miércoles, 23 de agosto de 2017

Desideologización de lo económico y neoliberalismo en Cuba: ¿de verdad?

Por Pedro Monreal, El Estado como tal

Es conocida la preocupación de la dirección política del país con la dimensión ideológica del proceso de transformaciones económicas y sociales que se anhela acometer en Cuba. Eso implica inevitablemente una discusión sobre el tema y las discusiones siempre se producen entre personas concretas.

Parecería ser que algunos de los que se han colocado en el “borde delantero” de esa discusión ideológica consideran que tienen un amplio margen de maniobra para decir lo que se les ocurra, pero es conveniente llamar la atención acerca de varias cosas.

Entre las novedades “analíticas” sobre Cuba que nos trajo este verano hay dos cuestiones interesantes. La primera es que parece existir una “escuela de pensamiento” que considera como una forma de utilitarismo desideologizado el reclamo de una atención priorizada a la restructuración económica del país. Sin embargo, ello no es óbice para que paradójicamente se les endilgue una supuesta afiliación ideológica determinada –sea neoliberal, socialdemócrata, o cualquier otra- a esos mismos de quienes se ha dicho que, por defender la atención priorizada de lo económico, postulan un “relativismo desideologizado”.

La segunda novedad es que ha estado “denunciándose” la existencia de economistas neoliberales en los debates sobre el país, entre ellos el autor de este blog.

Lo primero pudiera expresar holgazanería intelectual. Los “analistas” simplemente parecen no haberse tomado el trabajo de leer con atención los supuestos textos economicistas, pragmáticos y carentes de principios que creen estar “denunciando”. La incongruencia del discurso lógico que con frecuencia hacen (“denunciar” una desideologización y al mismo tiempo decir “más bien todo lo contrario”) as algo que también deberían dedicarse a resolver.

Lo segundo -la cuestión del neoliberalismo- pone en evidencia la falta de ilustración económica y la ausencia de capacidades analíticas de algunos exponentes de esa nueva hornada de comentaristas ideológico-económicos.

No intento hacer una valoración general sobre el asunto y por tanto me referiré específicamente a tres artículos:

“Cuba: Revolución vs. Centrismo. Procesos culturales y estrategias políticas”. Por Jorge Ángel Hernández Pérez, La Jiribilla, 8 de julio de 2017.

“Ideas en el centro del debate”. Por Elier Ramírez Cañedo, La pupila insomne, 20 de julio de 2017.

“Divertimentos académicos”. Por Carlos Luque Zayas Bazán, La pupila insomne, 17 de agosto de 2017.

Intentar hacer análisis tocando de oído

El primer texto se refiere al neoliberalismo, pero sin hacer explícito qué articulo y autor concreto pudiera estar criticándose.

Lo que esencialmente se dice en ese texto es que el llamado “centrismo” funciona como un caballo de Troya del neoliberalismo

Hernández Pérez no ofrece la menor pista para poder entender cómo los “centristas” -o quien sea- están fomentando la ideología neoliberal desde adentro. Simplemente dice Hernández Pérez que otros han dicho eso y él se limita a repicar esa campana.

Por supuesto que no se aclara quiénes son los otros que se han referido al “caballo de Troya del neoliberalismo” en el contexto del denominado “centrismo” en Cuba. Quizás pudiera tratarse de Ileana González, la autora de uno de los textos más triviales de la compilación “Centrismo en Cuba: Otra vuelta de tuerca hacia el capitalismo”, que es donde ha podido localizarse la utilización de una expresión parecida.

Es decir, que no hay que prestarle atención al texto de Hernández Pérez en esta cuestión del neoliberalismo. Se trata de un intento fallido de vender una superficialidad como si fuese un análisis.

Una discrepancia respecto al método de análisis

El texto de Ramírez Cañedo (20 de julio de 2017) incorpora comentarios que ambos hicimos el día anterior en Cubadebate a propósito de un texto de Enrique Ubieta (“Las falacias en su centro”, Cubadebate, 18 de julio de 2017).

