Arthur González*
CUBAINFORMACIÓN
Estados Unidos y sus aliados insisten en que Cuba tiene que cambiar para lograr mejores resultados, algo que ciertos elementos internos orientados desde el exterior repiten sin cesar.
Los editores de la revista Cuba Posible, que se desprendieron de la publicación del Arzobispado de La Habana, Espacio Laical, para no comprometer a la Iglesia Católica con su nueva línea de trabajo, diseñada en el viaje que hicieron a España con financiamiento desconocido, se la pasan hablando de lo mismo.
A su coro se suman varios economistas que nunca han dirigido ni un municipio, para poder demostrar que sus pensamientos tan avanzados pueden llevarse a cabo en un país azotado por una guerra económica, que ya suma 58 años de vigencia.
En contraposición con sus recetas para Cuba, países con economías capitalistas, sistemas aparentemente democráticos con participación amplia de los sectores de la sociedad, elecciones presidenciales, libre contratación de trabajadores, decenas de periódicos y partidos, más otros decorados que pretenden entronizar en el archipiélago cubano, presentan hoy un panorama económico crítico.
Las noticias del día son las protestas de trabajadores en Francia, con una fuerte represión policial sin que las mismas sean calificadas como violaciones de los derechos humanos y reciban sanciones de organizaciones independientes.
En Colombia, otro tanto de manifestaciones campesinas con un saldo de tres muertos por la salvaje represalia oficial, pero nadie se lanza a condenarla.
Miami, ciudad vitrina para muchos latinos y cubanos, amaneció con sus vías más transitadas cerradas por la protesta de camioneros que exigen salarios más justos.
¿Qué está pasando en esos países donde no hay una economía socialista y mucho menos acorraladas por acciones de guerra económica para provocar que la población rechace ese sistema?
En contraposición, acaba de celebrarse en New York el Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), en el cual los editores de Cuba Posible, fueron invitados para exponer sus trabajos en busca del “desarrollo, justicia y cambios sociales en Cuba”.
Días antes, los mismos personajes expusieron sus ideas acerca de los cambios que ellos pretenden ejecutar, ante la sede de la Open Society Fundation, con el respaldo de Washington Office on Latin America (WOLA).
¿Casualidad de que sea en Estados Unidos donde se analicen las transformaciones de un sistema socialista a uno capitalista?
Nadie con un coeficiente de inteligencia mediano se lo cree; todo conforma la estrategia formulada desde el gobierno de George W. Bush, donde se dio a conocer el programa de Transición, a través del “Acta para una Cuba Libre”, en el que trabajaron varios especialistas de las universidades de la Florida, o sea: derrocar el socialismo.
Basta con leer algunos párrafos para encontrar rápidamente los puntos de contactos con los artículos de Cuba Posible, aunque tengan un lenguaje más moderado y edulcorado.
Temas a debatir sobre la Cuba futura son frecuentes en esos eventos, incluso se analizan cómo sería el país en el año 2030, aunque obviaron hablar de la guerra económica y las desastrosas consecuencias que arrastra la economía cubana por ese motivo.
En el mismo tono injerencista habló Carlos Saladrigas, quien fuera miembro destacado de la Fundación Nacional Cubano Americana, organización anticubana que ejecutó acciones terroristas contra la Isla y ha fomentado cientos de medidas subversivas.
Ahora con el traje de súper empresario exitoso que desea invertir en Cuba, Saladrigas enumeró las ventajas que percibe en el futuro económico cubano, como la capacidad emprendedora y el talento de los cubanos, aunque para él la Cuba socialista es “un potencial económico amarrado” que debe ser liberado, a su entender con una economía capitalista.
Con su proyecto del futuro cubano, señaló sin desenfado, que para lograr un crecimiento de la economía de la Isla es necesario “repatriar la experiencia, el conocimiento y el gran amor por Cuba del empresariado radicado en la comunidad cubana en Estados Unidos”.
Otro de los cubanos radicados en Estados Unidos que aportó sus consideraciones fue el profesor Carmelo Mesa Lago, quien al parecer no quiere mirar lo que sucede hoy en la vieja y desarrollada Europa con el envejecimiento poblacional y sentenció que “el sector productivo cubano se va encogiendo, pues por cada dos cubanos en activo hay un jubilado y pronto será uno a uno”.
¿A caso no es lo que está pasando en muchos países europeos que han tenido que elevar la edad de jubilación de las mujeres hasta los 65 años y los hombres a 67?
El tema de la desigualdad racial, según consideraciones de Katrin Hansing, académica de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, es un factor a tener en cuenta en los impactos de la reforma económica en Cuba, ante las “desigualdades” raciales.
Dicha estudiosa al parecer no recuerda cómo era la sociedad cubana hasta 1958 y cuánto se ha avanzado en el tema de la igualdad de oportunidades, sin dejar de reconocer lo que falta para alcanzar niveles superiores, pero llama la atención que no se debata lo que sucede en la sociedad racista norteamericana y se mire a Cuba con dedo tan acusador.
Otro punto de vista esbozado por el economista cubano Pedro Monreal, fue el de “una sociedad civil cubana activa y que dispute la concentración del poder económico, conectado a la política, como un fin y un medio para el desarrollo”, quien además opina que “los cambios en Cuba son un paquete, un cambio de modelo social”.
Todos de una forma u otra tildan de errado el modelo social socialista, pero ni uno solo de los participantes explicó lo que el pueblo cubano sufre con la guerra económica, y las trabajas que ésta impone diariamente al desarrollo del país.
Es muy fácil criticar desde posiciones academicistas, pero no sería ocioso ponerlos frente a una fábrica cubana para que tuvieran la experiencia real de saber lo que es la inventiva para mantenerla funcionando para servir al pueblo, a pesar de que no contar con piezas de repuestos, ni insumos necesarios y no se pueden adquirir en el mercado estadounidense, o se impida usar el dólar para comprarlos en Europa o América Latina, y menos aún si procede de Estados Unidos.
Solo así podrán comprender que es una economía bloqueada y muchas veces saboteada, para dar la imagen de incompetencia, algo que no padecen Francia, España, Italia, Grecia, México, Colombia, o Puerto Rico y a diario presentan graves problemas de fondo en ese modelo social que ahora le quieren imponer a los cubanos.
Quienes sirven a los intereses imperialistas deberán recordar a José Martí cuando sentenció:
“Nunca se acepta lo que viene en forma de imposición injuriosa…”
* Cubano, especialista en relaciones Cuba-EEUU., editor del Blog El Heraldo Cubano.
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