferencistas, cineastas y documentalistas han trabajado con iguales propósitos. Ha sido una guerra en toda la extensión de la palabra, pero sin hacer un solo disparo.
En la década de los ochenta, durante la feroz y despiadada guerra desatada por Estados Unidos contra Nicaragua, la Agencia Central de Inteligencia estadounidense, inventó, para las fuerzas contrarrevolucionarias un “Manual de Operaciones para la Guerra Sicológica” para entrenar a sus “guerrilleros” que entre otras muchos conceptos, incluidos el asesinato político, puntualizaba:
“La guerra de guerrillas es esencialmente una guerra política. Por eso sus áreas de operaciones exceden los límites territoriales de las guerras convencionales, para adentrarse en la conciencia del hombre (….) el ser humano debe ser considerado como el objetivo prioritario de la guerra política, y concebido como el blanco militar de la guerra de guerrillas, el ser humano tiene su punto más crítico en la mente. Una vez alcanzada su mente, ha sido vencido el animal político, sin recibir necesariamente balas. La guerra de guerrillas nace y crece en un ambiente político; en el combate constante por dominar esa área de mentalidad política que es inherente a todo ser humano, y que colectivamente constituye el “ambiente” en que se mueve la guerra de guerrillas, y que es donde, precisamente, se define su triunfo o fracaso. Esta concepción de guerra de guerrillas como guerra política, convierte a las operaciones sicológicas en el factor determinante en los resultados. El blanco es entonces, las mentes de la población, de toda la población, nuestras propias fuerzas, las del enemigo y la población civil”.
Esta definición treinta años después de las primeras operaciones, explica la experiencia adquirida por los servicios y organismos especializados de Estados Unidos en su actuar contra nuestros pueblos. Numerosas instituciones “no gubernamentales” (ONG) han surgido a la palestra pública, con tales fines. Entre ellas el Fondo Nacional la Democracia (National Endowment for Democracy – NED), el Instituto Internacional Republicano (International Republic Institute- IRI), junto a la archireaccionaria “Heritage Foundation”, ocupan un lugar privilegiado. Fabrican artículos, campañas, imágenes de personas y todo lo que imaginar se pueda, para lograr sus fines: confundir, engañar, desviar. Por otra parte, en cada embajada norteamericana, dependiendo de la CIA, la USIA u otra agencia especializada, una sección se ocupa del trabajo con los medios masivos y las campañas mediáticas.
Cada día aparecen en la prensa capitalista, o en otros novedosos medios, (incluyendo la red de redes), noticias, debates o artículos de opinión, relativos a conflictos políticos, sociales, laborales o de otra naturaleza, con tonos críticos, que en aparente neutralidad enjuician tal o cual situación o la actuación de determinada personalidad política o de cualquier esfera social, con las secretas intenciones de formar o crear un estado de opinión determinado. Así, día tras día, se van acumulando informaciones en nuestras psiquis, que más tarde devienen en juicios, estados de ánimos, opiniones adversas, contradicciones, que tienen la finalidad de actuar sobre un escenario determinado, modificarlo o incluso cambiarlo. Es precisamente eso, lo que los especialistas han denominado “guerra sicológica”, cuyo fines políticos e ideológicos, resultan evidentes.
Al escribir estas líneas, me vienen las imágenes de aquella magnífica película norteamericana “Moviendo la cola del Perro” en que actúan Robert de Niro y Dustin Hoffman, en la cual, un presidente norteamericano, atribulado por el escándalo de una aventura amorosa, vísperas de su reelección, contrata a un productor de Hollywood para fabricar una guerra inexistente, producir héroes, y desviar así la atención de la opinión pública. Esa esa es la finalidad, hacer creer, ganando las mentes y las simpatías, lo que precisamente no existe. De manera tal, las campañas de “guerra sicológica”, lo que pretenden es descomponer una sociedad, desacreditar a sus líderes, instituciones y organizaciones de vanguardia, introducir la duda, la desconfianza, subvertir políticamente el área donde se proyecta, ablandarla, descomponerla, para después, apoderarse de ella.
