María Isabel Alfonso, Cuba Posible
Marzo 23, 2017
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Foto tomada de laventana.cult.cu
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Cuba Posible, en su esfuerzo por dar continuidad a las reflexiones sobre la prensa y la esfera pública en nuestro país, ha entrevistado al periodista de origen uruguayo Fernando Ravsberg, quien ha sido corresponsal de diversos medios de prensa extranjeros en nuestro país, y mantiene, desde hace varios años, el reconocido blog Cartas desde Cuba.
¿Cómo es que llegaste a hacer periodismo en Cuba y por qué te decidiste a quedarte en la Isla?
Llegué, como muchos otros colegas en el año 1990 para cubrir el desenlace político de Cuba frente a la desaparición de la URSS y del Campo Socialista europeo. Desde el viejo continente había la percepción de que la Revolución cubana no sería capaz de sostenerse sin el apoyo soviético.
En el año 1997 intenté convencer a los medios para los que trabajaba de la conveniencia de cambiarme por otro colega, pero no conseguí el apoyo en las redacciones. Todos insistieron en que me mantuviera “hasta el fin de la película”; seguían con la tesis de 1990. Poco tiempo después caía en las redes de esta nación, me enamoré de ella y fui yo el que no quiso irse a pesar de haber tenido una par de ofertas muy interesantes de trabajo. Por otra parte, mi independencia de criterio es más apreciada como corresponsal que como miembro de una redacción.
¿Cómo concibes el periodismo y cómo se parece el que tú practicas al que concibes como ideal?
Yo concibo el periodismo como un servicio público y a los periodistas como trabajadores al servicio de la sociedad; como los basureros, por ejemplo. En este sentido mi ideal es una sociedad en la que todos los medios sean de propiedad pública, regido por leyes que protejan a los periodistas frente a los poderosos y también a la población ante el ejercicio poco ético del periodismo. A pesar de que Cartas desde Cuba no es un medio de prensa, sino simplemente mi blog personal, hago una selección de noticias buscando prestar un servicio a los cubanos. Hace algún tiempo una dirigente de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) me dijo que me leía pero que a veces no estaba de acuerdo con algunas cosas que yo publicaba. Le respondí que yo también estaba en desacuerdo con algunas cosas que publicaba, pero que lo hacía porque consideraba que eran cuestiones de interés público. Así he informado sobre la migración ilegal y los riesgos que implica, sobre las propuestas de senadores de Estados Unidos para quitar las ayudas sociales a los cubanoamericanos, etc.
Los medios de comunicación en Cuba son estatales, es decir, no están en manos de poderes privados. Pero, ¿son realmente medios públicos? ¿Cuál es la diferencia? ¿Cuál es tu preferencia?
Los medios en Cuba son, en un 99 por ciento, de propiedad estatal; yo diría, incluso, que partidaria porque el máximo poder lo tiene el Departamento Ideológico del Partido Comunista de Cuba (PCC). El modelo es calcado del soviético y se mantiene a pesar de que en la URSS se convirtió en una herramienta clave para desmantelar el socialismo. Sin embargo, el hecho de que todos los medios sean estatales le da a Cuba una oportunidad única de transformarlos en medios públicos sin tener que enfrentarse, como en otros países, con poderosos propietarios particulares. De todas formas, la burocracia pondrá todas las zancadillas posibles a ese paso porque la independencia de los medios pondrá al descubierto la corrupción e inoperancia de muchos sectores.
Para que haya medios públicos es necesario que la sociedad cuente con leyes que regulen el ejercicio de la profesión como explicaba antes; esa ley de prensa se retrasa en las gavetas de la burocracia pues teme que esta afecte sus intereses económicos.
La posición de atrincheramiento adoptada por un sector del periodismo y la blogosfera cubanos parecen ir en contra del espíritu de “actualización” y transformación que, promovidas por el gobierno, atraviesa la sociedad. ¿A qué crees que se debe esto?
Yo creo que en todo momento de cambio (y este lo es), hay fuerzas que empujan la carreta hacia adelante, otras que la intentan frenar metiéndole palos en las ruedas y muchas que se quedan indiferentes esperando el desenlace.
