Por María Elena Balán Saínz
En ocasiones la forma que tenemos de comunicarnos con los demás nos separa más de lo que nos une. La mala comunicación muchas veces hace que las parejas se divorcien, que exista un clima enrarecido en centros de trabajo y de estudios o que ocurran conflictos entre familiares o amigos.
Debemos aprender a tomar conciencia de nuestras emociones y comprender a su vez, las de los demás, lo cual es un elemento muy importante si queremos comunicarnos de forma más respetuosa y comprensiva con quienes nos rodean.
Hay días en que muchas personas se levantan y ya desde temprano enfrentan alguna situación que las disgustan en el hogar y luego, salen rumbo a su lugar de labor o de estudios con una carga emocional negativa, que se vuelca en las relaciones interpersonales.
Resulta necesario saber controlar esos estados de ánimo, los cuales pueden conllevar a que la convivencia con los demás tenga matices de agresividad, muy contrarios a los buenos modales y las maneras educadas con que debemos conducirnos.
Es imprescindible evitar las discusiones cargadas de emociones negativas y para esto podemos llegar a acuerdos con los demás y establecer un puente a través de las emociones, promoviendo el acercamiento en lugar del distanciamiento.
Alguna vez, a lo largo del día se ha preguntado: ¿cómo me sentí cuando aquella compañera me habló de forma tan cortante?, ¿qué experimenté cuando me ridiculizaron delante de mis colegas de trabajo? Estas preguntas nos ayudan a conocernos y a comunicarnos mejor con nosotros mismos.
Además, es importante aprender a tener conciencia del estado de ánimo del otro, primero intuyéndolo a través de su lenguaje verbal y no verbal.
Por ejemplo, ¿en alguna ocasión, estando en su sitio de labor, algún compañero le ha puesto mala cara o se ha mostrado ausente, sin deseos de hablar? ¿Qué han pensado sobre él? ¿Se ha preguntado cómo se siente esa persona?, ¿estará triste o enfadada por algo?
Si pretendemos fomentar la comunicación con el otro, es necesario que comprendamos la situación por la cual atraviesa y comunicarnos desde sus emociones, permitiéndole que se tome su tiempo, adaptándonos a su estado en ese momento.
De seguro que así ayudaremos a que esos gruñones en lugar de a separar, tiendan a unir, a lograr un ambiente de comprensión y buena convivencia. (ACN)
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