Parte I: El pueblo cubano sí tiene ideología
Luego de leer la declaración de fe de Roberto Veiga, el director de esa plataforma pública llamada Cuba Posible, proyecto de partido político destinado a apropiarse del poder en Cuba y con ello hundir la nación en lo imposible, me sentí animado a escribir unas reflexiones en interés de denuncia y también de entrenamiento, que esta guerra es de resistencia, pero en la medida que avanzaba con el discurso infeliz del raro espécimen de “candidato político sin ideología” descubrí que es imposible en el término razonable de un par de cuartillas señalar tanta necedad, a no ser con la síntesis de un exabrupto criollo- tenemos bastantes y muy buenos en nuestro idioma- pero eso sería sonoro y pintoresco pero no educado. Voy a esforzarme por la síntesis, cuando considere que estoy a punto de los bostezos, pongo al final del párrafo un visible punto y una nota amenazante “continuará”.
El escarnio más visible en el texto de marras es el intento de poner a José Martí de su lado. Citado fuera de contexto, manipulando y ocultando, el centrista ofende al independentista. Si le damos crédito estaríamos poniendo a José Martí al mismo nivel del ideólogo autonomista José Fernández de Castro o con el anexionista José I Rodríguez Hernández quien conspiró contra el héroe cubano en la Primera Conferencia Internacional Americana. Ofende a Martí, niega su radicalismo, su toma de partido. Martí es el centro de una ideología, de una ética que se sostiene en el pensamiento y en la práctica revolucionaria. El señor Veiga debería, por decencia al menos, no poner en sus textos las palabras de un Mayor General del ejército libertador que murió en combate todo ímpetu, todo hombre, todo valor. Si continúo por ese camino terminaré en la ira y el exabrupto será mi texto, de modo que dejaré a otros, magníficos escritores y pensadores revolucionarios, quienes seguramente se sentirán estimulados a vindicar al Maestro con palabras más acabadas que las que yo, guajiro al fin, pueda decir.
El señor Veiga afirma en su declaración:
“No ocurrirá un desarrollo inclusivo de la pluralidad ideo-política del país. Sólo serán aceptados aquellos cubanos convocados a ratificar posiciones oficiales, preferentemente aquellas que expresen la mayor resistencia posible a todo cambio del actual modelo socio-político o la nostalgia en torno a épicas (y a errores) del pasado. De este modo, resulta obvio que tampoco se asumirán, de manera oficial, los cambios necesarios para desarrollar el país y hacer evolucionar el bienestar de la sociedad cubana (en aquellos aspectos que resulta imposible culpar al bloqueo estadounidense de los defectos y carencias que padecemos)”.
Y continúa con total desfachatez:
“Quizás los defensores del inmovilismo puedan tener razones válidas; pero en ningún caso, a estas alturas de las circunstancias, ellas poseen la legitimidad política e histórica que pueda justificar el sostenimiento del lamentable estado de nuestra realidad. Sólo basta percibir algunos de los efectos de tal empecinamiento para comprender que están errados. Entre ellos podemos encontrar: pobreza, marginalidad, corrupción, incapacidad para generar desarrollo, desesperanza y frustración, así como la emigración continua de cubanos talentosos y capaces”.
San Jorge y el dragón
A lo interior del proceso de construcción socialista circulan, se contraponen, interactúan contradicciones y matices diversos, complejos algunos de ellos en los límites del antagonismo absoluto, ese proceso de constante movimiento es el responsable de la existencia misma de la sociedad cubana, de su sistema político y sobre todo de la constante transformación, contrario de negación. El trazado cartesiano de la ruta o las rutas a seguir para llegar al comunismo es dialéctico y contradictorio, lo cual se evidencia cada día en la realidad de los cubanos, en las decisiones y en los errores, en los avances, en la sobrevivencia en los que se van a otros lugares, en los que se quedan en Cuba. En una sociedad en transición, el sujeto es un sujeto en transición y no inmóvil o anclado. Digo sujeto y digo mucho más que persona, extiendo el concepto a los actores sociales y políticos, económicos que confluyen dentro del sistema. Desde el comienzo mismo de la revolución este país se transforma cada día. En los últimos años, la evidencia de ese cambio constante es el día a día de una nación.