Son variadas las razones por las que los inmovilistas actúan con el extremismo que lo hacen en la sociedad (la blogosfera es solo un reflejo). Están los corruptos que viven del río revuelto y no quieren que la economía se ordene, porque eso afectaría sus ganancias. Por otra parte, hay un buen grupo de oportunistas que protegen sus puestos en el aparataje “político ideológico” porque este les da privilegios, viajes, gasolina, automóvil, etc… Finalmente están los que sinceramente creen que los cambios traerán el fin del socialismo, la instauración del capitalismo y la dependencia de Estados Unidos.
No sabría decirte cuántos hay en cada uno de estos grupos, pero te puedo asegurar que las reformas de Raúl Castro tienen muchos enemigos que, en su conjunto, ejercen una poderosa fuerza contra los cambios. El contrapeso y principal apoyo del Presidente reside en que la población, en su mayoría, desea cambios que les permita una vida más próspera.
¿A qué atribuyes la emergencia de espacios alternativos en los campos del periodismo y la blogosfera en Cuba? ¿Qué aportan estos medios? ¿Qué limitaciones tienen?
Yo creo que el principal aporte de los nuevos espacios informativos (me resisto a utilizar las palabras “medios” y “alternativos”), ha sido demostrar que otro periodismo es posible en Cuba, que se puede hacer dentro de la Isla y con periodistas nacionales. Lo que queda patente con la apertura de estos nuevos espacios informativos es que Cuba tiene excelentes periodistas y una pésima prensa. La causa de esta problemática es, sin lugar a dudas, la relación Partido-Prensa, que ha llevado a los medios nacionales a perder su credibilidad.
La mayor limitación de estos nuevos espacios informativos es la económica. Es muy difícil obtener financiación sin que los blogs oficialistas, de inmediato, te acusen de “mercenario”. Esos mismos que reciben dinero en abundancia de las arcas del Estado. Fue el caso de Harold Cárdenas, quien trabajó para “El Toque”, de Radio Nederland y con lo que ganaba ahí sostenía, en parte, a su blog La Joven Cuba. Llegaron al absurdo de acusarlo de trabajar para la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), porque Holanda es miembro de esa organización. Es por esta razón que, a pesar de haber recibido ofertas de apoyo económico de las más variadas fuentes, sigo optando por pagar los gastos de Cartas desde Cuba con mis ahorros.
La violencia física contra los periodistas es una constante en muchos lugares del mundo. En Cuba se han promovido estándares de respeto hacia los profesionales del periodismo y, en general, aunque hay mucho por cambiar, la Isla está muy lejos de la caricatura que pintan los grandes medios en Estados Unidos. Sin embargo, hace poco sacaste una nota denunciando un comentario de violencia (e incluso, xenofobia) de un bloguero cubano contra tu persona. ¿Piensas que esto es una tendencia que puede seguir proliferando, o una lamentable y aislada excepción? ¿Crees que a pesar de esto, se han ampliado los espacios de aceptabilidad y pluralismo?
Pienso que uno de los mayores logros de la nación durante el último medio siglo fue eliminar la violencia social que existía en Cuba antes de 1959. Era tanta la violencia que el Presidente de la República tuvo que reunirse con los gánsteres para negociar con ellos. Era tanta la violencia que muchos estudiantes universitarios iban a las aulas con pistolas.
Yo creo que la amenaza que recibí, la cual fue festinadamente reproducida por la periodista cubana Norelys Morales, muestra una escalada en la violencia del debate público. Pero los violentos no son los estrategas de esta presión, los verdaderos actores intelectuales son quienes, sin la menor prueba, señalan a los nuevos espacios de información como parte de un complot para destruir a la Revolución cubana. A partir de ese enfoque surgen exaltados que sueñan con tener paramilitares como en Colombia o sicarios como los Zetas mexicanos para ajustarnos cuentas a los periodistas. Y, además, lo escriben en sus blogs. Realmente, con los antecedentes violentos de esta sociedad, creo que cualquier manifestación de este tipo debería ser atajada a tiempo.
¿De qué manera un periodismo más investigativo y menos pasivo nos convierte en ciudadanos con mayor capacidad de participación/ transformación?
Yo creo que Internet ha creado un espacio nuevo para la construcción de mensajes combinados entre periodistas y lectores. La posibilidad de que los lectores comenten y aporten nuevos elementos hace que la nota no esté terminada hasta que el último lector dé su opinión.