Hoy se han creado nuevas modalidades y a partir del desmoronamiento del campo socialista europeo surgieron los denominados “golpes blandos”, “rebeliones populares” estimuladas por centros ideológicos externos para derrocar un gobierno existente, con el apoyo mediático internacional de sus organismos de información. A ello le han agregado la utilización de los poderes fácticos, como los casos de Honduras, Paraguay y Brasil o las campañas de desabastecimiento y descredito en Venezuela, todos con la perspectiva de erosionar la opinión pública local e internacional para realizar el cambio gubernamental perseguido.
Es decir, la guerra sicológica es esencialmente una acción externa, premeditada, con una finalidad ideológica, realizada combinando métodos clandestinos y convencionales, que pueden recurrir incluso al crimen político como lo es el caso de la líder indigenista Berta Cáseres recientemente asesinada en Honduras por sus luchas en la defensa de la tierra de sus ancestros. La lucha ideológica es la batalla de las ideas a la cual nos llamó Fidel, aquella que debemos librar contra toda forma de “guerra sicológica”, penetración ideológica, o como quieran llamarla. Es un concepto que se extiende a todas las formas del pensamiento, a las corrientes políticas, culturales, filosóficas, económicas y sociales existentes. Ella es la que traza las pautas de un régimen socioeconómico determinado y de ella derivan las acciones que en todos esos campos se desarrollan. La propagación de las ideas socialistas, el estudio del marxismo leninismo, y en nuestro caso la profundización en el pensamiento martiano y fidelista, permite exponer ideas, contrastar ejemplos, persuadir, debatir, proponer y alcanzar una sociedad más justa y equitativa.
La actividad ideológica revolucionaria no puede ser esquemática o dogmática y debe conocer cuáles son los ejes de la guerra sicológica, para en consecuencia tenerlas en cuenta en su accionar, que por supuesto, persigue objetivos más abarcadores, en tanto expone las ideas sociales más avanzadas de nuestra era. Para ello será necesario que se apoye en nuestros medios de comunicación, las organizaciones políticas y de masas, canales insustituibles para dialogar con el pueblo; persuadir y convencer acerca de nuestras verdades y razones. En suma hay que discutir, pensar y analizar más, utilizar todos los espacios posibles, en los que incluimos también los centros de estudio e investigaciones del pensamiento martiano, guevarista, militar, cultural, político y económico. Y sobre todo profundizar en el pensamiento político y social de Fidel Castro, donde podemos encontrar las causas más nobles y solidarias emprendidas por nuestro pueblo en más de medio siglo.
La prensa y los medios de comunicación audiovisual, al igual que todas las organizaciones políticas y sociales del país, deben jugar un papel fundamental en esta lucha a través de la crítica, la exposición de nuestras realidades, los errores en que hemos incurrido y también reflejar los profundos cambios que la Revolución ha realizado en nuestra sociedad, la cual transitó de un ejemplo de consumismo, a uno profundamente solidario e internacionalista. Esos son nuestros mejores valores, los que convencen y persuaden, los que necesitamos para enfrentar los nuevos combates, los que están presentes en el día a día de todos los cubanos.
II
En la primera parte de este texto exponía que la guerra sicológica es una forma pérfida de manipular la conciencia de grupos sociales o personas, mientras que la lucha ideológica es el enfrentamiento de dos concepciones del Mundo, la burguesa y la socialista, que tiene, cada una, repercusiones en todas las manifestaciones de la ideología, trátese de la cultura, la política, la religión, etc.
Mientras la guerra sicológica se concibe con el objeto de confundir y engañar, fundamentalmente por medios subversivos, la lucha ideológica es abierta y transcurre principalmente en el terreno de las ideas, resultando su arma esencial el debate, la discusión, la confrontación de los conceptos.
