miércoles, 11 de mayo de 2016

Rápido y furioso, tras su paso por La Habana


El rodaje de la octava parte de esa saga en Cuba clasifica como servicio a la producción cinematográfica extranjera, una de las actividades que forma parte del trabajo habitual del Icaic, afirmó su presidente Roberto Smith de Castro



Onaisys Fonticoba Gener
digital@juventudrebelde.cu
10 de Mayo del 2016 22:59:57 CDT



En estos días, andar rápido y furioso en La Habana es algo más que sencillo. Ya no se trata únicamente de los azares cotidianos ni de la urgencia con que puede llegar a vivirse en la capital; la cuestión es más llana. Se trata del rodaje de la octava parte deThe fast and the furious (Rápido y Furioso), superproducción de la Universal Pictures que exhibirá en su estreno, en el 2017, algunas escenas filmadas aquí.

Por espacio de 12 días aproximadamente, varias calles y avenidas se convirtieron en set de la franquicia estadounidense; eso sin contar los espacios donde admiradores y curiosos se concentraron para ver las escenas, conocer a los protagonistas o simplemente comentar sobre el proyecto.

Lo cierto es que la saga —que pretende concluir en el 2021 con dos nuevas cintas— ha dado bastante de qué hablar en las calles cubanas, medios de prensa y redes sociales. Cuánto se ha pagado a Cuba por sus servicios, adónde irán esos fondos, por qué abrir las puertas a esta filmación en particular… son algunos de los temas más cuestionados. Sobre estos, Juventud Rebelde conversó con el presidente del Instituto Cubano de Arte e Industrias Cinematográficas (Icaic), Roberto Smith de Castro.

—Un debate singular está ocurriendo sobre el rodaje de varias escenas de Rápido y Furioso 8 en Cuba. ¿Cuál es la respuesta del Icaic?

—Es cierto que el rodaje de la película ha suscitado reacciones de diverso tipo, tanto en los medios como entre las personas. Para exponer nuestro punto de vista, primero que todo, es necesario colocarlo en su contexto.

«El rodaje de Rápido y Furioso 8 clasifica como servicio a la producción cinematográfica extranjera, que es una de las actividades que forma parte del trabajo habitual del Icaic. Cada año nuestra institución ofrece servicios a más de 15 proyectos extranjeros que se filman parcial o totalmente en Cuba. No son filmes cubanos, e incluso, no necesariamente cada uno de ellos cuenta una historia que transcurre en nuestro país, lo cual es muy frecuente en la producción de cine en cualquier lugar del mundo.

«El objetivo de los servicios a la producción extranjera es ingresar divisas para el cine nacional e incrementar las oportunidades de empleo para los técnicos y artistas cubanos. En muchas naciones esta es una actividad que genera ingresos muy altos, al punto de estar organizada a través de estructuras específicas —llamadas Film Comission o Comisión Fílmica—, encargadas de la promoción de un país o una región como escenario para el rodaje de filmes, y ofreciendo diferentes tipos de incentivos para atraer proyectos internacionales.

«Cuba siempre ha sido una opción muy cotizada para producciones extranjeras, que hasta el momento han sido casi siempre europeas. Junto al clima, los atractivos naturales y la belleza de nuestras ciudades, los productores extranjeros encuentran un talento artístico y técnico de muy alta calificación; una elevada capacidad de organización y ese ambiente cálido y hospitalario que nos distingue.

«Ahora, como parte del proceso de normalización de relaciones con los Estados Unidos y a partir de la filmación de algunas escenas de Rápido y Furioso 8 en La Habana por la Universal Pictures, pudiese comenzar a serlo también para producciones norteamericanas».

—¿Cómo se seleccionan estos proyectos?

—Por supuesto que todos estos servicios exigen una negociación previa. Cuando se trabaja con el Icaic, el primer paso es la aprobación del guion. No son pocos los proyectos que hemos rechazado por acercamientos que consideramos inadecuados sobre la realidad cubana. Sin embargo, y este es un matiz importante, esto no quiere decir que debamos estar de acuerdo con la propuesta artística o estética del filme, porque siempre será un filme extranjero, no cubano. En segundo lugar, el servicio debe pagarse de forma justa para beneficio de quienes trabajen y también de la institución, que necesita ingresos para su producción nacional.

«De cara al futuro inmediato, esta actividad se está reordenando para asegurar la mayor calidad del servicio, el cumplimiento de la legalidad cubana y para evitar su depreciación en manos de personas que puedan utilizarlo solo para su beneficio.

«El cine cubano recibe financiamiento del Estado cubano y del Ministerio de Cultura. Sin embargo, el crecimiento de la producción y el fortalecimiento de la industria cinematográfica requieren el incremento de los ingresos propios. Ese es el papel de los servicios a la producción extranjera realizados en las condiciones que antes he explicado».

—Pero Rápido y Furioso 8 no es la primera producción norteamericana en Cuba…

—De forma directa, como relación entre el Icaic y una compañía norteamericana, sí es la primera. De forma indirecta, a través de una compañía de otro país, en 2013 se rodó en Cuba el filme norteamericano Papa Hemingway, presentado en el último Festival de La Habana, que utiliza como locación varios puntos de la ciudad, entre estos, la propia casa de Hemingway.

—¿Por qué Rápido y Furioso? No es el tipo de filme que habitualmente se realiza en el país.

—La propuesta de la Universal Pictures de rodar en Cuba escenas de la nueva parte deRápido y Furioso fue objeto de un largo análisis. Se trataba de la propuesta de uno de los más grandes estudios de Hollywood y de un filme que no responde al tipo de cine que defendemos, aun cuando el balance de la programación incluya cine de entretenimiento. Por otro lado, los efectos del bloqueo norteamericano también limitaban la operatividad del estudio en Cuba. No se trataba solo de una «oportunidad comercial», sino que el proyecto planteaba un dilema en el campo práctico y en el terreno simbólico.

