Por: Marco Velázquez Cristo. PostCuba
Los norteamericanos saben explotar la paranoia de la que padecen generada por el temor a los muchos enemigos que se han buscado por el mundo. Es así que cuando persiguen un objetivo, por despreciable que sea, manipulan la opinión publica de su país y la del resto del mundo, construyen falsas amenazas y potenciales peligros para justificar sus deleznables actos.
Ahora, acorde con esa política, han construido un supuesto caso de ataques acústicos múltiple sobre sus funcionarios destacados en La Habana. La lista de los afectados llega ya a 21.
Todo muy bien concebido. Primero, un silencio de meses para demostrar su “buena fe”, con las filtraciones ausentes. Evidentemente la pila estaba cerrada. ¿Por qué? Sencillamente porque lo que estaba pasando era y es una macabra maniobra de los conocidos sectores de la ultraderecha, incluyendo sus agencias de inteligencia, cuidadosamente planificada, pero no había llegado el momento de mover a la opinión pública, a la vez que vendían al gobierno cubano la imagen de sus buenos oficios.
Llegado el punto donde consideraron tener listas las condiciones, los nuevos “enfermos” bien preparados y al gobierno cubano supuestamente convencido de la realidad de los ataques, con unos canadienses que no en vano aparecieron en el ajedrez, iniciaron la segunda fase de su operación. La vocera del Departamento de Estado habló crípticamente, sin aportar mucho. Su declaración más bien constituía la orden de arrancada para que los medios previamente seleccionados comenzaran las “especulaciones y filtraciones”: CBS NEWS, Associated Press, The Washington Post y CNN entre otros, Martí Noticias incluido para satisfacer a la derecha de Miami, los demás medios se incorporarían como parte del entramado mediatico actual, en el que por lo general las grandes cadenas y agencias marcan la pauta y el resto ya se conoce.
No tengo las “fuentes anónimas” vinculadas al caso, como las tienen los medios norteamericanos que mencioné, principalmente la AP y CBS NEWS, pero es lógico inferir que en los encuentros entre las autoridades de ambos países, se intercambiaran informaciones y evidencias. ¿Por qué no se ha filtrado nada al respecto? ¿Cuál ha sido la contribución del FBI a la investigación? ¿Por qué el silencio sobre este aspecto? Quizás esto se deba a que su aporte no ha sido significativo y tengan poco que mostrar o teman que las autoridades cubanas rompan el silencio y terminen expuestos una vez mas ante la opinión pública.
Las filtraciones empezaron a cuentagotas. La idea era mantener la noticia en el espacio mediático, con algunos picos para llamar la atención sobre ella, a la vez que iban creando la imagen de una saga de ataques contra sus funcionarios, historia en la que se presentaba a las autoridades cubanas como incapacitadas para detener las “agresiones”, por eso el progresivo aumento de “enfermos”. Paralelamente, trasladaban la hipótesis de una posible implicación del gobierno cubano y de sectores de sus servicios de inteligencia, induciendo la idea de que esa era la causa que impedía arribar a resultados en las investigaciones. Para reforzar e incrementar la presión, introdujeron un elemento adicional: la posible participación de un tercer país.
¿Por qué aparecen afectados diplomáticos de Canadá?
La respuesta podría estar en la condición de ser ese país uno de los principales socios comerciales de Cuba y también estar entre los primeros emisores de turismo hacia la isla. Es decir, a la vez que reforzaban la credibilidad sobre la supuesta ocurrencia de los hechos, como “daño colateral”, pretendían crear la incertidumbre entre los turistas y empresarios canadienses, disminuir su flujo y participación en negocios con Cuba, el objetivo: causar un daño económico y enrareser el clima entre ambos gobiernos.
¿Cómo convencieron a los canadienses?
Considerando que el gobierno de ese país ha sido muy reservado, en mi opinión no es cómplice de su vecino, sino que sus funcionarios no trabajan solo para él, tengamos presente que las “afectaciones” sufridas por los agredidos no son visibles. Se basan, en primera instancia, en lo que refieren. Según los medios, uno de los canadienses casualmente es el único que exteriorizó la afectación sangrando por la nariz, acaso para reforzar la supuesta realidad de los hechos, aunque esta versión no ha sido confirmada por las autoridades de su país.
¿Por qué fueron escogidos los ataques acústicos y no otro tipo de agresiones?
La puesta en escena misma es elocuente. No son visibles sus consecuencias y sus síntomas muy variados, es relativo el origen o la causa que los pudo originar, es decir eso depende de lo que exprese el “paciente”, tampoco son letales y los aparatos o armas que pudieran ser utilizados son desconocidos para el gran público, por lo que no se puede cuestionar su tamaño, alcance, efectividad, incluso su propia existencia.