La guerra sicológica no solo pretende ganar las conciencias, sino además desacreditar, calumniar y confundir, a veces bajo una apariencia ingenua y neutral. Ejemplo de ello, son las ideas expuestas en reiteradas ocasiones por el presidente Obama al afirmar que cuando comenzó la agresión de Estados Unidos contra Cuba él no había nacido, y que por tanto no era responsable de ello, obviando el hecho de ser el jefe de la Nación agresora, en otras palabras, lo hecho hasta hoy, es asunto del pasado, en todo caso de los historiadores.
La guerra sicológica desplegada por Estados Unidos en más de 50 años ha sido diversa, mientras que trataron de socavar la autoridad de Fidel Castro con sucesivas campañas para desacreditar su figura, paralelamente desacreditaban las leyes y medidas sociales tomadas por la Revolución. Ejemplo de ello lo constituyeron las operaciones de la CIA dirigidas a despojar al líder cubano de su barba o de provocar, por medio del suministro de LSD, una risa incontenible que los desautorizara frente a un auditorio que le escuchaba.
Caso parecido ocurrió con el Presidente Chávez de Venezuela, al que trataron de ridiculizar por todos los medios, desencadenando diversas campañas calumniosas contra su persona y su gobierno. Igual sucede hoy contra el Presidente Nicolás Maduro, al que pretenden denigrar por todas las vías.
Un caso actual, donde la manipulación de las ideas y el engaño se ponen de manifiesto lo constituyen las próximas elecciones generales en España, donde el asunto de Venezuela ha constituido el eje de la campaña para desacreditar a la coalición izquierdista “Unidos Podemos”, presentándola como apéndice de los chavistas venezolanos.
La política norteamericana con respecto al Latinoamérica sigue planteándose los mismos fines, socavar y diluir sus procesos políticos democráticos, solo que sin emplear como antes los “marines”. Nada nuevo, es la inveterada política del garrote y la zanahoria implementada por el imperio contra Cuba por más de cinco décadas.
Hay muchos ejemplos en nuestra historia de esa “política”. En 1963 el presidente John Kennedy la empleó, cuando al tiempo que escalaba en la agresión contra Cuba, buscaba canales de comunicación con las autoridades cubanas para eventuales negociaciones, claro, desde posiciones de fuerza, después de asfixiar a nuestro país con un bloqueo que aún perdura y hacer lo imposible por arrasar por medios subversivos nuestra industria, agricultura y sociedad.
Más tarde el presidente James Carter trató de hacer lo mismo, cuando quiso negociar con Cuba, atemorizado por la presencia de nuestros combatientes internacionalistas en Angola, pretendió utilizar la retirada de estos, como moneda de cambio para un eventual restablecimiento de relaciones entre ambos países.
En el caso cubano, lo que más irrita al imperio ha sido sin dudas la vigencia del pensamiento de Fidel Castro y por ello el empeño para desmontarla. No desean solo eliminar a la persona sino también sus concepciones. Más que asesinar al hombre se pretende aniquilar sus ideas y para ello se valen de los más oscuros y deleznables métodos.
Armas especiales, venenos letales, explosivos plásticos poderosos, tabacos con sustancias peligrosas, granadas para ser lanzadas en plazas públicas, fusiles con miras telescópicas, agujas con venenos mortíferos, tan finas que su contacto con la piel no debía ser percibido, polvos para depilar la barba o provocar un estado de hilaridad que lo desacreditara públicamente, mientas un reloj descontaba minutos y segundos, en espera de su blanco.
Por tales razones debemos conocer los objetivos del enemigo en las condiciones actuales, cómo proyectan sus campañas y cuáles sus ejes, para poderlas desmontar y denunciar, para que nuestro pueblo las conozca, para que nuestras organizaciones políticas y sociales puedan explicarlas y denunciarlas.
