miércoles, 30 de agosto de 2017

La ideología socialista de la Revolución y los cambios en el modelo

Por: Darío Machado Rodríguez
En este artículo: Actualización del modelo económico, Cambios Económicos, Cuba, Economía, Política, Revolución, Socialismo
30 agosto 2017 
La cohesión y el accionar colegiado son decisivos para el presente y el futuro de Cuba. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.
La cohesión y el accionar colegiado son decisivos para el presente y el futuro de Cuba. Foto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.
El posicionamiento ante los cambios que están en curso en la sociedad cubana presenta un panorama variopinto que puede generar numerosas clasificaciones según los criterios que se adopten, pero en cuyo trasfondo se mueven dos enfoques: ver al mercado como panacea o verlo como desafío. Un tercer posicionamiento sería desconocer las relaciones mercantiles, pero tal punto de vista carece de realismo.
Los que tienden al primero de ambos enfoques verán a la ideología como estorbo, los del otro como imprescindible auxiliar.
Frente a esta variopinta realidad emergen dos asuntos fundamentales a tener en cuenta.
Por un lado, la necesidad de centrar el análisis en lo primordial: la salvaguarda de la plena independencia y de la soberanía nacional, sin las cuales será imposible continuar la construcción social en Cuba con un proyecto propio de país en correspondencia con los intereses nacionales mayoritarios de justicia social y solidaridad.
La anterior afirmación parece una verdad de Perogrullo, sin embargo, se ven no pocos análisis que soslayan esta premisa, como si la defensa de la independencia y de la soberanía nacional –que tienen al socialismo como fundamento y garantía- estuviera asegurada para siempre, como si no fuese necesario pensar y actuar en consecuencia cada día y cada paso en lo económico, lo político, lo social, lo cultural para preservarlas.
Por otro lado está el contexto en el que este imperativo tiene lugar. Cualquier análisis que se haga de la realidad cubana actual no puede desconectarse del medio regional y mundial sin correr el riesgo de equivocar el tiro. Y la situación es hoy altamente compleja y su evolución puede generar graves consecuencias para el país. Hoy más que nunca la cohesión, el accionar colegiado y unido son decisivos para el presente y el futuro de Cuba.

Repasar algunos antecedentes

En la vida los procesos solo son lineales en nuestras mentes. Los alineamos en la abstracción para comenzar a entenderlos, pero para conocerlos bien, es preciso entrar en la madeja de su complejidad.
Entre las consecuencias que nos dejó lo que dimos en llamar “Período Especial”, estuvo la deformación que borró los límites de lo correcto y lo incorrecto en las formas de apropiación del producto social.
La demora por años en procurar la articulación eficiente de las actividades socioeconómica, organizativa, jurídica normativa e ideológica política, obró negativamente en los comportamientos sociales.
No se asumió la realidad de que solo la recuperación del valor de la fuerza de trabajo traería la recuperación del trabajo como valor (lo que además se corresponde con la visión marxista de la ética, una ética de carne y hueso, no etérea, no descolgada de la cotidianidad) y quedó largamente postergado el medular tema de la valoración del aporte real y su relación con la distribución del producto social.
El desconocimiento de las relaciones mercantiles y de la psicología del intercambio de equivalentes que estas han cultivado por siglos en la conciencia de la humanidad, si bien funcionó por un tiempo en el proceso revolucionario y aparentó ser un salto al futuro, resultó a la larga contraproducente para el funcionamiento saludable de la economía, ya que el productor y la sociedad en general no estaban en posibilidad de reconocer modos de distribución no acordes con el valor del trabajo, más allá de la educación, la salud y la seguridad y asistencia social. De uno u otro modo, el agua tomaba su nivel y el intercambio de equivalentes ganaba la batalla diaria de la cotidianidad.
Naturalmente, la contrapartida no tenía por qué ser abandonar el metabolismo socioeconómico del país -basado en el predominio de la propiedad social socialista y la planificación- al dominio del mercado y de la propiedad privada. De ahí lo que ahora se intenta hacer: una reforma económica, conocida como actualización, dirigida a regular las relaciones mercantiles a través de los diferentes mecanismos de que dispone el Estado socialista entre ellos los límites a la propiedad y la ganancia, los impuestos, las normativas de responsabilidad social, la política laboral, etc. Todo ello requerido del acompañamiento de un correlato político ideológico renovado.
Un proceso de reformas no es necesariamente “reformismo”, una reforma es revolucionaria, si la hacen revolucionarios con principios revolucionarios y con finalidades revolucionarias. Y la actual reforma no es ni más ni menos que el reconocimiento del papel que pueden jugar las relaciones mercantiles en el reordenamiento del metabolismo socioeconómico, sin permitir que estas impongan su jerarquía al resto de los ámbitos de la vida del país. Lo que está en juego hoy en la sociedad cubana son los principios y las políticas de justicia social y solidaridad, columnas y estandartes  del proceso revolucionario cubano.
Las conquistas materiales y espirituales de la sociedad cubana en más de medio siglo de transformación revolucionaria presentan un balance positivo en relación con el ideal socialista. El Partido ha impulsado los esfuerzos por una orientación socialista de la construcción socioeonómica a través de la integración de tres direcciones principales que se ven plasmadas en los documentos que se han ido haciendo y rehaciendo en los últimos años con sucesivas consultas populares y que continúan abiertos a su desarrollo: Las proyecciones hasta el 2030, los Lineamientos y la Conceptualización.
Esta visión integral parte del reconocimiento de la necesidad de alcanzar una articulación eficiente de las actividades socioeconómica, organizativa, jurídica normativa e ideológica política, para crear un clima lo suficientemente armonizado, en el que individuos y grupos sociales encuentren el espacio adecuado para generar la iniciativa, la creatividad y el entusiasmo laboral, imprescindibles para el crecimiento económico.
La decisión de orientar la estructura económica hacia una economía mixta, lejos de significar el fracaso o el retroceso del socialismo, es demostración de su vigencia y capacidad pese a las aún persistentes carencias sociales y a los enormes desafíos que enfronta. Prueba de ello es la vigencia y aceptación de la planificación.

Sobre el valor de los documentos

Los documentos son expresión de la comprensión de la complejidad y envergadura de los cambios, a la vez que base, fundamento, para enfrentar con coherencia y esfuerzos unidos la realidad de las relaciones mercantiles, aprovechando su lado constructivo y controlando y anulando la tendencia a imponer su jerarquía en la sociedad, mientras crece y se fortalece la economía y se avanza en la educación socialista.
Ello implica, sin embargo, un colosal desafío en el plano de las ideas, ya que esas mismas medidas reponen, amplían, la base económica y social para que se reproduzca y fortalezca la psicología del intercambio de equivalentes, el individualismo y el egoísmo, y se re-articulen los valores del pensamiento liberal. Este proceso está en curso hoy, las más de las veces imperceptiblemente.

