Fotos cedidas por Jon Alpert
Jon Alpert es el director del documental
Mariela Castro’s March: Cuba’s LGBT Revolution, distribuido y exhibido recientemente por HBO Documentary Films, sección de la mega-cadena de televisión por cable HBO. Presentada en el 2015 tanto en el Festival Doc New York, como en el Festival de Cine de La Habana, Mariela Castro’s March: Cuba’s LGBT Revolution explora los desafíos y transformaciones del movimiento LGBT en la Isla a través del seguimiento de historias personales de miembros de esta comunidad y de los testimonios de Mariela Castro, impulsora, sin lugar a dudas, de muchas de las transformaciones que han tenido lugar en el campo de los derechos de género.
La película, consecución del proyecto iniciado por otro de los grandes realizadores independientes norteamericanos interesados en Cuba (el recientemente fallecido Saul Landau), está precedida por más de una docena de trabajos de los cuales 16 han sido ganadores del Emmy Award; dos, nominados para el Academy Award y cuatro para Columbia DuPont Awards, por mencionar sólo algunos de los reconocimientos. Pocos meses antes del estreno de Mariela Castro’s March, Alpert recibió el Lifetime Achievement Award, galardón concedido por Doc New York a aquellos que han realizado contribuciones importantes al campo del documental.
John Alpert y Mariela Castro durante la grabación del documental Mariela Castro’s March: Cuba’s LGBT Revolution
Alpert es fundador junto a su esposa, Keiko Tsuno, del Downtown Community Television Center (DCTV), organización comunitaria que desde 1972 provee entrenamiento a neoyorkinos interesados en la cinematografía. A través de talleres, renta accesible de equipos, eventos y proyecciones abiertas al público general, DCTV ha logrado mantenerse fiel a su compromiso de empoderar a jóvenes que buscan iniciarse en esta compleja y costosa carrera.
Los temas de género no son noticia en los grandes medios de Estados Unidos. Mucho menos lo es el del movimiento LGBT en Cuba. Hace poco, un comentador de la reconocida cadena noticiosa MSNBC hablaba de la Isla y sus políticas sexuales como si todavía estuviéramos viviendo en los años 60. Se refería a los “campos de detención a los homosexuales”, es decir, a las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), como si aún estuvieran en vigor. Las distorsiones son notables.
Mariela Castro’s March ha llegado acompañado de críticas positivas y de otras más controversiales. Más allá de sus evidentes aciertos y posibles puntos débiles, es innegable que el documental llena un evidente vacío de información en Estados Unidos sobre las dinámicas LGBT cubanas. Ofrecemos aquí una entrevista a Jon Alpert, en la que el realizador aborda los riesgos, retos, esperanzas y desafíos que acompañaron y acompañan la realización y proyección de este filme
– El documental Mariela Castro’s March. Cuba’s LGBT Revolution está dedicado a Saul Landau. ¿Comenzaron juntos este proyecto? ¿Cuál es la conexión?
Saul vino a verme para decirme que quería hacer una última película sobre Cuba, que él se estaba poniendo viejo y quería que yo colaborara con él. Me explicó que el tema era el movimiento LGBT y el liderazgo de Mariela Castro, así como la ironía de que su padre y su tío hubiesen estado ligados (de la manera en que lo estuvieron) a la etapa homofóbica de los primeros años de la Revolución, las UMAP, etc. Saul tenía acceso a Mariela en Cuba, y entonces accedí a trabajar con él. Pero lo que yo no sabía era que no solamente se estaba poniendo viejo y que necesitaba un colaborador, sino que se estaba muriendo. Él tenía cáncer y sabía que hacer el documental era importante. Yo no sabía la seriedad de su condición cuando comenzamos el proyecto. En medio de todo, enfermó tan gravemente que no pudo continuar trabajando. Entonces fui a California y, básicamente, me hizo prometerle en su lecho de muerte que, no importara lo que pasara, yo continuaría el proyecto. No voy a decir que murió feliz por esto, pero el saber que yo lo terminaría le dio tranquilidad.
– Existe la concepción en la mentalidad norteamericana de que Cuba es una sociedad totalmente cerrada y que las personas tienen miedo de hablar, lo cual pasa por alto las complejidades y particularidades de la sociedad cubana. Tengo la impresión de que si Mariela Castro no hubiese estado en la película, las personas entrevistadas no hubiesen contado historias, o hablado de sus traumas… ¿Qué crees?
