Alicia Alonso en el ballet Carmen. Coreografía y libreto: Alberto Alonso, sobre la novela de Prosper Mérimée y el libreto de Henry Meilhac y Ludovic Halevy para la ópera homónima de Georges Bizet Música: Rodion Schedrin, sobre la original de Georges Bizet Diseños: Salvador Fernández.
Publicado: 2016-12-21
Por: Toni Piñera
Fuente: CUBARTE
Carmen, Giselle, Dido, Swanilda, Aurora, Odette, Odile, Yocasta, Lissette…, mil y más criaturas, como dijera el poeta Eliseo Diego, decenas y cientos de personajes se confunden con su piel en el tiempo, esos que han vibrado cuando se posan en ella por unos minutos u horas sobre las tablas. Aquellos que se han vestido de gala cuando ella los anima, con su enorme talento de bailarina.
Alicia Alonso en su debut como Giselle en 1943, acompañada por Antón Dolin. Ballet Theatre, Metropolitan Opera House , Nueva York.
¡Cuánto ha bailado! Pero hay uno que a veces no llegamos a conocer en toda su magnitud real, y que resulta el verdadero protagonista de tantas historias, alegrías y emociones vertidas por ella y nosotros, en eterno diálogo escena-auditorio. Desvistamos hoy, en su onomástico 96, esos personajes para encontrarla a ella, hecha mujer y vida, más allá del sueño y las historias de fantasías bordadas por Willis, hadas, princesas y cisnes.
Fernando y Alicia Alonso
Qué decir ante el desafío del artista con la escena, cuando logra derrumbar, sin apenas una huella, las paredes del teatro, para alzarse con la vida obviando teorías biológicas y del tiempo. Qué decir de todo esto, que tanto sentir reclama palabras. Alicia bailando tanto... Sorprender, he aquí el verbo que audazmente esgrime siempre, dejando en el tiempo la huella fértil de su tenacidad, la poesía de sus movimientos, cosiéndonos recuerdos…
Descorriendo las cortinas del tiempo, encontraremos en esas ventanas, que son las fotos, videos y memorias, a Alicia. Que para nosotros no necesita apellidos que nos la acerquen a nuestro pensamiento, porque ha construido con sangre, tesón y esfuerzo, su personaje mayor, su vida propia.
El tiempo ha pasado, y aunque como suele decir la Diva siempre, que baila hasta cuando respira, quedan las imágenes grabadas como testimonios, con las que recordamos un largo tiempo de quehacer ininterrumpido en el Arte.
Una vida dedicada a entregar lo más humano de sí durante más de 8 décadas…, vigencia de una realidad, de una gran bailarina, coreógrafa, Maestra…
Para captar a Alicia, ya sea en foto, cine, dibujo, pintura, ballet… hay que acudir a la magia, porque ella es la DANZA, la danza es movimiento, y el movimiento es difícil de atrapar. Pero hay más, ella no es lo que se ve a simple vista, sino la artista que lleva adentro, y sale, como transformada en espíritu cuando toca la escena. En ese mágico espacio donde dejó eternos instantes.
Prima Ballerina Assoluta Alicia Alonso inauguró en el Museo de la Danza de Cuba la muestra pictórica Bravo Alicia, del artista de la plástica Jesús Lara Sotelo y de su alumno Francis Fernández Trujillo (Copola), dedicada al cumpleaños 96 de la Maestra.
Pero por más que veamos imágenes y fotos de Alicia, nunca podrán entregarnos su dimensión verdadera, la de mujer, madre, maestra, compañera y, por sobre todas las cosas, amiga, que ella en su tiempo vivido nos ha sabido regalar con todo el amor que brota de cuanto hace. Ya sea ofreciéndonos su mano, o su pecho para reposar en un instante de tristeza, o esa frase precisa de quien la necesita, siempre atenta al que le habla, al que se acerca a su lado, esperando escuchar un consejo sabio, o a encontrar aquella persona que vivirá, en paralelo y como uno mismo, lo que el otro siente… Nunca la foto será un espejo perfecto que podrá reflejar/entregar lo que ella ha sentido adentro, no solo en el baile que es su estado ideal, porque solo alcanzamos a ver lo externo, lo puramente superficial, en una imagen. Porque Alicia, es humana, es vibración, sentimiento, movimiento eterno, y la fotografía es eso, solo una imagen congelada. Que nos hace recordar y volver a vivir, por supuesto.