Ramírez Cañedo plantea dos ideas básicas respecto a la desideologización y el neoliberalismo.
La prioridad de las soluciones económicas como una engañifa desideologizante


La identificación (no especificada) de textos relativos al debate en Cuba que estarían expresando variantes de una ideología socialdemócrata o neoliberal.

Mi respuesta al primer punto (desideologización) la ofrecí inmediatamente en un artículo publicado en el blog El Estado como tal, el 20 de julio de 2017, con el título “Debates en Cuba: ¿ideología sin proteínas?” https://elestadocomotal.com/2017/07/20/debates-en-cuba-ideologia-sin-proteinas/

No repito aquí lo que entonces expuse.

Solamente agrego que modestamente trato de orientar mis análisis sobre la base de cinco aspectos del método marxista que considero que son relevantes para el debate económico en Cuba: a) la distinción entre las manifestaciones y su esencia, y el entendimiento de que el sistema de ideas con el que cada sistema económico y social se auto percibe (ideología) tiene una función esencialmente justificadora y por tanto la cuestión es cómo asegurar la función critica del análisis en un contexto como el cubano donde tiende a ideologizarse muchas cosas; b) tratamiento de los problemas económicos, sociales y políticos de conjunto, en su interrelación; c) abordar los problemas económicos como problemas históricos que deben ser explicados socialmente y concebir las regularidades económicas de manera histórica específica; d) utilización de la dialéctica en el análisis, con énfasis en explicaciones apoyadas en contradicciones y crisis, y adoptando una perspectiva materialista; y e) concebir el desarrollo económico como un proceso de conflicto y cambio, alejado de visiones “armónicas”. (Esto es algo que he expresado anteriormente. Ver comentarios al artículo “La realidad doblada como un papel: manía clasificatoria y debate político en Cuba”, Cuba Posible, 23 de marzo de 2017 https://cubaposible.com/monreal-debate-politico-cuba/) .

Considero que ese enfoque tiene puntos comunes con aspectos planteados por Ramírez Cañedo, por ejemplo, que la mejor manera de hacer ideología es cuando esta se materializa en la práctica y que la visión debe ser totalizadora, pero entiendo que diferimos en cuanto a la primacía de lo económico. Es un tema legítimo de discusión, pero probablemente se haya alcanzado un punto muerto en ese aspecto del debate con Ramírez Cañedo.

Respecto al segundo aspecto, no niego que en textos relativos al debate pudieran existir las posiciones ideológicas a las que se refiere Ramírez Cañedo. Lo que respetuosamente sugiero es que identifique los textos concretos en los que se han expresado esas posiciones y que se haga una crítica razonada. Un análisis ideológico, económico, o de cualquier esfera social, solamente es creíble cuando es concreto.

En cualquier caso, mis discrepancias con el texto de Ramírez Cañedo son esencialmente relativas al método de análisis.

¿Alguien dijo análisis?

El caso más interesante es el texto de Luque (17 de agosto de 2017), el cual se complementa con un comentario que hizo a un artículo publicado al día siguiente por Javier Gómez Sánchez (“¿Una prensa sin ideología?”, La Pupila Insomne, 18 de agosto de 2017).

La imagen que proyecta el texto es la de asociar mi nombre a la noción de “un intelectual orgánico del neoliberalismo”. Se dice que hay que prestar atención al enfoque “repetido continuamente por este economista”

Adicionalmente, el “análisis” no deja otro margen que asumir que se refiere a mí cuando en el comentario al texto de Gómez Sánchez (18 de agosto de 2017) se dice que “tenemos a un neoliberal hablando de autogestión obrera e intereses de los desposeídos”.

Considero que se hace una referencia a mis opiniones porque en mis comentarios al texto publicado en Cubadebate -2 de noviembre de 2016- expresé que “la legitimidad política del trabajador cubano debe ser la predominante y debe estar basada en el ejercicio del poder político que descansa en su condición de propietario de los medios de producción fundamental del país. Es más, agrego que siempre que se pueda, esa legitimidad debería estar asentada en mecanismos directos de poder obrero, o sea de democracia obrera directa”.