Por tanto es absurda la tesis del inmovilismo, a no ser que se sostenga sobre la idea maliciosa de considerar como sinónimo de cambio la cesación del propósito socialista, y la imposición del capitalismo en cualquiera de sus variantes, entonces hay que decir con toda franqueza que en efecto, estamos ahí, en la construcción socialista, luchando con todas las fuerzas para impedir el retorno al pasado, el cual nos presentan disfrazado de futuro en HD, tercera dimensión, realidad virtual, promesas hipertextuales y todas las variantes posibles de la seducción en la postmodernidad.
Del mismo modo es malicioso, pero sobre todo grosero, señalar a la revolución como responsable de los males que enfrenta y lucha por derrotar, los cuales son antinaturales en el proyecto socialista. Sobreviven como ya sabemos, porque durante la transición al socialismo, y un tanto más allá, conviven los males y las conductas propios de la sociedad capitalista no derrotada aún, mezclada en el tejido social, ardiendo bajo, como el fuego en la hierba húmeda. Existe dentro porque aún no ha sido extirpado y aquí deberíamos decir por qué no ha sido derrotados. Las razones son diversas, algunas tienen que ver con fallos en el mismo sistema, lógico en un proceso que se reproduce a si mismo, “sin calcos ni copias”, sin referentes ni mapas.
Un proceso que avanza hacia lo ignoto por un camino laberíntico que se hace al tiempo que se avanza. Hay que ser torpe o venenoso para negar que el error es parte de la realidad. Se toman decisiones, se aprueban leyes se hacen políticas para resolver los problemas actuales, el mecanismo muchas veces se atasca y es preciso desarmarlo para desatascarlo, el fallo en ocasiones está en el mismo sistema, otras veces en las personas. Pero muchas veces ocurre que cuando las soluciones son la respuesta esperada, la vida nos cambia las brutalmente las preguntas. Es el caso de estos días ciclónicos, desastrosos, cuanto hubiéramos avanzado si nuestro archipiélago no estuviera en la ruta natural de los huracanes. La revolución es eso “luchar contra poderosas fuerzas dominantes”.
Sobreviven esos males además porque llegan- incesantes como las olas del mar- desde el exterior. Cuba no está rodeada solamente de agua, sino también de capitalismo persistente, poderoso agresivo. La guerra cultural, la guerra económica contra la Isla rebelde está ausente de las declaraciones de fe de los fallutos políticos. Tendientes naturales al servicio del imperio, nunca o casi nunca denuncian el crimen del imperio, que es esa guerra de desgaste, genocida y cincuentenaria contra Cuba. El efecto sostenido, acumulativo, deformador del bloqueo, está excluido o es limitado en los textos serviles, como la principal variable que impide el desarrollo de la nación y si se menciona, así de soslayo- como en el texto aquí denunciado- se alude pero como arma arrojadiza contra la revolución, el bloqueo es una excusa una culpa en las consignas del “oficialismo” y no una terrible realidad.
Es su libro Cuba Revolución o Reforma, el que por cierto será lanzado nuevamente en los próximos días ahora en edición de Ocean Sur, Enrique Ubieta apunta “Se demoniza a Cuba por no haber podido impedir el resurgimiento de la prostitución, y la solución implícita, la capitalista, significaría la extensión de la prostitución. Se acusa a Cuba de no haber podido contener ciertas injustas diferencias sociales después del derrumbe del llamado campo socialista y la solución capitalista sería acrecentarlas, hacerlas más hondas, injustas e irreversibles.” (1)
Acusar a la revolución de la corrupción, la marginalidad (término discutible) la pobreza, es igual que acusar a San Jorge de la existencia y la maldad del Dragón. Sin embargo debo considerar esa idea con ciertos visos de razón. Sin el héroe el dragón es el todo. Sin la revolución, como pasa en otras naciones, la pobreza, la corrupción, serían el todo, la existencia misma del sistema, el producto natural del egoísmo eterno, desesperanzador natural. En el estado de la revolución, esos males son tan evidentes como perseguidos, tan ofensivos como acorralados, tan lacerantes como ajenos. El dragón no tiene paz, porque el héroe no se la da tampoco los males del capitalismo duermen tranquilos en un Estado, en un pueblo, en revolución socialista, que si tiene ideología marxista, martiana, fidelista.
