El volumen Centrismo en Cuba: Otra vuelta de tuerca hacia el capitalismo, presenta múltiples conceptualizaciones del “centrismo” que deben ser valoradas antes de examinar la validez de las proposiciones formuladas en los textos de la colección.
La multiplicidad de conceptos –incluyendo posibles diferencias en el enunciado de un mismo concepto por parte de diversos autores- no es necesariamente un problema. No obstante, como parte del análisis de la “antología”, es conveniente poder identificar con precisión los conceptos utilizados en esta.
El concepto funciona como una unidad de pensamiento lógico que es menor que las proposiciones que se articulan a su alrededor. Cada proposición predica algo a partir de un concepto.
El concepto confiere un contenido específico a los términos y por eso los conceptos no son meras entidades lingüísticas. Se relacionan con las “cosas” respecto a las cuales funcionan como conceptos y también respecto a las mentes de quienes observan esas “cosas”.
En ese sentido, el término “centrismo” que se emplea en la compilación de referencia es ilustrativo, pues la “antología” no se refiere a cuestiones geométricas, ni siquiera a un uso político general del término “centrismo”, ni a su utilización para explicar fenómenos en otros países. El título del volumen no deja margen a la duda: se trata del “centrismo” (político e ideológico) en la Cuba actual. La “antología” es acerca de eso –no de otra cosa- y desde esa perspectiva deben juzgarse los conceptos que se utilizan en la compilación.
Lo que verdaderamente pudiera ser más interesante para el eventual lector de la “antología” no sería tanto cultivarse conceptualmente –en general- sobre el “centrismo” sino entender de manera concreta el razonamiento lógico que utilizan los autores del volumen para considerar que el “centrismo” sería una posición política contrarrevolucionaria en la Cuba de hoy. Esa es la proposición central de la “antología”.
El “Prólogo” de la compilación promete “describir cómo se intenta sembrar en las mentes la opción centrista, desenmascarar la “nueva” estafa con la que se pretende confundir principalmente al lector revolucionario” (pág. 8). Esa es una declaración de intenciones acerca de algo eminentemente práctico y de naturaleza política.
Se ha expresado antes, y aquí se reitera, que la “antología” no es una obra académica (no expone resultados de investigación social) y no debe evaluarse como tal, pero inevitablemente su análisis debe incluir la manera en que se utilizan los conceptos aun cuando estos no se aborden del modo en que se hace cuando se utilizan en las ciencias sociales. Obviamente, las notas que siguen no deben ser tomadas como un análisis formal del contenido de los textos pues ni el formato del blog ni el espacio aconsejable para exponer el tema lo hacen posible.
El asunto que debe ser retenido es que entender una proposición lógica de cualquier tipo –no necesariamente científica- requiere un esclarecimiento previo de los conceptos que se utilizan para enunciar las proposiciones contenidas en los textos.
Los conceptos de “centrismo” que presenta la “antología”
Después de haberse descartado, en una lectura preliminar, siete textos que no cumplen con criterios de pertinencia, han sido analizados los doce textos restantes, escritos por nueve autores. Entre estos pueden identificarse ocho autores que ofrecen sus propias definiciones (Ichikawa, Gómez Sánchez, Luque, Ubieta, Ramírez Cañedo, Hernández Pérez, Capote y Lagarde) y uno (Sánchez) que adopta la definición de otro autor (la de Ichikawa).
Si se despeja la hojarasca retórica que acompaña a varias de las definiciones aportadas, pudieran identificarse dos elementos comunes y un elemento diferenciador a nivel del conjunto de los conceptos proporcionados.
Los elementos comunes son, primero, la consideración de que el “centrismo” es una posición política de reciente aparición en Cuba, y, en segundo lugar, la noción del “centrismo” como parte de una estrategia subversiva impulsada desde el exterior, principalmente desde Estados Unidos. Compartiendo esos dos aspectos comunes, existen matices distintos y acentos diferentes que se manifiestan en la manera en cada autor conceptualiza el “centrismo” y en la propia utilización de otros conceptos análogos.