Creo que la apertura y la candidez con la cual las personas hablan a las cámaras y a los reporteros en Cuba, se ha incrementado a través de los años. Por ejemplo, en mis primeros viajes a Cuba durante en los años 70 había un número de factores que hacían difícil obtener un margen amplio y diáfano de opiniones… Creo que hicimos un buen trabajo, pero tuvimos que trabajar muy duro. En aquellos tiempos teníamos a un “baby sitter” o “acompañante” al lado todo el tiempo, y no se permitía que trabajaras sin esa persona a tu lado. También los equipos eran grandes, pesados, y quizás tenían un aspecto algo intimidatorio. Había un sentido más sistémico de lo “políticamente correcto”, una participación más activa de los Comité de Defensa de la Revolución (CDR); tú probablemente puedas analizar esto mejor que yo…
Entonces era raro encontrar desviaciones de la forma de pensar oficial. Quizás había personas pensando diferente, pero no todo el mundo estaba dispuesto a hablar de eso. Con el paso de los años, de forma continua y progresiva hasta este momento, tú puedes encontrar opiniones mucho más diversas entre las personas con quienes hablas. El sistema de “baby sitter” se acabó hace muchos años; la gente se siente más confiada. También pasa que tú tienes que establecer una relación de confianza con las personas con las con que estás trabajando. Creo que hemos hecho eso en Cuba y la gente de diferentes sectores de la sociedad están familiarizados con nuestro trabajo y con nuestra integridad, y por tanto, pueden confiarnos sus opiniones. Yo me siento confiado en que yo puedo ir a La Habana mañana y encontrar gente con un amplio grado de criterios sobre cualquier tema.
– Después del estreno de tu documental, en algunos artículos se te ha criticado por no hacerle a Mariela las preguntas difíciles ¿Cómo responderías a esta crítica?
Yo he leído algunos de esos artículos también; creo que hay muchas cosas por explorar con respecto al tema LGBT en Cuba: su historia, sus derechos, sus oportunidades de futuro… Nosotros, de manera muy conscientemente, escogimos centrar nuestra historia alrededor de Mariela y su trabajo. Si ella no fue cuestionada más duramente, fue mi culpa. Yo le hice muchas preguntas que no están en el documental. De ellas escogí solo un número determinado. Hubo momentos en que nos sentamos y le hicimos las preguntas que muchas de las personas involucradas quisieron hacerle. Me parece que tenemos muy buen material acumulado. Pensamos que lo que escogimos poner en la película fue lo más iluminador. Estas fueron las opciones editoriales que se hicieron, y si a alguien no le gusta, estamos (por lo menos) contentos de que vieron la película. Dejemos que la critiquen. Esto no significa que no existan muchas áreas que explorar en el tema de los derechos LGBT y otros derechos en Cuba. Así que a estas personas les deseo un maravilloso tiempo explorando estas cosas, y haciendo su propia película.
– Algunos en Cuba han criticado que limitar la narrativa de estas dinámicas a una sola persona, implica que al hacerlo se le puede quitar mérito a un proceso mucho más orgánico que implica a múltiples actores. ¿Piensas que narrar los hechos a través de los ojos de Mariela Castro podría ser problemático en este sentido?
No soy académico, no soy sociólogo, pero voy a hacer una observación. En Estados Unidos tenemos movimientos de “abajo hacia arriba” en el campo de los derechos LGBT. El alto nivel de visibilidad que existe entre la gente sobre estos temas comenzó hace alrededor de 40 años; tuvo que hacerse un camino para llegar al punto en el que estamos ahora. Ese tipo de movimiento en las leyes y en cuanto a la aceptación en general de las personas, en Cuba, fue un proceso condensado de “arriba hacia abajo”, circunscrito a un período de cerca de unos 5 años, cuando el liderazgo del país implementó grandes cambios. Entonces tienes una progresión mucho más rápida en Cuba, que es absolutamente de “arriba hacia abajo”. Hay personas que no aceptan que esto sea así porque en Estados Unidos lo hacemos de “abajo hacia arriba”. Entonces son dos tipos de modelos: en uno tienes el liderazgo de “arriba hacia abajo” y después la aceptación general de la sociedad, aceptación legal, aceptación política de los derechos que cada uno debe tener. Pero hay definitivamente diferencias entre los dos movimientos, y ambos tienen sus fortalezas y sus debilidades.