Algunos periodistas han cerrado el espacio de comentarios en Cuba, Colombia y otros países por el trabajo que cuesta la moderación de ese debate. Yo creo que cerrar la interacción es castrar el periodismo digital, convertirlo en estéril. En Cartas desde Cuba hemos logrado que revolucionarios, anticastristas y personas sin una posición tomada puedan debatir en base al respeto en el desacuerdo. Creo que debatir con los que piensan diferente y forman parte de la nación es la mejor forma de alcanzar la unidad en la diversidad, en momentos en los que hasta el Presidente de la República cuestiona la falsa unanimidad.
Sin embargo, ahora no solo hace falta exigir a los periodistas profesionalidad, también es necesario plantearles a los lectores seriedad en sus comentarios, avalando con datos y fuentes lo que afirman.
Has comentado en tu artículo “La Revolución digital de Cuba”: “Es inútil intentar contener el río de información que circula por Internet construyendo diques. La nación ganaría si esos recursos se dedicaran a enseñar a los cubanos a navegar, dándoles las herramientas que les permitan sortear hasta la más engañosa de las corrientes”. ¿Cuán importante es promover prácticas de aceptabilidad y accesibilidad a Internet hoy en Cuba?
Entiendo que debe haber leyes que sancionen, por ejemplo, el terrorismo o la pedofilia en Internet; pero dados los avances tecnológicos creo que el uso responsable de la red depende, fundamentalmente, del usuario. En este sentido me parece una torpeza prohibir en Cuba el acceso a determinadas páginas cuando hasta un niño puede hoy sortear el bloqueo. Esta situación obliga a apostar por preparar al usuario para que navegue con responsabilidad, para que no crea todo lo que aparece en Internet, para que sepa separar “la paja del trigo” e, incluso, para que conozca cómo buscar la información que necesita entre miles de millones de informaciones. Creer que con “policías ideológicos” se puede controlar Internet, es una ilusión o una forma de intentar continuar viviendo del cuento.
Algunos de tus críticos en Cuba se centran en que eres colaborador de un medio “español” (Público), pero no explican que se trata de una de las publicaciones digitales españolas de izquierda de mayor seguimiento en ese país y en la red. ¿Cuáles son sus contenidos y políticas editoriales? ¿Qué representa colaborar para un periódico como éste en el contexto del panorama mediático español actual?
Efectivamente, trabajo para el mayor periódico de izquierda de España y el único de los grandes que trata la situación cubana sin prejuicios ideológicos. Se trata del medio que apoyó a “Podemos” desde el inicio del movimiento, cuando ningún otro órgano de prensa les daba un espacio. Por otra parte, fue el primer gran periódico que dio el salto al ciberespacio, cerrando su versión de papel, experimentando un gran crecimiento en el número de lectores (lo cual hoy se demuestra que fue un gran acierto y otros grandes periódicos intentan imitarlo).
A nivel editorial no tengo ningún problema, mis notas se publican sin cambios, por lo que soy responsable de cada palabra que aparece en ellas. Creo que el “encuentro” entre Público y yo no fue casual, ni un amor a primera vista, sino un acercamiento gradual e intelectual.
Los extremistas me acusaron antes de ser un mercenario al servicio de la BBC, ahora siguen diciendo lo mismo aunque trabaje en Público y pague Cartas desde Cuba de mi bolsillo. Son como un disco rayado, tienen poco talento hasta para elaborar infamias.
La censura parece estar hoy a la orden del día en Estados Unidos, país que se vanagloria de practicar los estándares de la “prensa libre” (me refiero, en concreto, a la prohibición a The New York Times, CNN, Político, Los Ángeles Times, y otros medios de prensa, a participar en las sesiones informativas de la Administración Trump). ¿Qué nos dice esto de las dinámicas informativas globales, y de las particularidades de Cuba?
Creo que los derechos de los periodistas se están reduciendo en todas partes del mundo, los atropellos van desde Honduras hasta Francia, aunque los más floridos sean los de Trump. En parte tienen responsabilidad los medios de prensa, los cuales toman posiciones editoriales demasiado marcadas a favor o en contra de algunos políticos. También tenemos responsabilidad los propios periodistas, que somos incapaces de levantarnos e irnos cuando un colega es agredido por los matones de un político. En el caso de Cuba ya ves cómo cuando un extremista amenaza a un periodista con una golpiza pues la colega Norelys Morales se solidariza públicamente… con el agresor.
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