UNA ESTUDIADA ALITERACIÓN DE ELES EN SU NOMBRE…
Esa estudiada aliteración de eles en su nombre, con una equilibrada distribución, como si fuera una perfecta coreografía ALICIA ALONSO, simboliza una vida entera dedicada a la danza... Pero dejemos que las palabras nos traigan a la bailarina hablando de ella, de su vida, uniendo aquí frases y párrafos extraídos de las tantas entrevistas realizadas en casi 40 años de amistad y de periodismo…
Tener la posibilidad de conversar con un mito no es algo muy común, ella lo es sin quererlo. ¿Cómo lo logró? Con voluntad, trabajo y tesón, y, por supuesto, con talento. Por estos días, la Maestra está de fiesta. Traigámosla en el diálogo para recordar. Un golpe de vocablos abrió las puertas de la conversación con toda la proverbial fuerza de su carácter. ¿Los recuerdos? Se hace eco de la pregunta y afirma: “Vienen a ser mi vida en sí, con la resaca de los momentos buenos y tristes.
Aunque mi vida está repleta de recuerdos positivos. Crear, vivir, decidir, dar…, han sido vocablos muy frecuentados en mi diccionario. Solo cuento las ganancias en la vida. Esas son las memorias que siempre aparecen”.
Como aquel día de diciembre en que bailaba sobre el escenario por vez primera “era la persona más feliz del mundo, todo era yo, no veía nada más. Todo lo sentía como parte mía: la música, el púbico, mis compañeros bailando. Sólo puedo decir que sentía” ¿Ha sido un camino largo, Alicia? “Muy hermoso, porque tú sabes que todos los caminos tienen piedras, pero este ha sido tan particular que nunca las he tenido en cuenta”.
Pero, ¿fue exactamente el debut escénico de Alicia Alonso aquel 29 de diciembre de 1931? “Sí y no”. Fue el debut escénico en la danza –la primera vez que bailó en escena-, pero el del teatro ocurrió el 26 de septiembre del mismo año 31, cuando Alicia –entonces Martínez- participó en la comedia El recreo, presentada en el Auditorium, antes de su primera función de ballet. Luego actuaría en muchas obras teatrales: El amor que pasa, Las flores, Mariquilla Terremoto, y hasta en la zarzuela Gigantes y cabezudos-, porque ella era alumna de la escuela de Declamación de la Sociedad Pro Arte Musical.
Entonces rememora que desde que empezó a escuchar música, siendo muy niña, “sentía la enorme necesidad de expresarme por medio de ella. No quería ser bailarina profesional, sino que necesitaba con urgencia lanzar mis sentimientos hacia fuera por medio de los movimientos de mi cuerpo. Comencé a estudiar teatro y ballet, y debo confesar que lo que más me atraía entonces era el teatro, la actuación, soñaba ser actriz. Pero cuando crecí el ballet pudo más. Aunque un bailarín tiene que estudiar teatro. Lo mismo digo del actor: tiene que estudiar ballet. Es totalmente necesario”.
¿Le asombra todavía el resultado de la Escuela Cubana de Ballet? “No me asombra. ¡Estoy segura!”. ¿Las nuevas generaciones? “Los jóvenes son tremendos, en las próximas funciones de Cascanueces habrá debuts de muchachas y muchachos en diferentes papeles, y los consagrados siguen creciendo”. ¿Usted es la danza? “Al menos es mi vida. Es que tiene una magia que es el dominio del ser humano de su cuerpo, y lo más importante, la conversación con el público, con esa masa de gente que está ahí frente a uno esperando. Eso es como entrar al mundo de la magia…””.