– Bueno, en Estados Unidos es difícil de aceptar la existencia de otros modelos, no sólo en este campo sino en muchos otros…
Mira, las cosas funcionan de “abajo hacia arriba”, hasta que dejan de funcionar. Por ejemplo, ahora tenemos un gran potencial en Estados Unidos contra la homofobia oficializada de “arriba hacia abajo”, emanada de Washington. No hemos visto evidencia de eso todavía pero, ciertamente, la Administración Obama acogió la defensa de los derechos LGBT de una forma muy visible. No fueron efectivos todo el tiempo, pero sí proveyeron un liderazgo de la misma forma en que Fidel lo hizo con sus discursos y acciones, con respecto a los temas por los que estaba abogando. Y ahora Mariela encarna otro liderazgo en los aspectos por los cuales ella aboga. Obama tenía un asesor transgénero en la Casa Blanca; no va a existir un asesor transgénero en la Casa Blanca con la presente Administración. Creo que con cualquiera de los beneficios que tuvimos de “arriba hacia abajo”, implementados por la Administración Obama, vamos a tener que proyectarlos “bottom-upping”, es decir, empujarlos desde “abajo hacia arriba” con la nueva Administración.
– ¿Qué dificultades impone hacer una película para receptores situados en lados tan distintos del espectro, como lo son la audiencia cubana y la norteamericana, en cuanto a niveles de información, etc.?
Bueno, queremos que nuestras películas sean vistas por tantas personas como sea posible. Esperamos siempre que cada una de ellas contribuya a que otras personas piensen en pos de cambios positivos. En Estados Unidos, por ejemplo, yo estaba haciendo esta película inspirado en mi madre; esperaba influenciar en la manera en la que ella piensa acerca de los asuntos LGBT. Puede que yo no esté de acuerdo con ella, pero yo quería que ella viera la película para que así pudiera comenzar a pensar de una forma más constructiva. Si lees artículos de activistas de la comunidad LGBT, muchos criticaron el filme y encontraron partes que pudieron ser mejoradas. Eso está bien. Yo no hice la película para ellos; la hice para personas como mi madre.
También he puesto el ojo en la población cubana. Hemos estado trabajando con las autoridades, en los últimos tres años, para hacer una proyección del documental. Estuvimos muy cerca de pasar el documental en un espacio de tipo noticioso, pero de alguna forma eso no llegó a suceder. Siento que tenemos que empezar desde el principio para llegar a un acuerdo con el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).
Jon Alpert, documentalista y periodista norteamericano.
– ¿Pero fue presentado en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en La Habana, cierto?
Sí, pero eso no constituye una audiencia general; es una audiencia muy pequeña… Inicialmente tuvimos una presentación a teatro lleno. Asistió un amplio espectro de personas; gente de la industria cinematográfica, personas del liderazgo (una gran representación del liderazgo), lo cual fue muy positivo. Cuando pedí hacer una sesión de preguntas y respuestas, se me dijo: “Nosotros no hacemos sesiones de preguntas y respuestas”. Yo les dije: “¿Y por qué no hacerla después de mi película?” Entonces, el segundo día, se presentó el documental en un salón pequeño, atiborrado de personas, con una muy emocionante sesión de preguntas y respuestas en la que las personas hablaron de su experiencia de crecer en las provincias, cosas como ésas… Para mí fue uno de los momentos más importantes del festival: la sesión de preguntas y respuestas. Pero repito, no fue en un salón grande.