Obviamente, no hay necesidad de perder mi tiempo para explicarle al “analista” que no soy un intelectual del neoliberalismo, ni orgánico ni inorgánico, ni de cualquier tipo. Lo que haré es tratar de ayudar al “analista” a que entienda que su texto del 17 de agosto no tiene nada que ver con un análisis.

Ese texto del 17 de agosto expresa insuficiencia conceptual sobre el tema que se cree estar analizando (ni siquiera se presenta un concepto adecuado de neoliberalismo) y exhibe un notable déficit metodológico para el análisis, revelado en una elección insuficiente y sesgada de datos, la manipulación de citas, y el enunciado de conclusiones que no logran validarse.

Antes de pasar a comentar brevemente algunos detalles, llamo la atención acerca de que parece ser demasiado casual que el texto se circunscriba a tomar como base una serie de comentarios sueltos que hice a una vieja publicación y que no se haya referido a las decenas de artículos que he escrito sobre temas económicos cubanos en los últimos años.

Solamente en el blog El Estado como tal (iniciado en abril de 2017) hay más de 40 textos de mi autoría y en Cuba Posible hay más de 30. Material para buscar donde hacer críticas no es precisamente lo que ha faltado.

Probablemente, el “analista” no lo conoce, pero eso tiene una denominación precisa en el contexto de los análisis espurios: prejuicio de amplificación de conclusiones con datos mínimos. No necesariamente implica mala fe, puede ser el resultado de la falta de conocimiento.

Adicionalmente, el texto del 17 de agosto parece expresar un reciente acto de iluminación respecto al neoliberalismo que festinadamente se me atribuye pues, en aquel intercambio de opiniones que sostuvimos en la sección de comentarios del texto publicado en Cubadebateel 31 de octubre de 2016, no se hizo la imputación que ahora se expresa, mientras que la “denuncia” diferida que hoy hace se basa casi íntegramente en aquel intercambio de opiniones.

Además de los casi diez meses que tardó en brotar la iluminación, el hecho es que el “analista” tuvo entonces espacio suficiente para expresar lo que quiso decir pues sus comentarios de octubre de 2016 ocuparon más del doble del espacio de mis comentarios (exactamente 2,4 veces mayor, medido por el número de palabras).

En realidad, los comentarios del “analista”, en respuesta a los míos, fueron mucho más extensos (casi un 60% más extenso) que el propio artículo que se estaba comentando. ¿Tanto nadar para morir en la orilla?

El neoliberalismo es…. (¡ahorita me acuerdo!)

En relación con el tema que cree estar analizando, el texto del 17 de agosto propone dos aproximaciones al concepto de neoliberalismo:
  1. “El pensamiento neoliberal se distingue por su concepción del vínculo que existe entre ideología y desarrollo, entre economía y sociedad”.
  2. “El capitalismo neoliberal considera que es la sociedad la que debe adaptarse y subsumirse a las exigencias del imperativo económico capitalista. De allí se origina la fe desmedida en los números, los datos macroeconómicos, y las estadísticas como una forma de medir el crecimiento material, que igualan al desarrollo humano”.
Ambas son aproximaciones conceptuales superficiales y muy insuficientes del neoliberalismo. La segunda de ellas incluye un sinsentido acerca de las estadísticas que revela ignorancia no solo respecto a la economía sino también sobre las ciencias contemporáneas, las cuales, por cierto, son parte de la cultura a la que tanto se refiere el “analista”.

El punto es que ni la aproximación (a) ni la (b) proporcionan una definición aceptable del neoliberalismo, sobre todo cuando el propósito del “analista” es clasificar ideológicamente el trabajo de otros. Andar por la vida colgando etiquetas sin saber a ciencia cierta de qué se trata el asunto es, además de una irresponsabilidad, un irrespeto a la inteligencia de otros.

El “analista” no es capaz de conceptualizar correctamente lo que piensa que está criticando. Cataloga sin saber acerca de qué es el catálogo.

En cualquier caso, procurarse una definición adecuada de neoliberalismo es algo que le correspondería hacer al “analista”.