CUBA SIEMPRE EN EL CORAZÓN
¿Giselle? “Es una obra maestra del romanticismo, es como un bordado, un encaje…” Ese personaje ocupa un lugar especial en su cofre de recuerdos, y precisamente el célebre crítico inglés, Arnold Haskell afirmó al verla: ¿Cómo puedes bailar Giselle, si Giselle eres tú? Nadie puede decir lo contrario, pues pocos han realizado un retrato tan vivo de la bailarina cubana.
El nombre de Alicia Alonso, formada en el American Ballet School y con carrera en Estados Unidos, pudo, a partir de aquella legendaria noche del dos de noviembre de 1943, haberse insertado para siempre en el prestigioso universo de compañías estadounidenses y europeas que la invitaron, desde entonces, a bailar en sus temporadas de lujo. De aquella fecha han pasado 73 años. Alicia puede ser contemplada como la encarnación de Giselle, Odette/Odile, Carmen…, pero, más allá de las tablas, es la mujer persistente que con carácter y puño siempre firme, se impuso en la memoria de la danza mundial al fundar una escuela y una compañía junto con Fernando y Alberto Alonso.
Quizá aquella diva de la danza que conmovía los auditorios pudiera haber continuado su carrera como estrella del American Ballet Theatre, o del Ballet Ruso de Montecarlo, la Opera de París, el Real Ballet Danés, el Bolshoi…, en los cuales dejó sus huellas como primera figura invitada. Pero desde aquella temprana fecha de 1948 volvió a la Isla caribeña para fundar su propia compañía, y dos años después una escuela nacional anexa a la agrupación… La animaba la pasión de respetar la tradición romántica y también clásica, inspirada al mismo tiempo por una búsqueda de lo nacional cubano y contemporáneo. En los convulsos 50 no la amilanó ni el escaso apoyo oficial, las incomprensiones y hasta represalias políticas sufridas. Ella como primerísima bailarina, Fernando como director general, y Alberto Alonso, como director artístico y coreógrafo, persistirían en su obra.
Después de 1959, con el triunfo revolucionario, todo cambiaría y el Ballet Nacional de Cuba conquistaría al público cubano y al mundo con sus asombrosos resultados y su fuerza carismática, coloreando el ballet clásico de la telúrica fuerza caribeña que siempre Alicia ha inyectado con su presencia/fuerza. Los años han pasado y Alicia está ahí, sigue apareciendo en cada uno de los momentos fundamentales de la compañía. Sigue observando de cerca los ensayos, funciones, mostrándose con su elegancia natural y su aura de Diva. La Escuela que fundó continúa nutriéndose de noveles bailarines, esos que sigue el ejemplo de los antecesores, con una manera de danzar muy personal que ella ha pulido y forjado a lo largo de las décadas…
Hoy 21 de diciembre, al celebrar su aniversario 96, reverenciamos cada recuerdo/hecho, que constituyen hojas de su calendario personal, instantes retratados, memorias guardadas, alientos impresos, sorpresas captadas, vida vivida, tiempo bailado, días de movimiento y tantas cosas más. Sintámosla danzar, y reconstruyamos esos momentos aislados, en los que ella estará sintiendo, ante cada uno, todo lo que dejó en ese pequeño y fugaz relámpago que nos atrapa para la eternidad. ETERNIDAD, palabra que la acompaña desde su nacimiento al arte, cuando dejó posar sus pies, pequeños y alados, en aquellas tablas que no deja de pisar ni un instante. Su vida es un escenario y de ella extraemos hoy, soplos, minutos o segundos atrapados, que nos esperan aquí para conocerla aún más. Brindemos desde las palabras en este onomástico de creatividad ilimitada que es tiempo, también salvado por ella para el Arte.
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