La ideología socialista

En el plano específico del pensamiento, de las ideas, entre las funciones fundamentales de la ideología están las de aglutinar los esfuerzos, orientar las acciones y prever hasta donde sea posible sus consecuencias para los intereses que representa y defiende.
Pero esa orientación y esa previsión tienen virtualidad y efectividad en proporción directa al estado general de la sociedad, no solo a la solidez y profundidad de las diferentes convicciones que en ella existen, sino también al estado de ánimo social, al nivel de satisfacción con su existencia que tiene la ciudadanía.
De ahí que la labor ideopolítica corra el riesgo de la ineficacia si es pensada exclusivamente en el plano subjetivo, en el plano de las ideas, si no toma en cuenta las necesidades de la gente, si no es actual, si no cambia sus contenidos y su estética a tono con cada nueva realidad, si pretende influir en la conciencia y los comportamientos humanos con los mismos contenidos, simbología y estética del pasado.
“La ideología –recuerdo haber escuchado de un querido compañero- es también un pedazo de pan”.
Lo que ocurre con la ideología ocurre también con el ideal. Identificarse con un determinado ideal y promoverlo, no necesariamente significa identificarse con algo perfecto, abstracto, sino con un ideal concreto, posible, alcanzable y que contiene la orientación estratégica que persigue.[i]
Una visión compleja, dialéctica, de la realidad social indica de inmediato que no es posible imaginar una reforma económica (menos de la magnitud de la que se viene realizando hoy en Cuba) en dirección hacia una sociedad de orientación socialista y suponer que solamente cambiará la economía y no la gente, las prácticas, las organizaciones, el estilo, las instituciones, la comunicación política, etc.
Si bien es cierto que no pueden realizarse con éxito las reformas en medio de una situación caótica, incontrolada, no lo es menos que la desestimación de las necesarias transformaciones en lo político -y ello se refiere a cambios de carácter estructural, institucional, jurídico, de contenido, de métodos, de estilo de trabajo- puede dejar el terreno libre a la influencia del mercado y de su correlato ideológico liberal.
El proyecto de socialidad que articulan los principios de la ideología revolucionaria cubana está contenido en estos documentos, ellos son expresión de la ideología socialista. Pero la ideología, su valor real no es “lo que está en los documentos”. El texto vive en el contexto. Lo que permite distinguir y eventualmente enunciar y argumentar una determinada ideología, solo puede encontrarse en el sistema de relaciones sociales, en la conciencia social.[ii]
De ahí que hablar de “trabajo ideológico político” alrededor de esos documentos solo tiene significado real, práctico, eficiente, si el activo revolucionario, los dirigentes y militantes, son capaces de explicarse y explicar su significado positivo en el sistema de relaciones concreto en el cual están ejerciendo su influencia y simultáneamente probar su vigencia, profundizar en sus contenidos, precisarlos, mejorarlos, vinculando así lo singular con lo general, con el contexto del país.
Si algo ha ocurrido en la actividad política del partido es la deficiencia en el enfoque integral. Un ejemplo es la tendencia a circunscribir el trabajo político ideológico “al radio de acción”, algo muy alejado de lo expresado arriba acerca del sistema de relaciones concreto en el cual se ejerce influencia política. ¿Por qué? Simplemente, porque es imposible analizar una situación dada como si esta estuviera aislada, separada del contexto social general. La gente no lo está. El debilitamiento de la labor ideológica, comienza precisamente por esa visión “desconectada”.
Otro ejemplo es el de adoptar decisiones sin un verdadero y efectivo proceso de consulta, de participación ciudadana, de escuchar con atención al pueblo, no para cubrir el expediente de la participación, sino como herramienta insoslayable de la eficiencia.
Hay que repensar autocríticamente la comunicación política.

Hablar con la gente

Otra realidad que conspira contra el propósito de hacer de los documentos una fuerza viva y efectiva, es la insuficiente interacción de los dirigentes políticos y de la administración central del Estado con el público. Aunque no faltan los buenos ejemplos, persiste la idea de concentrar la atención de las estructuras partidistas y administrativas en el “funcionamiento” con la suposición de que los documentos per se resultarán convincentes, cuando su actual formulación, por más que tiene una elaboración de varios años, sigue siendo perfectible y requerida de continua explicación.
El público necesita de un constante esclarecimiento de los principales temas y al calor de esa práctica pueden insertarse y argumentarse los contenidos de los referidos documentos para “aterrizarlos” en la cotidianidad.

El discurso político

Aunque como se dijo arriba los documentos constituyen el resultado de sucesivas consultas, todavía resulta un tema a resolver el de la correspondencia adecuada entre los propósitos de los documentos, el discurso político y la realidad ciudadana.
Predomina en el mundo simbólico la repetición de lo ya sabido (incluyendo los contenidos textuales de los documentos), lo pasado, cierta exageración en las adjetivaciones, poco diálogo de fondo con el público, una visión demasiado positiva de la realidad y poco ejercicio crítico.
Sin dejar de evidenciar con toda justicia los logros obtenidos y sostenidos, así como los valores sedimentados en nuestra historia, se necesita un nuevo relato político y su continua renovación, de manera que logre presentar en clave actual nuestra auténtica reserva cultural, los valores que hemos acumulado en la historia revolucionaria, los contenidos concretos de los propios documentos aprobados por el Partido; un discurso capaz de seducir, de convencer, con una estética a tono con los requerimientos modernos.
Un discurso político que pueda ser asumido por los diferentes auditorios por su realismo, su profundidad, la suficiente y oportuna información, los argumentos bien sopesados y que a la vez dialogue con la gente, abierto al escrutinio de la ciudadanía.
Es preciso tomar conciencia de las disímiles fuentes de información que hoy tiene la sociedad cubana. Dado que nuestros medios de comunicación social, particularmente los nacionales, mantienen una presentación inercial de la realidad en la que se ven pocos y tímidos cambios, puede tenerse la impresión de que esa es la información, de que esos son los contenidos que circulan en la comunicación social, pero la realidad es otra.
El desarrollo del discurso político necesita del auxilio de las ciencias sociales. Es preciso estudiar sistemáticamente la comunicación social en el país, es imprescindible un observatorio de medios que de seguimiento al su impacto en la sociedad cubana, que de cuenta de las insuficiencias de los medios propios en el propósito de ocupar un lugar preeminente en la atención del público.

Los medios de comunicación

A los medios de comunicación social corresponde un papel decisivo en la labor de multiplicar las ideas, testimoniar los avances y las dificultades, comentar los errores y los aciertos. También investigar y dar a conocer problemas e irregularidades visibles o no a primera vista y en ese plano ser vigilantes y auxiliares de la participación democrática de la ciudadanía.
En los valiosos procesos de debate de los contenidos de estos documentos con el pueblo, ha faltado un acompañamiento lo suficientemente activo como para que el mundo simbólico reflejase los problemas, los puntos de vista y las esperanzas de la gente y de ese modo reconocerse colectivamente y multiplicarse en el empeño. Los medios han sido parcos en extremo en revelar el contenido de las valiosas intervenciones y propuestas durante los sucesivos procesos de discusión de esos textos y se ha perdido la posibilidad del enriquecimiento de la discusión, de verse la sociedad a sí misma en tan importantes y trascendentales procesos.
Por tal razón, tampoco se han aprovechado las capacidades y plena disposición de los profesionales de los medios para acompañar los debates.
Estamos ahora en un momento positivo para asimilar activamente los conceptos, estrategia, planes y objetivos contenidos en el trío de textos. Solo con los esfuerzos mancomunados de los dirigentes políticos y administrativos, el activo militante del país, el sistema educacional, los medios de comunicación, el universo cultural y la decisiva participación del pueblo se podrá anclarlos en nuestra cotidianidad, convertirlos en arma para el desarrollo socioeconómico y cultural de la nación. Es el desafío ahora.
Notas:
En sociedad, los intereses que no coinciden existen en contradicción, donde igualmente se contraponen las ideas y los ideales, mientras sus portadores van afianzando o modificando sus puntos de vista. Estos nudos son complejos, y en el plano del intercambio de ideas, a  esa complejidad se añade la que aporta el manejo de la palabra. De ahí que una certera valoración del posicionamiento de unos y otros dependa no solo ni principalmente de lo que dicen, sino de lo que hacen, cómo viven, cuáles son sus relaciones, cuáles sus compromisos, quién los apoya, quién los promueve, etc. Hay entonces que atender a dos variables fundamentales para la justa valoración acerca de las intenciones y tendencias de unos y otros posicionamientos, sin necesidad de etiquetar: lo que dicen y lo que hacen.