Los cubanos tenemos larga experiencia al respecto, pues Fidel Castro en 50 años, con su magisterio nos enseñó el camino a seguir. En sus extensas intervenciones, puntualizaba cada idea y concepto que entendía debía ser del conocimiento y dominio público. Además realizaba esta labor, desmenuzando sus pensamientos de manera que no existió nadie que dejara de comprender el fondo de sus planteamientos. En otras palabras, preparó a nuestro pueblo para cumplir y desarrollar las grandes hazañas realizadas, desde la alfabetización hasta las campañas médicas que hoy realizan nuestros hombres y mujeres de la salud pública.
Fidel es y será un gladiador de la ideología y sus ideas perdurarán, no solo por su vigencia, sino por la comprensión que de ellas realizara la inmensa mayoría de nuestro pueblo. Él constituye un ejemplo de cómo realizar la batalla ideas.
Si a ello sumamos todas las posibilidades que nos brindan hoy los medios audiovisuales, nos percataremos que nunca hemos estado con mejores condiciones para participar en este combate ideológico al cual el enemigo imperial nos convoca, ya sea tanto por medios subversivos, como abiertos.
Sin embargo, si partimos solo de la justeza de la idea que nos ampara, sin combatir, debatir y analizar, no venceremos.
Los comunistas de hoy estamos en mejores condiciones de combatir, no solo por contar con las verdades necesarias, sino también, porque tenemos organizaciones políticas y de masas, instituciones culturales, representantes de la sociedad civil, que comunicarán las ideas y los conceptos a todos los rincones del país. Estas organizaciones son vitales en la confrontación actual y no podemos permitir que el hastío o la abulia las neutralicen. El ejercicio de la discusión y el debate, escuchar y pensar han sido y serán los métodos idóneos para lograr estos fines. Digamos a nuestro victorioso Comandante en su 90 cumpleaños que somos hijos de su prédica y que estamos y estaremos siempre en las trincheras de ideas que él nos señaló.
III
En artículos anteriores sobre este interesante y fundamental tema puntualizábamos que la guerra sicológica se concibe con el objeto de confundir, manipular y engañar, y no solo pretende ganar las conciencias, sino además desacreditar, calumniar y confundir, bajo una apariencia ingenua y neutral. Se propone dirigir el pensamiento colectivo o la mente individual en una dirección deseada.
La CIA y la USAID norteamericanas son las agencias “vanguardias” en esta “guerra” y cuentan con el apoyo de sus pares de los países capitalistas desarrollados que por iguales motivos realizan actividades similares.
Adicionalmente cuentan con más de un centenar de “organizaciones no gubernamentales” ONG, aparentemente “imparciales” para utilizarlas en la realización de sus actividades, de manera que cuando enfilan su artillería contra un país, sector poblacional o persona, todo aquel potencial se descarga como gigantesco tsunami que arrasa todo a su paso y trae como resultado la sumisión y posterior manipulación del objetivo propuesto.
La “guerra sicológica” es un concepto abarcador. De ella dimanan directrices de trabajo para sectores poblaciones, profesionales, obreros, estudiantiles y de todo género, en dependencia de los fines propuestos. De tal suerte, cada grupo de trabajo o fuerza de tarea organizada a tales fines, se proyecta sobre cada uno de ellos, contando con el auxilio de las embajadas norteamericanas, sus agencias gubernamentales o las ONG creadas.
Previamente, un estudio minucioso del escenario socio, político, militar, económico y operativo dibuja a grandes rasgos los lineamientos y estrategias a seguir, fijando las tareas a mediano y largo plazo. En dos palabras, se estructura un plan que abarcará todas las esferas y sectores sociales en pos de un propósito único, exterminar el país objeto de su interés. Y si fuera necesario, sus fuerzas armadas con planes de contingencias previamente elaborados, terminarían de producir el golpe final de manera contundente.