¿Permitió el gobierno estadunidense a los médicos cubanos examinar a las “víctimas”?
Lo más seguro es que no, pues tratándose de un montaje, los galenos podrían haberse dado cuenta de la farsa.
¿Accedió los EE.UU. a que las autoridades cubanas investigaran en el interior de las residencias de los funcionarios afectados?
Si se tiene en cuenta la consabida arrogancia yanqui y, de acuerdo a mi versión conocían que nada encontrarían, me atrevo a afirmar que no accedieron a esto.
De todas formas, paso las preguntas al The Washington Post o la AP, tan prolijos en fuentes anónimas cercanas a la investigación para que se las realicen y nos den la respuesta definitiva a las mismas, porque de coincidir con lo que he expuesto, entonces, ¿qué les reclaman a Cuba, si ellos mismos han limitado las posibilidades de nuestros investigadores?
Si es una operación de sectores que no toleran el status actual, incluyendo sus aparatos de inteligencia, ¿por qué se recurrió a expertos que ponen en duda la posible ocurrencia de los hechos a partir de un análisis científico de los mismos?
Curiosamente el primero que le da voz a los expertos es BuzzFeed, medio relativamente nuevo, que según afirman, ha evolucionado hacia un periodismo investigativo que además estuvo envuelto, coincidentemente, en una controversia con el presidente Donald Trump por publicar un dossier con documentos clasificados que afirmaban que Rusia había comprometido la información personal y financiera del recién electo presidente. Varios medios a los que fue enviado el dossier declinaron publicarlo, entre ellos CNN. BuzzFeed se ha caracterizado por sus contiendas mediáticas, entre ellas una en la que el diario inglés The Guardian no quedo muy bien parado. Quizás por todo ello no se le consideró y las propias características del medio y los intereses que se mueven tras él, condicionaron su comportamiento.
Entonces fue BuzzFeed el que obligó a los medios más importantes a recurrir a expertos, para mantener su credibilidad y aparente neutralidad en los artículos que publicaban sobre el tema. No obstante, incluyeron opiniones que reforzaban las versiones principales que estaban sosteniendo, sin llegar a profundizar tanto en el aspecto científico en las que las contradecían como lo hizo el mencionado medio.
En todo este escenario la diplomacia americana jugaba el papel que tenía asignado, no acusaba directamente a las autoridades cubanas, pero las hacia responsables por la seguridad de sus funcionarios, cosa lógica pero dirigida a crear las condiciones para lo que después hicieron.
A las tablas saltó un nuevo actor: la Asociación Americana del Servicio Exterior (AFSA, por sus siglas en inglés), sindicato que representa a los funcionarios del Servicio Exterior estadounidense, que actuando de acuerdo a sus funciones “presionó” al Departamento de Estado para que atendieran adecuadamente a los afectados y garantizaran el cese de los hechos y su no nueva repetición.
Para completar la imagen de un Departamento de Estado obligado a dar alguna respuesta conclusiva, ve la luz una carta de cinco miembros del influyente Comité de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos, entre ellos su presidente, Richard Burr, y por supuesto Marco Rubio, en la que solicitan al Secretario de Estado Rex Tillerson que declare persona non grata a todo el personal diplomático cubano acreditado en Estados Unidos y cierre la Embajada en La Habana a menos que el gobierno cubano adopte medidas verificables para eliminar la amenaza. La escena estaba lista para el próximo acto.
Con todo el tinglado armado, el periodista de CBS NEWS John Dickerson en el programa Face the Nation, desliza al final de una entrevista con Rex Tillerson cuyo eje principal giró alrededor del diferendo con Corea del Norte y los principales actores que inciden en el mismo, una pregunta aparentemente apresurada sobre lo que planteaba la carta ya mencionada y lo que haría el gobierno norteamericano, a lo que respondió el Jefe de la diplomacia estadunidense: “lo tenemos bajo evaluación. Es un asunto muy serio con respecto al daño que ciertas personas han sufrido. Hemos traído a algunas de esas personas a casa. Están bajo revisión”.
De inmediato se dispararon los medios. La noticia fue difundida por los principales periódicos y agencias de prensa, unos estaban listo para hacerlo, otros actuaron por el interés de la noticia. El cierre de la obra estaba cerca.
En Miami, Marco Rubio y camarilla estaban celebrando por adelantado lo que consideran su victoria. En La Habana imagino el trajín de los reporteros alrededor de la embajada de Norteamérica en busca de noticias frescas, los diplomáticos, unos de seguro haciendo sus maletas con suvenires cubanos, otros controlando los trabajos para borrar los daños del huracán Irma, todos sin saber si continuaran en sus puestos. Solo falta la orden.
La que da cumplimiento al objetivo trazado, retrotraer los vínculos entre ambos países a los niveles existentes antes del restablecimiento de las relaciones diplomáticas.
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