[ii]              Las personas que suelen distinguirse como ideólogos, son aquéllas capaces de distinguir lo que diferencia los intereses, los valores, los comportamientos y las representaciones sociales, adentrarse en la singularidad que revelan y dar coherencia a esa realidad social. Tal es el caso en la sociedad cubana de José Martí y Fidel Castro en lo tocante a la ideología revolucionaria. La impronta cultural que deja la labor de tales personalidades pasa a ser patrimonio de la sociedad y deviene factor influyente en los comportamientos sociales, son fuentes de reproducción de principios, ideas y valores, referentes necesarios, herencia social. Incursionar en lo que con derecho podemos llamar ideología revolucionaria cubana, significa estudiar su proceso de conformación como producto histórico cultural en el que resultan fuentes ineludibles ambos pensadores por la integralidad y coherencia que le otorgan, aunque no únicas.

martes, 29 de agosto de 2017

Comentario de Vascós en Segunda Cita a Carta abierta de Aurelio Alonso a Enrique Ubieta

Por Fidel Vascós González, Segunda Cita 

Me solidarizo con Aurelio Alonso en su “Carta abierta a Enrique Ubieta” difundida por Segunda Cita el pasado 23 de agosto. Reconozco en Aurelio su sobresaliente historia revolucionaria y su bien ganado prestigio intelectual y humano en Cuba y en el extranjero. Comprendo su inconformidad con el discurso ofensivo con que Ubieta lo trató en el artículo “La pregunta esencial”, del 10 de agosto en el blog “La Isla desconocida”.

 No obstante esta aspereza, me regocijo por el debate desatado -por ahora en INTERNET- entorno a diferentes concepciones económicas y políticas existentes en la Cuba de hoy con vistas al presente y futuro de nuestra nación. Es el comienzo de un proceso imparable que, más temprano que tarde, abarcará también los medios impresos y de amplia difusión del país. Lo que debemos ir aprendiendo es a mejorar la cultura del debate para que el intercambio no se convierta en un torneo literario con descalificaciones personales. La controversia no es entre las personas que participan, sino entre las ideas expuestas, las cuales deben fundamentarse con suficientes argumentos. 

Apoyo la idea de Aurelio acerca de “propiciar la existencia de un abanico de reflexión con la mayor amplitud posible de posiciones.” Este abanico debe incluir las diferentes tendencias que se proyectan dentro de Cuba y entre los cubanos residentes en el exterior con vistas al fortalecimiento de nuestro proceso socialista. Vivimos tiempos nuevos. Hay que tener sentido del momento histórico y cambiar todo lo que debe ser cambiado. No podemos negarle a Pedro Monreal, a Julio Carranza, a Cuba Posible y a otros muchos más a que digan, escriban y divulguen sus ideas. Tampoco estoy de acuerdo que a Ubieta se le expulse del debate político de la Revolución Cubana. Lo que no se puede permitir son las teorías y acciones para derrocar al gobierno revolucionario constitucionalmente establecido. La más importante obra de la Revolución es nuestro pueblo, que ha adquirido una amplia y profunda cultura política. Ella le permite discernir y exigir la mejor opción para lograr su desarrollo económico, alcanzar toda la justicia social y salvaguardar la ya ganada independencia nacional. 

La Habana, 28 agosto de 2017 



lunes, 28 de agosto de 2017

Martínez Heredia: Algo intermedio es confusión; se trata de o el capitalismo, o el socialismo (+ Video)