¿Vale la pena este debate? Sí, lo que está en juego supera a las personas y las individualidades. Lo que está en juego es Cuba, su independencia y con eso no se juega. En ocasiones la gravedad de los asuntos, su naturaleza impide despersonalizar el debate, ojalá fuera posible, aunque solo significara no dar más publicidad a quien no la merece pero, lamentablemente este no es el caso. El director del proyecto de partido político Cuba Posible, y casi por obviedad su figura de cabecera en las aspiraciones al poder en la Isla, hace y pública en su página una declaración de fe, la cual semeja uno de esos pasquines de propaganda electoral propias de las campañas por el escaño mayor del Estado. Al final del texto, solo le faltó decir- aunque no le echamos de menos- “Vote por Mi”.
¿Anticomunista y cristiano?
El texto del aspirante a candidato está llenos de mensajes para atraer a los modernos reformistas, autonomistas, anexionistas, socialdemócratas y otras muchas variantes de la contrarrevolución. Su primera declaración es un mensaje bien claro para tranquilizar a los patrocinadores electores. Declara -casi con rudeza- que no es comunista.
“Quiero ratificar que no soy comunista. Pese a sus más iluminados análisis, diagnósticos y postulados, no alcanzo a simpatizar con tal teoría, filosofía, ciencia, ideología. (…) De la misma manera, siempre me inquieta cierto espíritu que le insufló a dicho ideal su fundador, Karl Marx”.El egoísmo es la única presa que hace el comunismo de la voluntad humana. Se opone al mercado y a la mercancía como centro de todo y en su lugar ubica al humanismo revolucionario, igual hace el cristianismo, comparte el pan y los peces, expulsa a los mercaderes del templo. Desde el lanzamiento del Manifiesto Comunista en enero de 1848 las acusaciones contra los militantes son las mismas que hace este candidato del partido burgués, matizadas lógicamente por el contexto histórico.
El comunismo se propone sustituir la libertad burguesa, sustentada en los tiempos actuales por el neoliberalismo en todos sus gradientes y defendida a capa y espada a lo largo de todos estos años por los dueños del poder hegemónico, que destroza la naturaleza, incrementa la pobreza y la desigualdad al tiempo que insiste en detener la historia, negar la lucha de clases, afianzar el poder de los ricos sobre los medios de producción.
La doctora Isabel Monal, Premio Nacional de Ciencias Sociales de Cuba, aseguró en una ocasión que no es posible interpretar el mundo actual, con certeza, si no es a través del marxismo. Ese que al decir del doctor Fernando Martínez Heredia es una epistemología del conocimiento social y esa afirmación rebasa el reduccionismo del marxismo a una ideología, teoría o ciencia. Es la interpretación de la realidad, de la historia, de los acontecimientos en los que interviene el ser humano junto a su entorno a partir del marxismo como metodología para el conocimiento. Es obvio que suscribo esas afirmaciones.
También subscribo, con ambas manos, la opinión de Frei Betto “El socialismo es el nombre político del amor” debido a la formación cristiana del “político sin ideología”, de la que tanto se ufana, debería serle más próximo este pensamiento de un probado seguidor de Cristo. Por cierto hay otro pensador revolucionario, no creyente, que llega a conclusiones similares a las de Frei Betto. “Un revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor” Ernesto (Che) Guevara. La sociedad a la que aspiramos los revolucionarios cubanos, está más próxima del ideal de Cristo que propuesta por Cuba Posible y su director.
Huracanes y sismos en la gente y en los bancos
Aún en medio de las carencias, el sistema político cubano, nuestra mayor conquista, ha sobrevivido a 50 años de guerra despiadada. ¿Qué son 50 años para un sistema social? ¿Qué son 60 años en el lentísimo devenir de los tiempos históricos? El capitalismo con cinco siglos no ha sido, ni lo será capaz de resolver los problemas de la humanidad, es más los acrecienta. ¿Cómo se puede acusar a la revolución cubana de fallida si apenas ha nacido, y su infancia ha sido traumática por los odios, las maldiciones, la guerra tangible, mortal, constante de los poderosos gobiernos gringos y los mafiosos de origen cubano? Al pueblo cubano debería reverenciarse por su heroísmo. Apoyar la destrucción del sistema social que ha escogido la inmensa mayoría de los cubanos y ha defendido con su propia sangre es un crimen.