El desarrollo de los medios audios visuales, las redes sociales y la Internet, ha significado una revolución en cuanto a los métodos y los medios utilizados para los fines de ésta “guerra”. Por otra parte, el proceso de concentración de la posesión de éstas, en transnacionales del audiovisual en unas pocas y seguras manos, allanó el camino a éstos “guerreros” que ahora no solo reclutan periodistas y funcionarios que en ellos laboran, sino que cuentan también con el “auxilio” de los máximos jerarcas y dueños de los medios, que por razones de clase, dirigen sus esfuerzos en la dirección deseada. El ejemplo del golpe parlamentario a Dilma en Brasil y las campañas mediáticas contra Cristina Fernández de Argentina resultan elocuente.
Así fue como el Imperialismo operó en los antiguos países de la Europa del Este después del derrumbe soviético. Crearon un modo de dar “golpes blandos” con las experiencias extraídas de los procesos políticos en Serbia y otros países ex socialistas. Se formaron escuelas para entrenar “cuadros” a estos fines, solo que en lo que respecta a Cuba no tuvieron en cuenta las diferencias sociales, políticas, ideológicas y étnicas existentes que invalidaron las experiencias adquiridas. Así fue como fracasó el denominado “zunzuneo” que en el 2012 pretendió agrupar sectores poblacionales bajo el pretexto de un twitter comunicacional que luego utilizarían con fines políticos hostiles; también el “movimiento hip hop” que proyectaba manipular grupos musicales para “cantar” protestas antigubernamentales y así, pensaban, provocar un amplio movimiento opositor que derrocara al gobierno revolucionario.
El caso de Venezuela Bolivariana es un ejemplo claro de cómo operan estos “centros” de “guerra sicológica” combinando los medios legales con los subversivos. Primero comienza el rumor que van a escasear determinados medicamentos o alimentos, después, las personas enajenadas por la propaganda y los rumores, acuden a comprarlos en cantidades inimaginables, más tarde los suministradores cierran el grifo y suprimen el abastecimiento y al final, los medios masivos hacen su faena sucia denunciado la escasez que ellos mismos han provocado. Así crearon las condiciones “sicológicas” para que los chavistas perdieran las elecciones a diputados de la Asamblea Nacional con el “pretexto” de que la salida de ellos del poder, traería el rápido abastecimiento de los mercados, algo que por supuesto no sucedió, porque la derecha burguesa no solo querían los cargos diputados, sino también el gobierno, todos los poderes constitucionales y exterminar definitivamente el proceso revolucionario y las ideas del Chavismo.
Las “bolas”, las noticias falsas difundidas a través de los medios audio visuales, y las redes sociales, todo se conjura contra los lideres revolucionarios y las fuerzas armadas a los cuales constantemente acusan de corruptos o tramitados a intereses foráneos, llegando a crear artificialmente al principio -y después objetivamente-, una atmosfera de desestabilización social para que “las masas” enajenadas se subleven en contra de sus autoridades.
La guerra total contra nuestros hermanos venezolanos cada vez se acrecienta: ahora en una delicada y sutil campaña de “guerra sicológica” los personeros de la “triple alianza” Brasil, Paraguay y Argentina cumpliendo las ordenes de Washington, utilizando falsos argumentos de inestabilidad gubernamental, pretenden sacar al país de la presidencia “protempore” de MERCOSUR con la finalidad de desacreditarlos y aislarlos en la arena internacional, algo que por supuesto no han logrado gracias a la heroica batalla dada por los venezolanos en defensa de sus derechos y de respeto a las normas establecidas por el organismo y pronto Venezuela presidirá el Movimiento de países No Alineados, donde goza de un amplio prestigio y respeto.
Los objetivos de la “guerra sicológica” pueden ser mediatos o a más largo plazo. En el caso cubano ellos han colocado sus esperanzas y esfuerzos en fomentar una clase media proveniente del desarrollo de nuevos propietarios, es decir, de los denominados emprendedores, a los fines de colocar sus intereses en contra del socialismo, como si ellos mismos no fueran el resultado de una formación en nuestra sociedad y así pretender crear una capa social hostil que pueda enfrentar a las políticas de la Revolución y llegar a contar con representación en todas las esferas del poder estatal desde el cual extinguir el proceso político y revolucionario.