Por: José Manzaneda

Publicado en: Actualización del modelo socialista cubano, Relaciones Cuba-EE.UU
En este artículo: Capitalismo, Cuba, Cubainformación, Cultura, Estados Unidos, Información, Medios de Comunicación, Relaciones Cuba Estados Unidos, Socialismo
28 agosto 2017 | +
Fernando Martínez Heredia respondió a las preguntas de José Manzaneda, director de Cubainformación. Foto: CubaInformación
Fernando Martínez Heredia respondió a las preguntas de José Manzaneda, director de Cubainformación. Foto: CubaInformación
Transcripción de la entrevista realizada a Fernando Martínez Heredia por José Manzaneda, coordinador de Cubainformación, diciembre de 2016
Fernando Martínez Heredia (izq) dialoga con José Manzaneda.
José Manzaneda.– Uno de los intelectuales claves para entender la Cuba de hoy y también la Cuba de mañana, es Fernando Martínez Heredia, el director del Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello.
Fernando, el gobierno de Estados Unidos parece apostar por las vías amables para forzar un cambio político en Cuba, tratando de influir en diferentes sectores sociales con dos vías: la de la división y la de la confusión. ¿Realmente lo está consiguiendo?
Fernando.- Yo te diría en dos palabras que no; pero hay que decir más: los Estados Unidos no son nuevos en esto; incluso, hace 115 años casi, el presidente Roosevelt, el viejo, que era joven, dijo que el garrote y la zanahoria; el garrote era lo que él usaba más en ese momento contra Venezuela, por cierto. Con nosotros han usado el garrote más de medio siglo, después de 1959, pero lo usaron muy duro en 1898 cuando nos invadieron y ocuparon; pero también usaron la zanahoria. Y en todo el sistema de 60 años de dominación que hubo en Cuba, Estados Unidos practicó las formas de penetración cultural de encontrar cómplices, y los encontró, de tener un sistema que por eso es que se llama neocolonialismo, porque consiste por un lado en dominar económicamente, pero también culturalmente, y por otro lado en tener cómplices subordinados que reciben beneficios, dominan el país y los sirven a ellos, son dominantes dominados.
De manera que ellos se han dado cuenta, de pronto, que después de más de medio siglo de guerra prácticamente abierta, ilegal, inmoral, todo esto que sabemos, pues más valía como bien dice el presidente de la República, Obama, cambiar la táctica, pero no la estrategia. Pero lo que pasa es que a veces ellos tienen cosas que parecen como un niño malicioso, que dicen: él no se va a dar cuenta. Si no fueran criminales uno se reiría.
Yo estuve en Panamá hace año y medio, en aquella reunión a la que Obama fue, porque si no no iba a haber reunión, si no iba Cuba no iba a poder, entonces allí parecía que todo era zanahoria, incluso hubo medios verdaderamente conservadores, para no decir reaccionarios, que decían que el personaje más importante que estaba allí era Raúl Castro; eso se lo mandaron a decir.
Pero nosotros, por suerte, incluso no los viejos, si no los jóvenes cubanos, tenemos mucha experiencia, es un combate contra el país más poderoso militarmente del mundo, pero también más poderoso culturalmente del mundo, eso nos ayuda mucho, porque ellos están aplicando a fondo, tienen centenares de acciones culturales legales; nosotros denunciamos las ilegales, pero las legales aquí están, centenares sucedieron el año pasado, centenares están sucediendo este año.
Ellos están permitiendo y auspiciando que entre en Cuba la mayor cantidad de dinero posible desde Estados Unidos, en la forma de remesa que siempre ha sido muy hermoso que los familiares ayuden a su familia; pero ahora, más bien, es que se hagan inversiones por lo que ellos aspiran a que mañana sea un empresariado burgués en Cuba y apoyar esas inversiones.
No creo que tampoco ellos estén pensando solamente en lo que ellos llaman ni la sociedad civil ni el pequeño empresario, ellos están pensando en todo, están tratando de confundirnos a fondo, de encontrar cómplices dentro del país.
Bueno, está bien, por lo menos hay quien dice: Pero por lo menos lo dicen. Yo no hallo que eso sea algo especialmente bueno, es que hay formas de trabajar, una de las formas de trabajar del imperialismo norteamericano es la aparente franqueza, o lo que actualmente llaman transparencia.
Yo no creo que estén teniendo éxitos, pero sí creo muy fuertemente que no hay que descuidarse nunca y que, incluso, es terrible cómo vienen decenas y decenas de miles de norteamericanos que ninguno ni es mala persona, ni pretende nada malo con Cuba; pero nosotros somos una pequeña isla que ha sido sometida al colonialismo nuevo norteamericano demasiado tiempo y no podemos ver nada inocentemente.
José Manzaneda.– Fernando, en tus escritos afirmas que el dilema de la Cuba de hoy y del futuro sigue siendo entre el desarrollo del socialismo, que debe ser profundizado, y el retorno al capitalismo. ¿Realmente esto es un peligro hoy? ¿Es una hipótesis el regreso al capitalismo? Y si es así, ¿sería más fuerte este riesgo hoy que hace 10, 15 o 20 años?
Fernando.- Sí, yo creo que son reales las dos cosas. Es decir, primero, el peligro es real, es una disyuntiva y no hay fórmulas intermedias.
Yo les decía a mis compañeros del Consejo Nacional de la UNEAC hace unos meses, que el capitalismo sueco puede tener cosas buenas y malas, pero sin dudas es sueco; el capitalismo cubano no podría ser cubano, tendría que ser norteamericano-cubano, es decir, para Cuba no hay una posibilidad de capitalismo autónomo. Entonces, de entrada, la disyuntiva no puede ser: bueno, vamos a seguir introduciendo cosas del capitalismo, vamos a hacer lo que antiguamente algunos llamaban un socialismo de Estado, que es un tránsito hacia que una cantidad de funcionarios se conviertan en empresarios, etcétera, no es factible, eso no es factible en Cuba.
En Cuba no es factible que digamos: sí, vamos a hacer un capitalismo, pero no va a ser neoliberal, ustedes verán que vamos a tener una política social muy buena. Nada de eso es factible.
Podría ser, incluso, que algunas personas hasta lo crean, de buena intención, y digan: si hacemos un pluripartidismo, por ejemplo, y un sistema democrático de elección de personas, vamos a evitar que haya corrupción, que los pobres empiecen a pasar hambre, etcétera. Eso, desgraciadamente hay demasiados ejemplos en el mundo de que no es posible, ni siquiera en Estados Unidos donde casi 4 millones de personas no tienen donde dormir, y le tildaron de comunista a este presidente que está terminando porque trató de que una parte grande de los 52 millones de personas que no tienen posibilidad de una asistencia médica correcta, tuvieran algo.
Es decir, nosotros por lo menos tenemos, y en Cuba creo que eso es de lo más importante, una población con un grado de conciencia política que posiblemente sea un récord mundial y eso sí es una cosa muy, muy valiosa. Y por esto es que yo digo muy claramente: no hay nada intermedio, creer que hay algo intermedio es confusión; se trata de o el capitalismo, o el socialismo.
Hay quien dice, exagerando mucho, que si Cuba pasara al capitalismo sería como Haití; no, como Haití nada más que es Haití, cada uno vive su desgracia, pero la nuestra sería grande, entre otras cosas, porque hemos dado no solo un ejemplo al mundo de cómo es posible que incluso un pequeño país al lado de Estados Unidos, como se decía siempre, subdesarrollado, haya cambiado tan profundamente la vida en favor de toda la población y no de una fracción pequeña de ella.
Pero, bueno, no solo es un ejemplo del mundo, sobre todo que es la vida de nosotros, es lo que hemos logrado hacer entre todos, y no es posible permitir, de ninguna manera, que nuestros hijos y nuestros nietos vuelvan a lo que hubo.
José Manzaneda.- Fernando, tú afirmas que el capitalismo sigue existiendo hoy agazapado en diferentes actitudes, en diferentes prácticas, en cierta psicología social, que de alguna manera habría venido fortalecida por la reintroducción de algunos factores de mercado en los últimos años en la sociedad cubana, ¿cuál es el antídoto?
Fernando.- Yo tengo dificultades para la gran prensa; por ejemplo, yo soy marxista, pero no me queda más remedio, porque me permite darme cuenta de que no se trata meramente de que haya manera de producir, de intercambiar, de ganar dinero los que son dueños, no, se trata de mucho más; se trata de una cultura, el capitalismo es una cultura y en esa cultura, por ejemplo, no es conseguir que la mayoría esté de acuerdo o se sienta mal muchas veces y otras no, o se sienta bien porque hay fiestas, o cobra más dinero; pero no pretenda para nada cambiar lo esencial de la existencia, eso es la cultura capitalista. Por eso se puede tener una cantidad enorme a veces de diversidades, otras veces no, otras veces se decreta un Estado de excepción y no se puede tener ninguna; pero lo esencial es cultural. Toda dominación bien establecida, moderna, es cultural, siempre fue así, de un modo u otro, pero ahora más que nunca.
Entonces hay un capitalismo del comercio exterior, y Cuba lo sufre muy duro; hay un capitalismo del bloqueo contra Cuba que es una barbaridad, veinticinco veces le han dicho que no, y es simpático cómo los de la zanahoria mandaron a la señora a abstenerse. Si yo lo estoy acusando a usted o usted es inocente o es culpable, pero no es que se abstuvo, es una de dos.
Pero, bueno, son formas, digamos, más brutales; pero hay formas más sutiles y una de ellas importantísima es el capitalismo de la educación que cada uno recibió, de la educación que desde niño era lo tuyo, si acaso cuando más lo de tu familia, el interés personal, el egoísmo, aunque se dijera que el afán de lucro no; el egoísmo que opera tanto contra la solidaridad entre las personas y que entonces es muy difícil de erradicar y tiene la capacidad de regresar, de retornar; tiene la capacidad de aparecerse de modo difícilmente censurable, como cuando dice: no, pero él está tratando de resolver, por ejemplo —resolver es un verbo cubano—, y en realidad, ¿a costa de quiénes?, habría que preguntar, ¿contra quiénes?, ¿exigiendo que les paguen lo que nunca se pagó, por ejemplo? ¡Pero qué hermoso es que todos los servicios sociales, que todo lo que son bienes de las personas lo tengan las personas, sin ser otra cosa que personas y no por el dinero que tienen en el bolsillo!
El dinero, como equivalente general de la mercancía es un gravísimo problema cultural; ningún país como Cuba, aunque tenga un poder como el que tenemos, lo ha podido quitar, el salario tampoco. Por eso yo dije al inicio que, bueno, como soy marxista me doy cuenta de que vivimos en una transición socialista, por muy solidarios y humanos a fondo, y con ganas de que ya no haya ninguna forma de dominación.