Al día siguiente, debido a la demanda, añadieron una presentación en el cine-teatro América, en Centro Habana. Esa era la presentación que realmente me tenía muy emocionado, pues es un lugar grande que podría acoger a todas las personas que no cupieron en la proyección del día anterior. Cuando llegué al teatro había un grupo grande de personas transgénero que nunca había visto; es decir, no eran parte de los activistas asociados con Mariela, no eran personas que habían estado en ninguno de los eventos en que yo había estado. Era un grupo grande de gente tratando de entrar, y al no poder hacerlo empezaron a sentirse muy frustrados. Entonces, cuando camino hacia la puerta del cine, veo un cartel que decía que la presentación había sido cancelada. Empiezo a tocar la puerta y finalmente me dejan entrar. En el lapso de 10 minutos obtuve como tres o cuatro excusas contradictorias de por qué la película no iba a ser mostrada. Primero, que no tenían una copia. “Okay, yo tengo una copia, aquí está”. “Ah… usted tiene una copia… Bueno, el proyector está roto.” Y yo: “Ah, ¿sí? Bueno, déjeme revisarlo…” Y ellos: “Bueno, en realidad no es el proyector, es que tenemos apagón…” Básicamente por alguna razón que desconozco, no quisieron poner el filme en el teatro América. Creo que esa semana se había dado el caso de otra película que no habían querido mostrar, lo cual había provocado cierto descontento. Es cierto que el cine está en una parte de La Habana que quizás es más difícil de controlar, y creo que ellos simplemente no quisieron tener ningún problema. Es muy desafortunado que fuera cancelada la proyección.
Esta es otra de las razones por la cual hemos estado trabajando con Mariela y con el ICRT, para lograr un horario de proyección en Cuba. La cosa también es que no he podido dedicarle a esto todo el tiempo que hubiese querido. Ha habido mucho trabajo asociado a la presentación de la película aquí en Estados Unidos. Fuimos invitados a presentarla, por ejemplo, en las Naciones Unidas, en el Comité de los Derechos Humanos. Creo que es la primera vez que honran a Cuba con un gesto positivo en el contexto de los Derechos Humanos; normalmente las Naciones Unidas critican a Cuba en este tema. También creo que es la primera vez que un filme sobre este tema es mostrado allí. Se hizo en un salón muy hermoso, el Salón de los Delegados, acompañado por intervenciones muy inspiradoras, con Mariela presente.
Es decir, si pones todo eso junto: la burocracia de las Naciones Unidas, la burocracia de Cuba, la burocracia de HBO… Poner a toda esa gente a trabajar juntos llevó mucho trabajo.
Entonces, en el medio de todo eso, muere Fidel. Yo quería ir a Cuba para filmar todos los acontecimientos alrededor de su muerte, porque estamos haciendo una película acerca de tres familias cubanas a través de los años. Es una suerte de “resumen” de mi devoción por tratar de entender lo que pasa en Cuba…
– Después de haber filmado en Cuba por tantos años, ¿crees que ha habido una transformación en la sociedad cubana? ¿Ves una gran diferencia entre la Cuba que filmaste anteriormente y la de ahora?
Yo te puedo hablar en términos de estas tres familias que he estado filmando por muchos años, pues hace 30 años me propuse dejar de filmar lo que serían las “grandes noticias” y concentrarme en estas familias; de cierta forma, me impuse yo mismo esa limitación. Creo que en términos del idealismo visceral, de pasión, de promesas, los primeros días de la Revolución tuvieron una energía, una condición muy única. Como cuando te casas, todos esos días iniciales son muy emocionantes. En cada sociedad, en cada gobierno, en cada relación, ya sea con tu esposa o tu esposo, el tiempo juega un papel en todo esto; las expectativas también. La capacidad o incapacidad de cumplir con las expectativas de una sociedad, con las supuestas promesas, juega un papel fundamental. Casi me siento compelido a hablar de Estados Unidos, porque nos hemos metido nosotros mismos en una situación en la cual una parte significativa de nuestra sociedad cree que las promesas y el potencial de América no han sido cumplidos. Hemos llegado a un lugar de estancamiento y declive.
– Y cómo has logrado mantener ese espíritu con tu organización, DCTV?
Siempre estamos arriba de eso… Añadimos nuevas clases, buscamos nuevas cámaras, arreglamos nuestro local. No queremos que la gente se encuentre con un centro comunitario descuidado. No deben ser solamente los bancos los que tienen ambientes agradables y edificios bonitos. En una organización comunitaria las personas también se merecen un ambiente de trabajo agradable. Esto no quiere decir que no tengamos problemas; pero ciertamente gastamos más tiempo tratando de corregirlos que congratulándonos a nosotros mismos. Somos incansables. Ha sido difícil, pero lo hemos logrado.