Otro objetivo –en nuestro caso- al cual le dedican no pocos recursos es a desacreditar al socialismo cubano por medio de la utilización y manipulación de las personas que viajan a terceros países con el fin de llegar a Estados Unidos, haciendo ver que nuestra gente se marcha por falta de un futuro de realizaciones, o por discrepancias políticas, cuando de lo que se trata, en la mayoría de las ocasiones, es alcanzar la ilusión de una mejor vida, que en Cuba, el bloqueo criminal impuesto por Estados Unidos hace más de 50 años, le ha negado por generaciones.
Paralelamente y por todos los medios a su alcance, Estados Unidos trata de hacer ver que la confrontación entre nuestros países finalizó o está en vías de ello, algo equivoco y profundamente erróneo, pues tal y como afirmara el Presidente Obama en el 2014 solo se trata de cambiar los métodos empleados porque los objetivos de derrocar al gobierno cubano se mantienen iguales y el bloqueo inconmovible. Como diría el Che, “a los norteamericanos no se les puede dar ni un tantico así” mostrando la uña de uno de sus dedos.
El propósito de los Imperialistas norteamericanos es que nos rindamos, que nuestros pueblos se pongan de rodillas y vuelvan sumisos a ser lo que antes eran, fuentes estables de materias primas y mercados seguros para sus productos, dirigidos por gobiernos genuflexos y dóciles, algo que no sucederá jamás, porque como una vez afirmó Fidel, “Las bombas podrán matar a los hambrientos, a los enfermos, a los ignorantes, pero no pueden matar el hambre, las enfermedades, la ignorancia. No pueden tampoco matar la justa rebeldía de los pueblos y en el holocausto morirán también los ricos, que son los que más tienen que perder en este mundo”.
IV
En el enfrentamiento a la subversión ideológica y las operaciones de guerra sicológica, debemos contar con una definición clara y precisa de cuáles son las peculiaridades de la una y la otra. Así es necesario esclarecer, ambos conceptos y sus interrelaciones, de manera, que en su comprensión se esté mejor preparado para el combate contra este implacable y sutil enemigo Imperial.
La CIA y la USAID norteamericanas son las agencias “vanguardias” en esta “guerra” y cuentan con el apoyo de sus pares de los países capitalistas desarrollados, que por iguales motivos realizan actividades similares.
Subvertir, según el diccionario, “es revertir, desestabilizar o destruir lo establecido en el terreno de los valores y principios”, mientras que la guerra sicológica según el diccionario militar de Estados Unidos, consiste “en acciones emprendidas por parte de una o varias naciones en la propaganda y otros medios de información contra grupos enemigos, neutrales o amigos de la población, para influir en sus concepciones, sentimientos, opiniones y conductas, de manera que apoyen la política y los objetivos de la nación o grupo de naciones a la cual sirve esta guerra sicológica”.
Devienen por tanto, en operaciones diseñadas por entidades específicas, con el propósito definido de manipular, confundir o engañar por medios legales o ilegales la conciencia de una o más personas, incluida la misma sociedad y que además cuenta como objetivos adicionales, calumniar, desacreditar y confundir a las personas sobre problemas concretos de su vida, la política, la cultura y todo los relacionado con su manera de pensar, es decir la ideología.
Son importantes estas conceptualizaciones, porque no se puede combatir lo que no se conoce o se encuentra insuficientemente definido. En el pasado, en reiteradas oportunidades escuché afirmar a compañeros que se aprestaban a luchar contra la diversión o el diversionismo político ideológico, sin que probablemente hayan tenido claro el concepto empleado.
Por las definiciones existentes, la subversión es lo genérico y las acciones de guerra sicológica es lo real, lo tangible. Lo primero es el concepto(el qué) mientras que lo segundo es la implementación de lo anterior, (el cómo).