Lograr, por ejemplo, que todos los cubanos entendieran que la mitad de los cubanos no era inferior a la otra mitad, por ser mujeres, ya fue un éxito dificilísimo, no fue de un día para otro y todos éramos socialistas, vaya; y una parte de los socialistas decía: sí, pero ella que es socialista e inferior a mí que soy socialista.
¿Qué quiere?, que la transición exige no solo paciencia, sino mucho trabajo, no solo usar un tiempo largo, sino educar una y otra vez, y un conjunto de formas que van desde la coerción social hasta la autoeducación, es complejo, y a nosotros se nos ha hecho difícil por una cantidad de las medidas que se han aplicado a partir de los primeros años noventa, porque se han introducido fórmulas primero para sobrevivir, después para que fuera viable la economía del país y todavía estamos en lo segundo, ya lo tenemos, pero una y otra vez hay que volverlo a tener. Entonces esto ha hecho que crezcan diferencias sociales entre nosotros que no había y que crezca entonces el valor del dinero, que no lo tenía, tenía valor, pero poco; que crezca entonces también la relación directa de lo que cada persona hace, con lo que recibe personal o familiarmente y la calidad de la vida que en algunos aspectos tiene.
Es decir, la relación que tenía la actividad de los cubanos con esto, era muy indirecta, a pesar de lo que dicen a veces los manuales que son tonterías, aquí toda cubana, todo cubano, por ejemplo, tenía derecho gratuitamente a todos los servicios, y los servicios eran de verdad universales y muy satisfactorios, así fue subiendo el grado cultural y con él suben lo que llaman los sociólogos, expectativas. Usted quiere más, porque sabe más, porque tiene un mundo más complejo interior, porque tiene más gustos desarrollados y entonces cuando no hay más y le dicen: Sí, pero si tuvieras dinero habría más; sí, pero si tienes dos trabajos hay más; sí, pero si consigues de algún modo, aunque no sea lícito, sino incluso que pueda ser delictivo, pues aparecen problemas que vienen de una cosa que pudiéramos hasta llamar monstruosa, el aumento enorme de la cultura, de las capacidades laborales pero de todo tipo, del gusto, de las expectativas y el no aumento a ese tamaño de los bienes y servicios.
Entonces la diferenciación social es un enemigo que toca duro a la puerta en nombre del capitalismo, aunque no lo parezca.
José Manzaneda.- El Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello, que dirige Fernando Martínez Heredia, realiza numerosas actividades en el campo de la investigación cultural, los estudios de opinión, sobre diferentes grupos sociales, actividades académicas, presentaciones, publicaciones. Me gustaría, Fernando, que nos presentaras el instituto y cuáles son algunas de las líneas fundamentales de trabajo.
Fernando.- No me gusta, porque es como hacerse propaganda, aprovechando lo solidario, pero es una institución grande, para los tamaños nuestros, y se tiene que ocupar de cosas muy diversas, entonces hacer ese tipo de relaciones con siete líneas, por ejemplo, puede ser aburrido para el lector. Prefiero llamar la atención sobre el hecho de que, por ejemplo, a nosotros nos interesa mucho la participación en el consumo cultural, no meramente cuánto hay, cómo es, dónde hay más o menos, sino también cómo puede participar la población en ese consumo desde la elección del consumo, desde el conocimiento de los factores que pueden haber o no, y, claro, hay un problema también en este caso de la educación y del gusto.
O sea, nosotros tenemos que vernos hasta un punto, que en nuestro caso es pequeño, con las bellas artes y hasta un punto, que en nuestro caso es muy grande, con las formas de cultura popular; en ese sentido puede que tengamos trabajos históricos que son muy importantes, como las tradiciones orales, los conjuros, las formas que tiene la gente de ejercer una cultura que los que van a la universidad no siempre se dan cuenta de que también es cultura.
O el trabajo con los que son portadores, como llamamos en la jerga, culturales; porque en un poblado de oriente o de Pinar del Río han mantenido durante más de un siglo una forma cultural expresiva con danza, música y una letra que o viene de uno de los que construyeron Cuba con sus culturas —y no digo de los que aportaron, porque casi siempre se dice que aportaron los africanos, y el que aportó es porque era una persona secundaria, y es que todos concurrieron—, y nosotros, por ejemplo, no solo lo investigamos, y es una fase la investigativa, sino que también lo promovemos en la medida pequeña en que podemos hacerlo. Por ejemplo, hace 10 días tuvimos la reunión anual de premiación de lo que llamamos memoria viva, que es una premiación no de un primer premio, sino de unos 30 premios, son gentes que son grupos culturales de todo el país, de todas las provincias que concurren aspirando, y lo importante, por un lado, es que gana premio una cantidad y, por otro lado, que se presenta un número muchísimo mayor y son tan importantes como los que ganaron los premios; pero son portadores los grupos.
También premiamos a personas que han echado la vida entera como personalidades, pero personalidades que solo son conocidas en la comunidad, en el barrio, cuando más en el municipio, que no salen por la noche en el noticiero cuando cantan ni cuando bailan y que son también portadores culturales importantes. Bueno, eso se llama Memoria Viva y todos los años se convoca, se hace con mucha seriedad y se otorga el premio, y esto fue hace 10 días.
Hay cosas de otro tipo que pueden ser hasta un poco farragosas para el que no le gusta, ¿no?, como el uso de la estadística y tenemos que con las estadísticas discutir con funcionarios, porque les aportamos un trabajo sociológico ya de otro tipo, cuantitativo, con instrumentos cuantitativos que ayuden a discernir mejor y no lo que se le ocurre a uno que es bueno. En ese sentido apoyamos a la institución a la que pertenecemos que es el Ministerio de Cultura; pero también partimos de esto, y con esto termino, de que no hacemos solamente lo que nos piden que hagamos, que eso sería muy estrecho y pequeño y no nos permitiría ni siquiera hacer bien lo que nos piden, hay que tener ideas propias tienen que ocurrírseles a uno con temas necesarios y llevarlos adelante, y eso hacemos.
José Manzaneda.- En tus escritos y en tus reflexiones, Fernando, insistes en la necesidad de impulsar la participación en el país, impulsar el debate franco, transparente, sin miedo a la discrepancia. ¿Cómo está la salud de la participación y la salud del debate discrepante en la Cuba de hoy?
Fernando.- Nunca está de más hablar de eso. Y alguna vez yo he escrito para ser más fuerte, que el debate en el socialismo es como la respiración para las personas, de ese mismo tamaño, es vital; el debate en el capitalismo puede ser incluso interesantísimo, pero tiene otras funciones, tiene las funciones del sistema en el cual existe; cuando participas en él y corren las consecuencias, personas que están opuestas al sistema, es interesante, pero el sistema se encarga de que no sea capaz de acabar con él. En el socialismo tiene que suceder lo contrario, es decir, el sistema tiene que promover el debate, tiene que promover la discusión, tiene que promover la diferencia, tiene que promover, incluso, las divergencias.
A mí me gusta mucho lo que dijo el Presidente nuestro, que es un guerrillero antiguo, Raúl Castro, que le tocó, porque le tocó ser el ministro de las Fuerzas Armadas toda la vida, y resulta que un militar de toda la vida, cuando tomó posesión, al poco tiempo hizo un discurso donde dijo: yo lo que les pido a todos, por favor —porque Fidel es tan grande que solo entre todos lo podemos sustituir—, es que tengamos discusiones y que tengamos discrepancias entre los compañeros. Yo dije: ah, qué bien, porque cada profesión tiene su defecto profesional, y él demostró no solo que no lo tenía, sino que tenía muy claro qué cosa era muy necesario.
Pero no es fácil, los hábitos de autoritarismo que no siempre vienen de algo malo, por ejemplo, para los viejos la lucha frontal fue algo familiar y saben que a veces si no era autoritario no había posibilidad, pero los hábitos de autoritarismo tienen que ser desterrados y no lo han sido, y hay una lucha con ello, y reaparecen de pronto y uno se asombra y dice: ¿Todavía tú piensas así como un troglodita? ¿Todavía tú crees que hay un compañero que no es contrarrevolucionario, pero no sabe que está sirviendo sin querer a la contrarrevolución?, como dice a veces algún que otro funcionario nuestro. Ah, bueno, esas son cosas reales contra las cuales hay que luchar.
Ahora, debatir por debatir, para sentir cómo se hace ruido no vale la pena tampoco. A mí me parece que para debatir hay que estar bien informado, si no se hace real que las áreas tienen que informar de verdad y que los periodistas tienen que servir de verdad, y los medios, por tanto, y que no puede haber lo que en Cuba llaman secretismo contra los que no son secretos de seguridad para nada, entonces, ¿cómo va uno a opinar si no tiene información? La información es básica, la información, como diría un filósofo europeo, es necesaria, pero no es suficiente; es necesario entonces que se discuta, pero para esto también es conveniente, por lo menos, que haya una educación sobre discusiones, sobre discutir.
Si no hay educación yo no me opongo, más vale que sean ineducados, pero que discutan; pero si se discute educadamente, se avanza muchísimo más y no se pierde la fraternidad. Pero, además, se gana en eficiencia, es decir, el debate para algo. Y por esto decía: no solamente por hacer ruido, sino para que se convierta por un lado en una norma que hay que hacerle caso a los debates, no es posible que incluso se diga: pero qué bien se ha discutido algo, pero después no hicieron nada. Entonces es frustrante, se convierte en un adorno; el debate como adorno hay que rechazarlo.
El capitalismo tiene sus adornos, el socialismo debe tener sus adornos, pero otros adornos, los adornos con los cuales se adorne la gente, se adornen las calles, se adornen las fiestas, pero que alguna cosa que tiene que servir para avanzar no sirva como un adorno; es decir, estoy en contra de que se prohíba y en contra de que no sirva para nada.
José Manzaneda.- Hemos conversado, con mucho placer, con Fernando Martínez Heredia, uno de los grandes intelectuales de la Revolución Cubana, director del Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello, nos ha recibido en su casa y realmente se lo agradecemos.
Despedimos nuestro programa desde la capital de Cuba, desde La Habana.
(Transcripción de Dialogar, dialogar)