Tres huracanes monstruosos y un sismo descomunal han devastados nuestras naciones. Solo una mirada a tan extremas circunstancias a la respuesta, la recuperación, el respeto a la vida humana deberían servir para comprender las diferencias cuando el gobierno revolucionario, el partido de vanguardia, no interesado en pujas electorales, sino al servicio de la gente, actúan en conjunto con el pueblo, en bien de todos, en el socialismo; con otras naciones donde los partidos políticos y los egoísmos de gobernantes y propietarios ponen, antes que las personas, sus cuentas bancarias.
Me pregunto ¿Si en la sociedad para la que se postula Cuba Posible, el Estado reduciría o eliminaría los impuestos de los negocios privados afectados por el huracán, como ha hecho el gobierno revolucionario? ¿O se manejarían los fondos públicos como lo hace España- uno de los modelos de estos señores- para salvar a los bancos con el dinero de la gente, o como ha hecho Cuba, poner el dinero de los bancos para subsidiar a las carencias de la gente? No se pueden comparar los bancos de un país pobre y bloqueado como está nación del Caribe, con los poderosos bancos de las transnacionales imperantes en el mundo.
Político sin ideología o “Soy tan liberal como conservador”
El señor director no es comunista según el mismo dice, y seguidamente apunta “En cuanto a mi posición socio-política, nuevamente ratifico que, aunque reconozco la legítima naturaleza de las ideologías, no poseo ideología alguna y siempre me esforzaré para jamás tenerla”.
Seguidamente el aspirante se apresura a contradecirse:
“Sólo me aferro a un ideal (una República de y para la justicia social) y a unos pocos principios sin los cuales este sería imposible (libertad personal, desarrollo humano, seguridad legal y social, democracia ciudadana, gobierno eficaz, progreso económico, y equidad social)”.
Será que necesitamos de la bondadosa sociedad que nos promete el aspirante para garantizar el desarrollo humano en Cuba La respuesta está delante de nosotros mismos.
Según Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Entre las 188 naciones que presentan los datos de Desarrollo Humano al, Cuba ocupa esta vez el lugar 67, lo cual mejora en dos escaños su posición respecto al informe del 2014, y la sitúa, nuevamente, entre los países con Desarrollo Humano Alto. Hay mucho por hacer para mejorar esos índices, pero lo que hay que hacer, solo puede hacerse en el socialismo.
Tal y como dice mi compañera del equipo docente, profesora de filosofía, mi crítica más dura y amorosa: en los parámetros por los que se mide el desarrollo humano al mundo provienen de los ideólogos del capitalismo, los cuales desconocen la historia de saqueo de las metrópolis a las colonias y como esas deformaciones llegan a estos días como huellas y distorsiones de siglos de explotación y saqueo, pero no obstante, esos parámetros de la ONU, son los que tenemos.
Pero vale la pena seguir un poco más con el marketing político del aspirante a candidato electoral:
“Por otro lado, también quiero confirmar de nuevo que, en cuanto a los instrumentos para realizar este ideal y estos principios, no tengo apego a ninguno de los que he propuesto. Estos, repito, siempre serán circunstanciales, porque nunca se refieren al fondo, o sea, al fundamento y al fin, sino a la forma que impone cada contexto, cada reto” y más adelante en el texto asegura que
“En este instante afirmo que no dejaré de trabajar por mi país y que lo haré sólo a favor de esa República prometida por el más grande de nuestros patriotas. Para ello, estoy dispuesto a cooperar con todos los cubanos de buena voluntad, militantes de los diversos “comunismos”, de los disímiles “socialismos”, de los diferentes “liberalismos”, de todas las proyecciones socialcristianas, etcétera. Todas las ideologías y orientaciones ideo-políticas pueden ser legítimas y enriquecedoras…”
De personajes así decía mi abuela “es un bicho” refiriéndose a sus maneras ladinas, a la astucia en sus movimientos para conseguir quedar bien con todos, como aquel político en los años 40 del siglo pasado que en un mitin electoral, ante el reclamo de un asistente por haber cambiado de bando afirmó sin tapujos “soy tan liberal como conservador”. El candidato o aspirante a candidato informa que pude cambiar sus “instrumentos” en cualquier momento y así satisfacer, según las circunstancias, a los potenciales electores o, como ocurre en las democracias burguesas, a los dineros que pagan las campañas pero compiten entre ellos.