De ahí que subvertir sea la intención, el proyecto, el fin, los deseos enemigos para derrocar al gobierno revolucionario, sin embargo, el método que emplean, son las operaciones de guerra sicológica dirigidas a influir y/o manipular la conciencia humana con acciones prácticas en aquel sentido. Requisito básico para el desarrollo de las mismas, será la pretensión de actuar sobre las mentes, concepciones y conducta del hombre.
El sabotaje a una negociación estratégica, es parte de una operación de guerra sicológica, pues el enemigo se propone actuar sobre la siquis del hombre que está involucrado en ella -el único que puede hacerlo- para cambiar sus concepciones y conducta, y mediante engaño frustrar la transacción; como también, lo es el intento de persuadir o engañar a empresas extranjeras con tergiversaciones y falsedades, para que suspendan o reduzcan las negociaciones con nuestro país.
La música es un componente del arte y por tanto de la cultura de los pueblos. Como se sabe, en el 2014 la USAID intentó en Cuba, por medio de un grupo musical de hip hop “los aldeanos”, crear un movimiento de protesta social dentro del país, “utilizando la letra de sus canciones, su música novedosa, para, primero, criticar a las autoridades y luego -pensaban- encabezar “multitudes” que salieran a las calles para derrocar al gobierno. No era una idea loca, como pudiera pensar alguno, se trataba de utilizar las experiencias adquiridas en el derrocamiento de varios gobiernos de la Europa del Este, después del derrumbe soviético, particularmente el caso de Serbia, donde un movimiento similar tuvo suficiente éxito.
Recientemente el enemigo aprovechando los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro ha intentado, mediante una operación de guerra sicológica mediática, utilizando los medios de información mundiales, desacreditar los resultados obtenidos por nuestro deporte, una de las realizaciones más importantes de la Revolución cubana. Para tales fines ha desencadenado una profusa campaña de tergiversación en pos de demostrar cómo los éxitos de nuestros deportistas han descendido, con la intensión de desacreditar y falsear la realidad. En sus comentarios no tienen en cuenta que la mayoría de los países del Mundo han elevado su nivel deportivo, en muchas ocasiones, incluso, con la ayuda de Cuba; tampoco consideran que por causas del bloqueo criminal que padecemos, nuestros atletas no puedan competir en más eventos internacionales y por tanto adquirir mayor fogueo o que falten los recursos para los entrenamientos, o se roben constantemente a los deportistas cubanos ofreciéndoles “villas y castillas”. Lo que subyace en su propaganda es lo negativo, sin percatarse del hecho real que tanto en aquellas Olimpiadas como en las Paralímpicas que recién concluyeron, Cuba una vez más, obtuvo resultados a la altura de las naciones más desarrolladas y pobladas del Mundo.
Ambas acciones son típicas operaciones de guerra sicológica, pues como se sabe ni el hip hop ni ningún otro género musical es subversivo, mientras que los resultados deportivos de Cuba a lo largo de su historia revolucionaria son tangibles y por tanto innegables.
De tal manera, en la lucha contra estas acciones enemigas, es necesario descubrir la intención que existe detrás de un hecho aparentemente neutral, cuales sus objetivos y fines, definiendo los canales utilizados. Tener en cuenta además, que no todo es diversionismo o guerra sicológica, en tanto los países capitalistas proyectan su ideología, sus formas de pensar y ello, en sí mismo, no es subversivo aunque sea adverso a nuestro proyecto socialista. Por supuesto, el enemigo se apoya en sus medios para la realización de sus actividades, de manera tal que resulta esencial para descubrir una operación de guerra sicológica la existencia de una intención hostil, manipuladora, encubierta bajo un ropaje aparentemente ingenuo, encaminada a obtener unos resultados subversivos.
Conocer esto, nos posibilitará actuar en la dirección correcta con respuestas contundentes, no solo mediante nuestros medios audiovisuales o la internet, sino en el trabajo político e ideológico y en la comunicación cara a cara, utilizando a nuestras organizaciones de masas y políticas esclareciendo y a la vez difundiendo nuestras verdades.
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