El elemento diferenciador que se observa en el conjunto de conceptos enunciados es la manera en que se construyó el concepto. Varios autores formulan sus definiciones del “centrismo” en Cuba fundamentalmente tomando como base la teoría de la “tercera vía”, mientras que otros autores utilizan conceptualizaciones que tratan de explicar una observación directa, que no se deriva explícitamente de una teoría preconcebida, aunque al final la conceptualización obtenida no sea contradictoria con aquella teoría.
Son trayectorias de pensamiento lógico diferentes. El primero parte de una racionalización general conocida (“tercera vía”) para avanzar hacia una conclusión particular, en tanto el segundo parte de datos concretos de la realidad para tratar de arribar a conclusiones generales sobre un fenómeno. No introduzco aquí las cuestiones de detalle sobre las nociones relativas a la inducción y la deducción para no desviar la atención hacia una discusión metodológica.
Una conceptualización “derivada”
Un grupo de autores de la “antología” adopta una perspectiva teórica –la “tercera vía”- que ha utilizado el concepto de “centro” para explicar procesos políticos en otras partes del mundo, y que esos autores han tratado de aplicar a las circunstancias de Cuba como parte de sus conceptualizaciones del “centrismo”.
Este es el caso de los conceptos aportados por Gómez Sánchez (pág. 51 y 167), Luque (pág. 83 y 117), Ramírez Cañedo (pág. 23), Hernández Pérez (pág. 146 y 152), Capote (pág. 175 y 182) y Lagarde (pág. 6).
El concepto más frecuentemente utilizado a nivel de este conjunto de autores es el de “centrismo”, que es empleado por tres autores (Ramírez Cañedo, Hernández Pérez, y Capote), mientras Lagarde se refiere a “centristas”. Por otra parte, Gómez Sánchez y Luque utilizan el concepto de “centro”, al que Gómez Sánchez agrega “zona política centrista” y “estrategia centrista”, en tanto Luque agrega “propuestas centristas”.
La identificación sucinta de las definiciones de estos seis autores que derivan sus conceptos de la teoría de la “tercera vía” es la siguiente:
Gómez Sánchez: el “centro”, la “zona política centrista” y la “estrategia centrista”.
El “centro” como espacio ideológico fabricado por la derecha a modo de trampa para seducir a sectores de izquierda (pág. 51) y la “zona política centrista” como parte de una estrategia externa contra la Revolución, a la que denomina “estrategia centrista” (pág. 167).
Estos conceptos expresarían “el empuje de las nuevas tendencias de “tercera vía” para el caso cubano” (pág. 167).
Luque: el “centro” y las “propuestas centristas”.
El “centro” como “interregno de la nada política”, es decir como un concepto que sirve para denominar una quimera política porque “no existen terceras posiciones políticas válidas y sobre todo en Cuba, donde existe una polarización objetiva de dos destinos bien diferentes” (pág. 117), y “las terceras vías y las propuestas centristas” como convicciones (pág. 83)
Ramírez Cañedo: el “centrismo”
El “centrismo político” “como parte de una de las estrategias de Estados Unidos por subvertir el modelo socialista cubano… Supuestamente sería una posición política que se colocaría entre la izquierda y la derecha, entre el socialismo y el capitalismo, una tercera vía que hace “conciliar las mejores ideas” de los extremos que le dan vida y donde se postula la moderación frente a cualquier tipo de radicalismo” (pág. 23).
Hernández Pérez: “centrismo”
“Este centrismo, tropical e instantáneo, trabajosamente deslizado entre el sector más joven, y coherente con su intención de regreso al sistema de Partidos Políticos, se muestra más como un intento de programa electoral que como una plataforma social de alguna perspectiva futura, al menos si depende de sus propios preceptos y no de alguna fuerza exterior que lo coloque “por encima de la sociedad”, como al estado burgués” (pág. 152).
“Las bases actuales de ese centrismo artificial se fundamentan en la llamada tercera vía política, globalmente impulsada por Tony Blair, aunque centrada en cinco puntos básicos desarrollados por el sociólogo Anthony Giddens, ideólogo por antonomasia de esta tendencia” (pág. 146).
Capote: “centrismo”
El “centrismo” como “una tercera opción, una vía intermedia entre el capitalismo y el socialismo” (pág. 175) y “La tercera opción, el centrismo cubano, fue creado en los tubos de ensayo de los centros de subversión del enemigo” (pág. 182).