A falta de pan, casabe

Identificar la ideología neoliberal en un texto económico no es algo particularmente complicado. Bastaría con poder detectar lo que es distintivamente neoliberal en el tipo de premisas conceptuales, las prioridades y mecanismos de políticas públicas que se rechazan y que se defienden.

Naturalmente, eso requiere tener un concepto adecuado de neoliberalismo y poder disponer de textos que se tomen como objeto de crítica en los que la ideología neoliberal pudiera estar presente. Si falta cualquiera de esas cosas, no se llegaría a parte alguna.

Las conclusiones del “analista”, además de no basarse en un concepto apropiado de neoliberalismo, tampoco se apoyan en textos criticados de los que puedan extraerse citas que contengan formulaciones distintivamente neoliberales.

La imposibilidad de localizar esas formulaciones en los textos del autor de este blog pudiera ser la razón por la que el “analista” los ha evitado y utiliza en cambio una base reducida y sesgada ( comentarios sueltos), en vez de acudir a las decenas de artículos del autor de este blog dedicados a la pobreza, la desigualdad, la justicia social, el consumo familiar, el empleo, los salarios, las pensiones, el subsidio a la canasta alimenticia familiar, la utilización socialmente efectiva del presupuesto nacional, la restructuración del sector estatal y su relación con el sector privado y el mercado, temas que son la antítesis del neoliberalismo.

El “analista” ha sorteado esa dificultad con imaginación. Como no tiene una cita a mano simplemente se manipula el escaso material seleccionado y cuando se necesita, se inventan “prioridades”, “remisiones”, y “mensajes” que se atribuyen a quien es objeto de su crítica, o sea, que el “analista” incurre en falsedades.

Solamente a modo de ejemplos:
  • Se dice que se le otorga una supuesta prioridad al estudio de “las insuficiencias de la propiedad social, estatal” y a su comparación con “las bondades de la propiedad privada”.
  • Se afirma que el autor de este blog “se remite sólo al momento actual de Cuba, lo que desea es poner sólo poner sólo en la columna del debe del socialismo cubano sus problemas económicos y con ello demeritar las ideas socialistas”.
  • Se concluye -supongo que haciendo gala de la parapsicología y de otras artes ocultas- que “el mensaje subliminal, y en ocasiones franco, tiene estos componentes: (a) sólo el capitalismo puede lograr la prosperidad, (prosperidad según su propio concepto), (b) sólo la propiedad privada es eficiente, el resto es…ideología y, (c) el socialismo, que es la única esperanza de la humanidad, está condenado al fracaso”.
Dado que no existe un solo texto del autor de este blog de donde pueda sacarse una cita sobre las “bondades de la propiedad privada”, “demeritar ideas socialistas”, o “mensajes” de que “sólo el capitalismo puede lograr la prosperidad” y que el socialismo “está condenado al fracaso”, no puede concluirse otra cosa que se trata de una farsa del “analista”.

Se prometió un análisis, pero lo que se entrega es un cuento de camino.

Es saludable discutir acerca de criterios distintos, pero falsear datos para sostener conclusiones fraudulentas no es admisible en el marco de una discusión seria.

No se trata de que exclusivamente se esté dispuesto a privilegiar “a los autores cuyo prestigio intelectual aparezca indexado en las instituciones académicas” sino que el debate razonado y lógico no puede basarse en un timo intelectual como el presentado en el texto del 17 de agosto.

De nada vale que se cite a Polanyi, Pascal y Lenin para tratar de emperifollar un simulacro de reflexión intelectual.

Unas preguntas a modo de conclusión

El texto del 17 de agosto incluye una noción –lingüísticamente entendible en sí misma- que parecería aproximarse al pseudomarxismo: ”Porque por donde hay que empezar el análisis de cada cuestión económica es por el campo ideológico y cultural”.

¿Dónde deja eso la concepción materialista como método para el análisis crítico de la sociedad?

¿De qué manera, exactamente, un análisis marxista sobre lo ideológico es verosímil si no se basa en la consideración de las relaciones sociales concretas de producción y de las clases que en ellas operan?

¿Es que acaso ha llegado la hora de descartar El Capital y de reemplazarlo por una “antología” sobre el “centrismo”?

¿Es eso?

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