jueves, 24 de agosto de 2017

COMENTARIOS A UNA CARTA ABIERTA

Enrique Ubieta Gómez, La isla Desconocida

1.     No sé a qué “refriega de insultos personales” responde Aurelio Alonso, he vuelto a leer mi texto –que no se titula "La respuesta" sino "La pregunta esencial", la respuesta es él quien puede dárnosla– y no los encuentro, a no ser que estime “ofensiva” mi discrepancia. En mi texto hay argumentos y ciertamente, no los responde. A un pensador revolucionario de larga trayectoria, no le asienta la victimización. Hay quien pide osadía a los jóvenes si estos piensan como ellos, y respeto, si piensan de manera diferente a ellos (yo ya, como él sabe, no soy joven). La unánime certeza de que el debate debe imponerse en la sociedad cubana, se derrumba cuando los que lo reclaman se ven enfrentados a criterios discrepantes: el listado de insultos contra mi persona es largo y ancho. Pero no me quejo, ni los reproduzco.

2.     Tampoco me lee bien. Dije que él “se insertó desde el comienzo en el debate en curso con un texto ajeno a su temática”. Es obvio que me refería a la temática del debate y no a la de sus competencias.

3.      Precisamente el respeto a Fernando –de quien me consta fue muy amigo–, fue el factor que me detuvo al inicio. Es lo que dije y repito. No tengo que protegerlo y menos aún protegerme de nada. Fernando fue uno de los pensadores anticapitalistas más coherentes que he conocido. 

4.      Jamás he colaborado con el blog Post Cuba ni he enviado algún anónimo, ni a ese blog ni a sitio alguno: tengo la satisfacción de que todo lo que he querido decir en mi vida ha sido firmado con mi nombre y apellidos. No comparto la manera en la que ese blog defiende sus criterios. Y dicho sea de paso, porque he visto comentarios absurdos y –esos sí– ofensivos sobre mí: respeto y admiro la vida y la obra de Silvio (ahora mismo escucho su música, es un “vicio” sano que, por encima de cualquier diferencia de criterios, me alimenta). Esos comentaristas, sí que quieren desviar el sentido del debate y dividirnos. Las ofensas, cuando aparecen, son extravíos, y no debiéramos colocarlas en el camino real; a veces surgen de provocadores que persiguen distraernos o conducirnos a equívocos insalvables.

5.       “Lo que sobre un tema dado piensen Roberto Veiga y Lenier González – como cualquier otro autor – es lo que piensan ellos y no algo consensuado”, escribe Aurelio. El problema es que las citas que reproduzco de esos autores no expresan opiniones personales; son los fundamentos explícitos –según sus directivos– de un proyecto público: Cuba Posible. Lo que dicen no es lo que piensan, es lo que se proponen hacer con esa plataforma. Veiga dice (disculpen que lo repita): “Yo tengo una opinión personal a favor de una Cuba pluripartidista. Nuestro proyecto quiere facilitar esto y contribuir con serenidad a ese proceso.” Y agrega: “Cuba Posible promoverá el ‘cambio transicional’”. No veo cómo Aurelio pueda ignorar eso al decidir participar en su directiva.

6.      A diferencia suya, lo que a mí me interesa comentar de su Carta Abierta no son los párrafos iniciales, sino los finales: “Se excluía en aquella iniciativa solo lo que en la teoría o en la acción respondiera a las proyecciones de los enemigos del proyecto social cubano –escribe Aurelio–. Pero, hecha esa salvedad, sería un espacio para que participaran contribuciones que merecieran ser tomadas en cuenta, vinieran desde la izquierda, el centro o la derecha; verla como centrista puede ser incluso un reduccionismo. Porque de la derecha, cuando no responde al canon del enemigo, y aunque no aceptemos sus soluciones, nos debieran interesar las críticas”. ¿Qué entiende el ideólogo revolucionario Aurelio por “enemigos del proyecto social cubano”? ¿De qué derecha habla cuando dice que “no responde al canon del enemigo”? Hay hombres y mujeres conservadores y honestos, eso lo sé, pero esas no son clasificaciones que pueden definir a los ideólogos. Pero mi estupor es grande: ¿cree Aurelio que los ideólogos de derecha y los de centro –él acepta de facto la existencia del término– acuden a Cuba Posible a exponer sus críticas para fortalecer la Revolución en el poder?, ¿que publican en (y financian) ese espacio de “cambio transicional” e invitan a sus integrantes a mesas de diálogo en Washington, incluso en el Departamento de Estado, y en México, sobre, por ejemplo, como cambiar nuestra Constitución, para disfrutar del intercambio civilizado entre colegas? A mí también me interesa conocer lo que piensa la derecha, pero para eso están los libros y la prensa transnacional hegemónica que, por cierto, le ha dado cobertura desde sus inicios a Cuba Posible, mientras silencia, cuando no ataca a los revolucionarios cubanos. 

7.      No está de más recordar la caracterización ejemplar que hizo Aurelio sobre el proyecto editorial Encuentro de la Cultura Cubana, en el sitio La Jiribilla, en junio de 2000: “Me represento a Encuentro de la cultura cubana como un producto típico del anticastrismo de tercera generación: no proclive a una propuesta de reversión total del cambio de los sesenta, capaz de incorporar el rechazo a la política norteamericana hacia la Isla, y circunscrito a rescates puntuales en torno al pasado; matizado en las críticas a la influencia del socialismo soviético, en especial para restar relevancia a la política cubana en los puntos de acuerdo tanto como en los de desacuerdo; amparado en una propuesta de reconciliación nacional tan sesgada, parcial y ajena a la realidad que se hace imposible tomarla en serio; implacable ante la extensión, después del derrumbe del Este, del liderazgo revolucionario en Cuba, la cual considera anacrónica, de corte gerontocéntrico; y contra el socialismo mismo como proyecto.” Desde luego, es otra época, ya el anticastrismo –con el que Aurelio jamás comulgaría–, es inoperante. Cuba Posible es más sutil, su lenguaje y su propósito deconstructor se apoyan en un fenómeno que Lenier González, uno de sus gestores, describe de la siguiente manera: “Si algo ha tipificado los últimos 10 años, es un corrimiento “al centro” en un conjunto importante de actores sociales y políticos, dentro y fuera de la Isla”.

8.      Jamás se me ocurriría confeccionar una lista de “centristas” u otra de “anticentristas” –cada persona es un mundo, decía mi abuelo–; hablo de un proyecto que El Nuevo Herald, tendencioso, es obvio, pero sagaz, calificaba hace unos días de político y de centro. Los que se incorporan alegremente al imaginario “listado” por no estar de acuerdo con algún punto o alguna expresión de los que han señalado las características de ese proyecto, le hacen el juego (y ocultan) a los que sí trabajan contra el proyecto revolucionario.

9.      No entiendo la frase enigmática en la que afirma que estoy respondiéndole a él (no, como dice, criticándolo) con la mirada “en otro lugar”. Después de darle vueltas, supuse que se refiere a los comentarios que incorporo sobre textos de Humberto Pérez y Pedro Monreal. Pero resulta que es él quien los comenta favorablemente en su artículo y dice que casi lo hacen desistir de escribir. Es decir, que no miro a ningún otro lugar que no sea su artículo.

1  0.Un último punto: se ha mencionado mi supuesta alta responsabilidad en el Partido –que no es tal, aunque toda responsabilidad es alta desde un punto de vista moral– para insinuar que no debo involucrarme en estos debates. Me siento orgulloso de ser un cuadro del Partido de Fidel y de Raúl, y también un intelectual que, a un año de cumplir mis 60, jamás ha escrito un texto en el que no crea. Mi responsabilidad –que no empieza ni termina con un cargo, felizmente efímero–, de la manera en que la siento, es la que me obliga a participar en el debate. Pero hay responsabilidades sin cargos –como la que tenía Fidel, salvando las distancias, en sus años finales de vida, o aquella a la que alude el Che en su carta de despedida, por lo que significan vida y obra– que son abrumadoramente superiores a las de quienes ocupan cargos. Responsabilidades como esas, estoy seguro que hicieron escribir a Aurelio aquel texto sobre la revista Encuentro de la Cultura Cubana.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Desideologización de lo económico y neoliberalismo en Cuba: ¿de verdad?