«La negociación se extendió por varios meses. Los representantes de la Universal mostraron siempre respeto por el Icaic, voluntad de trabajar con nuestra institución y una actitud abierta al análisis de cualquier tópico. Sobre el guion, se realizó una evaluación positiva, atendiendo sobre todo a la imagen que ofrecería de La Habana como una ciudad muy atractiva, aunque siempre es difícil que estas historias escapen de los lugares comunes a este tipo de cine.

«Estos filmes, más allá del debate sobre su calidad artística, se exhiben en todo el mundo y siempre se colocan entre las listas de los más taquilleros del año. Así, la promoción de La Habana y de Cuba a nivel global era un elemento a considerar.

«Por otro lado, Rápido y Furioso 8 era una producción de alta complejidad técnica. Es un filme de entretenimiento, pero no se puede obviar que es una producción profesional, con talento técnico de primer nivel y con el empleo de las tecnologías más sofisticadas del cine contemporáneo. Una producción, además, de grandes dimensiones que obligaba a cierres de calles por razones de seguridad no solo para el staff técnico, sino sobre todo, para la propia población. Es usual que en todas las películas se cierren calles, pero esta era sin dudas, la que lo exigiría en una zona más amplia».

—Sí, en muchos medios, redes sociales…se ha hablado de las molestias que ha ocasionado el cierre de las calles y el desvío del transporte…

—Es cierto que el rodaje, con sus restricciones de acceso y cierre de calles, provocó una alteración en la vida de una zona céntrica de la ciudad. Este es uno de los problemas más sensibles de las filmaciones en cualquier lugar del mundo, por lo que solo se utilizan excepcionalmente. Todos hemos visto muchas películas con escenas que transcurren en una avenida principal de Nueva York, de París o de cualquier gran ciudad. Lo mismo sucede aquí. En nuestro caso, por supuesto, no perdemos de vista que los rodajes en La Habana agregan nuevos problemas a sus propias dificultades. Por eso, el diseño de la producción buscó reducirlas al mínimo indispensable».

—Pero se dice que no se avisó lo suficiente…

—En total, en La Habana se filmaron 12 días con cierre de calles. De estos, cinco con cierres muy amplios que siempre crean incomodidades, aunque estén anunciados. Aquí ocurrió de todo. Desde muchas personas y vehículos que no podían transitar por sus vías habituales, ómnibus desviados, etc.; hasta cientos de curiosos que no podían llegar al sitio del rodaje con su aparatoso despliegue técnico, que incluía el vuelo de un helicóptero y donde muchos esperaban ver a los actores y actrices conocidos. Este es un fenómeno común a este tipo de producciones, por lo que usualmente se delimitan «áreas para curiosos», como en cierta medida se logró en el rodaje del Malecón.

«Desde muchos días antes del rodaje comenzó un trabajo de preparación con el apoyo de las autoridades provinciales y municipales, que es posible que no haya sido suficiente. El periódico local Tribuna de La Habana dedicó una plana completa a explicar los cierres, las alternativas de circulación y el desvío de los ómnibus. En las zonas más afectadas se visitaron con antelación viviendas y centros de trabajo. Decenas de asistentes de producción se encontraban en cada punto de cierre preparados para explicar la situación. La Policía Nacional Revolucionaria realizó un valioso trabajo de apoyo. A pesar de las tensiones no se registraron incidencias, desórdenes ni alteraciones de la disciplina social. Esto es algo que debemos agradecer a todos los que enfrentaron las molestias con paciencia y comprensión.

«Al mismo tiempo se buscaron alternativas para que el rodaje aportara a la ciudad. En esta dirección se reanimó el Parque El Curita, se pavimentaron algunas calles y se pintaron varios edificios en las áreas de filmación».

—Estas superproducciones demandan mucho capital. En el caso de Cuba, ¿de qué cifra estamos hablando?

—La producción de Rápido y Furioso 8 en Cuba todavía está cerrando sus operaciones financieras. He escuchado comentarios con cifras totalmente exageradas que no se corresponden con ninguna lógica. Las producciones cinematográficas pagan los diferentes servicios que reciben de las entidades que los ofrecen. El Icaic recibe lo que corresponde a los servicios de producción. Otros pagos se realizaron al turismo, a las locaciones, etc. Por nuestra parte no habrá ningún problema en ofrecer la información final sobre nuestros ingresos».

—Además, se ha especulado bastante sobre el destino de las ganancias. ¿Qué planes se han desarrollado en ese sentido?

—Aunque todavía no tenemos las cifras definitivas, las utilidades del rodaje de Rápido y Furioso 8 para el Icaic se utilizarán, como ocurre con todos los ingresos de los servicios a la producción, en el sistema de la cultura y en el cine nacional, tanto para la producción de nuestras películas, como para el fortalecimiento de la capacidad industrial del cine cubano. Es una aspiración, por ejemplo, que el país complete las costosas tecnologías necesarias para el cine digital, sobre todo para la posfilmación, proceso de creciente complejidad.

«En el presente, todas las películas cubanas deben culminar su proceso en el extranjero con un gasto importante de divisas. Con el apoyo del Estado y del Ministerio de Cultura, pero también con los ingresos de los servicios a la producción extranjera, estas aspiraciones pueden convertirse en realidad».

—¿Existen otros proyectos de servicios a la producción extranjera?

—Sí, estamos evaluando varios proyectos. Como siempre, aparecen intereses de productoras extranjeras de filmar en Cuba. Algunos son de complejidad menor, otros más complicados, pero ninguno tan complejo como el que acabamos de terminar.


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