Tenemos partido señores ¿Quién da más?
Finalmente, el anuncio oficial:
“Ante esta disyuntiva, los signos de los tiempos reclaman un activismo, también amplio e intenso, encaminado, sobre todo, a definir soluciones y la manera de hacerlas viables, así como exigir y asegurar que se realicen (…) Incluso, cuando sea pertinente y posible, será indispensable proponerse, además, la constitución de una agrupación política programática, sin la cual no serían factibles tales propósitos (a pesar de que dicha probabilidad se mantiene cancelada de forma oficial y anatematizada por sectores significativos de la sociedad)”…
A los votantes del futuro, animadores y sobre todo financistas del presente el señor director les promete que va a “exigir y asegurar” ¿la soberbia es pecado? Continúa la declaración anunciando que en el momento que sea “pertinente” constituirán una “agrupación política”. Partido político destinado a luchar por el poder en Cuba. Un partido opositor con toda la atención y mimos -en dólares y euros- de los enemigos de la revolución. Una estructura visible sobre la que llamar la atención ya que las creadas hasta el momento por la CIA, como esa esperpéntica cofradía de las Damas de Blanco están degradadas y por las que nadie apuesta un centavo.
Al leer el texto del aspirante no puedo evitar hacerme preguntas:
¿A quién se está ofreciendo este señor como candidato posible en una Cuba Imposible? ¿Cree hay condiciones favorables en Cuba como para apoyar una propuesta de migración al pluripartidismo y con ello favorecer una transición suave a la sociedad de mercado? ¿Tal vez cree poder convencer a la mayoría de los cubanos, los cuales apoyamos abrumadoramente el proyecto socialista de que cesen en ese apoyo?
En el escenario de la industria anticubana ¿Tal vez aspira a suplir la ausencia dejada por Oswaldo Payá, ausencia que en el pobre caleidoscopio de la contrarrevolución no ha sido suplida en todos estos años por ninguno de los relanzados como anticastristas “moderados o no confrontacionales” y mucho menos por los virulentos o caricaturescos sujetos del mercenarismo, lo cual deja abierto un espacio potencialmente solvente del mercado anticubano? ¿Será por eso que la autobiografía política del aspirante hace tanto énfasis en sus años al frente Espacio Laical o de Casa Cuba?
Lo que sí es obvio que el director de Cuba Posible y su equipo responden a un patrón de contrarrevolucionarios destinado a meter cuña en los próximos desafíos democráticos de Cuba, y a vender una imagen confiable a los norteamericanos influyentes en la política de EEUU hacia Cuba que apoyan el acercamiento, pero no el sostenimiento del sistema socialista, y a los europeos quienes encuentran total empatía con esas ideas de la socialdemocracia que le son tan familiares. En materia de marketing político esta declaración, el perfil editorial y toda su línea de mensajes en Cuba Posible es una muy clara oferta en busca de clientes con influencia y sobre todo con dinero.
Preguntas complicadas, pero igual también es un derecho cuestionar.
Por qué será que ya este discurso del director de Cuba Posible creo haberlo oído antes, tal vez es que me recuerda las palabras de Manuel Artime jefe civil de la derrotada Brigada mercenaria 2506 “revolución sí, comunismo no”.
O quizás se me parece a las palabras de Jorge Mas Canosa en los tiempos en que se alistaba como futuro presidente de Cuba bajo las promesas liberadoras de Reagan primero y de Bush padre después. “Es muy simple lo queremos para Cuba: libertad, respeto a los derechos humanos, pluripartidismo, democracia y elecciones libres periódicamente”.
Iguales de pragmáticos, iguales de anticomunistas, pero como ellos, el partido político de Cuba Imposible está destinado a engrosar esa lista infeliz que la historia de vez en cuando nos recuerda. Mientras tanto, el pueblo cubano mayoritariamente trabaja para conseguir una sociedad próspera y sostenible, esa que aún lejos, nos llena de esperanza ante un mundo caótico y brutal una sociedad que se llama comunismo donde el amor y no el egoísmo hagan realidad el sueño de Marx y el ideal de Cristo.
(1) Ubieta E. 2012. Cuba Revolución o Reforma, editora Abril, La Habana pág 114
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