Por Pedro Monreal, El Estado como tal

Es conocida la preocupación de la dirección política del país con la dimensión ideológica del proceso de transformaciones económicas y sociales que se anhela acometer en Cuba. Eso implica inevitablemente una discusión sobre el tema y las discusiones siempre se producen entre personas concretas.

Parecería ser que algunos de los que se han colocado en el “borde delantero” de esa discusión ideológica consideran que tienen un amplio margen de maniobra para decir lo que se les ocurra, pero es conveniente llamar la atención acerca de varias cosas.

Entre las novedades “analíticas” sobre Cuba que nos trajo este verano hay dos cuestiones interesantes. La primera es que parece existir una “escuela de pensamiento” que considera como una forma de utilitarismo desideologizado el reclamo de una atención priorizada a la restructuración económica del país. Sin embargo, ello no es óbice para que paradójicamente se les endilgue una supuesta afiliación ideológica determinada –sea neoliberal, socialdemócrata, o cualquier otra- a esos mismos de quienes se ha dicho que, por defender la atención priorizada de lo económico, postulan un “relativismo desideologizado”.

La segunda novedad es que ha estado “denunciándose” la existencia de economistas neoliberales en los debates sobre el país, entre ellos el autor de este blog.

Lo primero pudiera expresar holgazanería intelectual. Los “analistas” simplemente parecen no haberse tomado el trabajo de leer con atención los supuestos textos economicistas, pragmáticos y carentes de principios que creen estar “denunciando”. La incongruencia del discurso lógico que con frecuencia hacen (“denunciar” una desideologización y al mismo tiempo decir “más bien todo lo contrario”) as algo que también deberían dedicarse a resolver.

Lo segundo -la cuestión del neoliberalismo- pone en evidencia la falta de ilustración económica y la ausencia de capacidades analíticas de algunos exponentes de esa nueva hornada de comentaristas ideológico-económicos.

No intento hacer una valoración general sobre el asunto y por tanto me referiré específicamente a tres artículos:

“Cuba: Revolución vs. Centrismo. Procesos culturales y estrategias políticas”. Por Jorge Ángel Hernández Pérez, La Jiribilla, 8 de julio de 2017.

“Ideas en el centro del debate”. Por Elier Ramírez Cañedo, La pupila insomne, 20 de julio de 2017.

“Divertimentos académicos”. Por Carlos Luque Zayas Bazán, La pupila insomne, 17 de agosto de 2017.

Intentar hacer análisis tocando de oído

El primer texto se refiere al neoliberalismo, pero sin hacer explícito qué articulo y autor concreto pudiera estar criticándose.

Lo que esencialmente se dice en ese texto es que el llamado “centrismo” funciona como un caballo de Troya del neoliberalismo

Hernández Pérez no ofrece la menor pista para poder entender cómo los “centristas” -o quien sea- están fomentando la ideología neoliberal desde adentro. Simplemente dice Hernández Pérez que otros han dicho eso y él se limita a repicar esa campana.

Por supuesto que no se aclara quiénes son los otros que se han referido al “caballo de Troya del neoliberalismo” en el contexto del denominado “centrismo” en Cuba. Quizás pudiera tratarse de Ileana González, la autora de uno de los textos más triviales de la compilación “Centrismo en Cuba: Otra vuelta de tuerca hacia el capitalismo”, que es donde ha podido localizarse la utilización de una expresión parecida.

Es decir, que no hay que prestarle atención al texto de Hernández Pérez en esta cuestión del neoliberalismo. Se trata de un intento fallido de vender una superficialidad como si fuese un análisis.

Una discrepancia respecto al método de análisis

El texto de Ramírez Cañedo (20 de julio de 2017) incorpora comentarios que ambos hicimos el día anterior en Cubadebate a propósito de un texto de Enrique Ubieta (“Las falacias en su centro”, Cubadebate, 18 de julio de 2017).

Ramírez Cañedo plantea dos ideas básicas respecto a la desideologización y el neoliberalismo.
La prioridad de las soluciones económicas como una engañifa desideologizante


La identificación (no especificada) de textos relativos al debate en Cuba que estarían expresando variantes de una ideología socialdemócrata o neoliberal.

Mi respuesta al primer punto (desideologización) la ofrecí inmediatamente en un artículo publicado en el blog El Estado como tal, el 20 de julio de 2017, con el título “Debates en Cuba: ¿ideología sin proteínas?” https://elestadocomotal.com/2017/07/20/debates-en-cuba-ideologia-sin-proteinas/

No repito aquí lo que entonces expuse.

Solamente agrego que modestamente trato de orientar mis análisis sobre la base de cinco aspectos del método marxista que considero que son relevantes para el debate económico en Cuba: a) la distinción entre las manifestaciones y su esencia, y el entendimiento de que el sistema de ideas con el que cada sistema económico y social se auto percibe (ideología) tiene una función esencialmente justificadora y por tanto la cuestión es cómo asegurar la función critica del análisis en un contexto como el cubano donde tiende a ideologizarse muchas cosas; b) tratamiento de los problemas económicos, sociales y políticos de conjunto, en su interrelación; c) abordar los problemas económicos como problemas históricos que deben ser explicados socialmente y concebir las regularidades económicas de manera histórica específica; d) utilización de la dialéctica en el análisis, con énfasis en explicaciones apoyadas en contradicciones y crisis, y adoptando una perspectiva materialista; y e) concebir el desarrollo económico como un proceso de conflicto y cambio, alejado de visiones “armónicas”. (Esto es algo que he expresado anteriormente. Ver comentarios al artículo “La realidad doblada como un papel: manía clasificatoria y debate político en Cuba”, Cuba Posible, 23 de marzo de 2017 https://cubaposible.com/monreal-debate-politico-cuba/) .

Considero que ese enfoque tiene puntos comunes con aspectos planteados por Ramírez Cañedo, por ejemplo, que la mejor manera de hacer ideología es cuando esta se materializa en la práctica y que la visión debe ser totalizadora, pero entiendo que diferimos en cuanto a la primacía de lo económico. Es un tema legítimo de discusión, pero probablemente se haya alcanzado un punto muerto en ese aspecto del debate con Ramírez Cañedo.

Respecto al segundo aspecto, no niego que en textos relativos al debate pudieran existir las posiciones ideológicas a las que se refiere Ramírez Cañedo. Lo que respetuosamente sugiero es que identifique los textos concretos en los que se han expresado esas posiciones y que se haga una crítica razonada. Un análisis ideológico, económico, o de cualquier esfera social, solamente es creíble cuando es concreto.

En cualquier caso, mis discrepancias con el texto de Ramírez Cañedo son esencialmente relativas al método de análisis.

¿Alguien dijo análisis?

El caso más interesante es el texto de Luque (17 de agosto de 2017), el cual se complementa con un comentario que hizo a un artículo publicado al día siguiente por Javier Gómez Sánchez (“¿Una prensa sin ideología?”, La Pupila Insomne, 18 de agosto de 2017).

La imagen que proyecta el texto es la de asociar mi nombre a la noción de “un intelectual orgánico del neoliberalismo”. Se dice que hay que prestar atención al enfoque “repetido continuamente por este economista”

Adicionalmente, el “análisis” no deja otro margen que asumir que se refiere a mí cuando en el comentario al texto de Gómez Sánchez (18 de agosto de 2017) se dice que “tenemos a un neoliberal hablando de autogestión obrera e intereses de los desposeídos”.

Considero que se hace una referencia a mis opiniones porque en mis comentarios al texto publicado en Cubadebate -2 de noviembre de 2016- expresé que “la legitimidad política del trabajador cubano debe ser la predominante y debe estar basada en el ejercicio del poder político que descansa en su condición de propietario de los medios de producción fundamental del país. Es más, agrego que siempre que se pueda, esa legitimidad debería estar asentada en mecanismos directos de poder obrero, o sea de democracia obrera directa”.