Lagarde: “centristas”
“Estos “centristas” son los abanderados de lo que se ha dado en conocer como tercera vía, aquella vieja estafa de la socialdemocracia burguesa” (pág. 6).
La otra conceptualización
Otros dos autores de la “antología” construyeron sus conceptos directamente a partir de una interpretación del contexto cubano o del relativo a Cuba, sin tratar de derivarlos de la “aplicación” de una teoría determinada. Es el caso de Ichikawa (pág. 127) y de Ubieta (pág. 133). Han sido estos dos autores los que han mostrado capacidad para tratar de conceptualizar directamente a partir de la observación de un contexto concreto.
Ubieta define el “centro” como un “lugar” político desideologizado que se inscribe dentro del “desgaste social de la ideología revolucionaria”, es decir, la perturbación del forzoso proceso de manifestación y de reproducción consciente que debe tener la ideología revolucionaria para que esta pueda prevalecer en un país como Cuba (pág. 133).
Aunque se precisa que la desideologización es funcional “a la dominación imperialista” –ejemplificada por Ubieta con la mención de dos plataformas: Cuba Posible y On Cuba– la definición aportada por este autor apunta a una dimensión de posibles causalidades endógenas del “centrismo”, a diferencia de los conceptos producidos por otros autores que parecen enfocarse más en la causalidad externa.
En su definición de “centro”, Ubieta no hace mención alguna a la teoría de la “tercera vía”. Conceptualiza a partir de la observación directa de una polémica ideológica y política concreta que ocurre en un lugar y en un momento determinado, sin la intención visible de “ubicar” su conceptualización en una teorización previa sobre el “centrismo”.
Entre los textos de la “antología”, el de Ichikawa es el que aporta el concepto más preciso de “centro”: “el “centro” político; una posición que se percibía a sí misma como “moderada”; o mejor, cautelosa. Distante de la “extrema izquierda” fidelista y de los “anticastristas radicales”, relacionados simbólicamente con Miami. Estas personas, sin una base social definida, serían la elite del “golpe suave” que derrocaría al gobierno cubano; o que por lo menos extremaría las reformas raulistas” (pág. 127)
Es un concepto que –con independencia de que se discrepe de su contenido- exhibe consistencia lógica pues indica de manera nítida la relación del concepto con la “cosa” política que describe (una posición política específica), así como la relación del concepto respecto a las percepciones de dos tipos de actores distintos que observan la “cosa” política: a) una autopercepción de “moderación” por parte de quienes sustentan tal posición, y b) una percepción de distanciamiento crítico y de pesimismo por parte del autor (Ichikawa), respecto a aquella autopercepción y también respecto a la propia viabilidad política del “centro”.
Como se ha indicado anteriormente, Iroel Sánchez no aporta una definición propia, sino que asume –en sus dos textos- la definición de “centro” elaborada por Ichikawa, pero no precisamente la contenida en el texto de Ichikawa que se publica en el volumen (“La sonrisa de Iroel Sánchez: Adiós al “golpe suave” en Cuba”) sino la contenida en el artículo de Ichikawa publicado originalmente en su blog, el 24 de marzo de 2015, que de manera incompleta fue reproducido el 25 de marzo de 2015 en La Pupila Insomne.
Se trata esencialmente de la misma definición de “centro” en ambos textos, si bien la primera de ellas (24 de marzo de 2015) puntualizaba dos aspectos adicionales: la noción de que se trataba de una posición definida por la administración Obama, de la que participaban intelectuales y empresarios que operaban en Cuba (pág. 66), y la consideración de que se trataba de la opción política “que será la responsable a largo plazo de desgracias peores para Cuba que las que pudo traer el fidelismo”. (pág. 67).
Resumiendo, en cualquier caso, es conveniente tomar en cuenta que –en general- pudieran hacerse proposiciones lógicas con independencia de la manera en que fueron construidos los conceptos. En principio, mientras más robusto sea un concepto, mayor capacidad pudiera tener para facilitar la formación de proposiciones validables, pero a veces ello no ocurre. La explicación radica en que la validez de una proposición no solo depende del concepto a partir del cual se enuncia la proposición sino de que esta pueda alcanzar el mejor grado de aproximación a una representación objetiva de los hechos a los que se refiere. Esto requiere de un análisis por separado.
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