Obviamente, no hay necesidad de perder mi tiempo para explicarle al “analista” que no soy un intelectual del neoliberalismo, ni orgánico ni inorgánico, ni de cualquier tipo. Lo que haré es tratar de ayudar al “analista” a que entienda que su texto del 17 de agosto no tiene nada que ver con un análisis.

Ese texto del 17 de agosto expresa insuficiencia conceptual sobre el tema que se cree estar analizando (ni siquiera se presenta un concepto adecuado de neoliberalismo) y exhibe un notable déficit metodológico para el análisis, revelado en una elección insuficiente y sesgada de datos, la manipulación de citas, y el enunciado de conclusiones que no logran validarse.

Antes de pasar a comentar brevemente algunos detalles, llamo la atención acerca de que parece ser demasiado casual que el texto se circunscriba a tomar como base una serie de comentarios sueltos que hice a una vieja publicación y que no se haya referido a las decenas de artículos que he escrito sobre temas económicos cubanos en los últimos años.

Solamente en el blog El Estado como tal (iniciado en abril de 2017) hay más de 40 textos de mi autoría y en Cuba Posible hay más de 30. Material para buscar donde hacer críticas no es precisamente lo que ha faltado.

Probablemente, el “analista” no lo conoce, pero eso tiene una denominación precisa en el contexto de los análisis espurios: prejuicio de amplificación de conclusiones con datos mínimos. No necesariamente implica mala fe, puede ser el resultado de la falta de conocimiento.

Adicionalmente, el texto del 17 de agosto parece expresar un reciente acto de iluminación respecto al neoliberalismo que festinadamente se me atribuye pues, en aquel intercambio de opiniones que sostuvimos en la sección de comentarios del texto publicado en Cubadebateel 31 de octubre de 2016, no se hizo la imputación que ahora se expresa, mientras que la “denuncia” diferida que hoy hace se basa casi íntegramente en aquel intercambio de opiniones.

Además de los casi diez meses que tardó en brotar la iluminación, el hecho es que el “analista” tuvo entonces espacio suficiente para expresar lo que quiso decir pues sus comentarios de octubre de 2016 ocuparon más del doble del espacio de mis comentarios (exactamente 2,4 veces mayor, medido por el número de palabras).

En realidad, los comentarios del “analista”, en respuesta a los míos, fueron mucho más extensos (casi un 60% más extenso) que el propio artículo que se estaba comentando. ¿Tanto nadar para morir en la orilla?

El neoliberalismo es…. (¡ahorita me acuerdo!)

En relación con el tema que cree estar analizando, el texto del 17 de agosto propone dos aproximaciones al concepto de neoliberalismo:
  1. “El pensamiento neoliberal se distingue por su concepción del vínculo que existe entre ideología y desarrollo, entre economía y sociedad”.
  2. “El capitalismo neoliberal considera que es la sociedad la que debe adaptarse y subsumirse a las exigencias del imperativo económico capitalista. De allí se origina la fe desmedida en los números, los datos macroeconómicos, y las estadísticas como una forma de medir el crecimiento material, que igualan al desarrollo humano”.
Ambas son aproximaciones conceptuales superficiales y muy insuficientes del neoliberalismo. La segunda de ellas incluye un sinsentido acerca de las estadísticas que revela ignorancia no solo respecto a la economía sino también sobre las ciencias contemporáneas, las cuales, por cierto, son parte de la cultura a la que tanto se refiere el “analista”.

El punto es que ni la aproximación (a) ni la (b) proporcionan una definición aceptable del neoliberalismo, sobre todo cuando el propósito del “analista” es clasificar ideológicamente el trabajo de otros. Andar por la vida colgando etiquetas sin saber a ciencia cierta de qué se trata el asunto es, además de una irresponsabilidad, un irrespeto a la inteligencia de otros.

El “analista” no es capaz de conceptualizar correctamente lo que piensa que está criticando. Cataloga sin saber acerca de qué es el catálogo.

En cualquier caso, procurarse una definición adecuada de neoliberalismo es algo que le correspondería hacer al “analista”.

A falta de pan, casabe

Identificar la ideología neoliberal en un texto económico no es algo particularmente complicado. Bastaría con poder detectar lo que es distintivamente neoliberal en el tipo de premisas conceptuales, las prioridades y mecanismos de políticas públicas que se rechazan y que se defienden.

Naturalmente, eso requiere tener un concepto adecuado de neoliberalismo y poder disponer de textos que se tomen como objeto de crítica en los que la ideología neoliberal pudiera estar presente. Si falta cualquiera de esas cosas, no se llegaría a parte alguna.

Las conclusiones del “analista”, además de no basarse en un concepto apropiado de neoliberalismo, tampoco se apoyan en textos criticados de los que puedan extraerse citas que contengan formulaciones distintivamente neoliberales.

La imposibilidad de localizar esas formulaciones en los textos del autor de este blog pudiera ser la razón por la que el “analista” los ha evitado y utiliza en cambio una base reducida y sesgada ( comentarios sueltos), en vez de acudir a las decenas de artículos del autor de este blog dedicados a la pobreza, la desigualdad, la justicia social, el consumo familiar, el empleo, los salarios, las pensiones, el subsidio a la canasta alimenticia familiar, la utilización socialmente efectiva del presupuesto nacional, la restructuración del sector estatal y su relación con el sector privado y el mercado, temas que son la antítesis del neoliberalismo.

El “analista” ha sorteado esa dificultad con imaginación. Como no tiene una cita a mano simplemente se manipula el escaso material seleccionado y cuando se necesita, se inventan “prioridades”, “remisiones”, y “mensajes” que se atribuyen a quien es objeto de su crítica, o sea, que el “analista” incurre en falsedades.

Solamente a modo de ejemplos:
  • Se dice que se le otorga una supuesta prioridad al estudio de “las insuficiencias de la propiedad social, estatal” y a su comparación con “las bondades de la propiedad privada”.
  • Se afirma que el autor de este blog “se remite sólo al momento actual de Cuba, lo que desea es poner sólo poner sólo en la columna del debe del socialismo cubano sus problemas económicos y con ello demeritar las ideas socialistas”.
  • Se concluye -supongo que haciendo gala de la parapsicología y de otras artes ocultas- que “el mensaje subliminal, y en ocasiones franco, tiene estos componentes: (a) sólo el capitalismo puede lograr la prosperidad, (prosperidad según su propio concepto), (b) sólo la propiedad privada es eficiente, el resto es…ideología y, (c) el socialismo, que es la única esperanza de la humanidad, está condenado al fracaso”.
Dado que no existe un solo texto del autor de este blog de donde pueda sacarse una cita sobre las “bondades de la propiedad privada”, “demeritar ideas socialistas”, o “mensajes” de que “sólo el capitalismo puede lograr la prosperidad” y que el socialismo “está condenado al fracaso”, no puede concluirse otra cosa que se trata de una farsa del “analista”.

Se prometió un análisis, pero lo que se entrega es un cuento de camino.

Es saludable discutir acerca de criterios distintos, pero falsear datos para sostener conclusiones fraudulentas no es admisible en el marco de una discusión seria.

No se trata de que exclusivamente se esté dispuesto a privilegiar “a los autores cuyo prestigio intelectual aparezca indexado en las instituciones académicas” sino que el debate razonado y lógico no puede basarse en un timo intelectual como el presentado en el texto del 17 de agosto.

De nada vale que se cite a Polanyi, Pascal y Lenin para tratar de emperifollar un simulacro de reflexión intelectual.

Unas preguntas a modo de conclusión

El texto del 17 de agosto incluye una noción –lingüísticamente entendible en sí misma- que parecería aproximarse al pseudomarxismo: ”Porque por donde hay que empezar el análisis de cada cuestión económica es por el campo ideológico y cultural”.

¿Dónde deja eso la concepción materialista como método para el análisis crítico de la sociedad?

¿De qué manera, exactamente, un análisis marxista sobre lo ideológico es verosímil si no se basa en la consideración de las relaciones sociales concretas de producción y de las clases que en ellas operan?

¿Es que acaso ha llegado la hora de descartar El Capital y de reemplazarlo por una “antología” sobre el “centrismo”?

¿Es eso?