martes, 26 de abril de 2016

El “centrismo político” en Cuba: una etiqueta y tres sugerencias

Por Pedro Monreal , Cuba Posible

Existe una diferencia esencial entre la taxonomía política y el etiquetado ideológico. La taxonomía, en tanto aplica un método científico para la clasificación de grupos, aporta directamente conocimiento (1). El etiquetado ideológico no se sabe claramente a lo que contribuye. Siempre necesita explicaciones adicionales para poder ser entendido. Es lo que sucede, por ejemplo, cuando se afirma que existe en Cuba una “derecha” que “invoca posturas centristas” (2), o cuando en otros lugares del mundo se dice que existe un “socialismo de derecha”. Ambas etiquetas, y otras parecidas, difícilmente puedan ser consideradas como conceptos de las ciencias políticas.





Lo anterior no significa, en modo alguno, que deba desconocerse o minimizarse la utilidad política que pueden tener las etiquetas ideológicas. Muy por el contrario, estas son capaces de desempeñar funciones políticas precisas y, de hecho, algunas etiquetas ideológicas pueden ser muy efectivas (dañinas o beneficiosas, según el caso) en determinados contextos políticos.

Utilizarlas en clave de descrédito y de “arrinconamiento” político es una opción frecuente para el uso de las etiquetas ideológicas, como ocurre en los casos de “extrema izquierda” y “extrema derecha”. En otras ocasiones se utilizan para establecer zonas nebulosas que contribuyen a maximizar la captación de votos, como puede ser el caso de “centro- izquierda” o “centro-derecha”; términos que, por cierto, parecen indicar claramente las limitaciones de la utilidad práctica de un eje explicativo basado en los criterios de “izquierda” y de “derecha”.  

No obstante, las etiquetas ideológicas pueden tener una función educativa –cuando se les emplea adecuadamente- en el contexto de los debates políticos, pues no necesitan acudir a una disertación científica para destacar los posicionamientos ideológicos esenciales de determinados grupos. Ese pudiera ser el caso de la definición sintética expresada por Frei Betto en el sentido de que “ser de izquierda es, desde que esa clasificación surgió con la Revolución Francesa, optar por los pobres, indignarse ante la exclusión social, inconformarse con toda forma de injusticia” o, como decía Bobbio, “considerar una aberración la desigualdad social” (3). Incidentalmente, se trata de una posición esencial respecto a problemas específicos (justicia social, desigualdad, e inclusión social) que comparte mucha gente en Cuba, aun cuando no se les ocurra o no les interese considerarse de “izquierda”.

Para poder hacer una discusión sobre este tema con los pies sobre la tierra, es decir, haciendo referencia concreta a las circunstancias actuales de Cuba, lo primero que se necesita es precisión analítica, la cual es una condición indispensable para resolver un problema apuntado por Marx y Engels cuando expresaron: “... que mientras en la vida vulgar y corriente todo tendero sabe perfectamente distinguir entre lo que alguien dice ser y lo que realmente es, nuestra historiografía no ha logrado todavía penetrar en un conocimiento tan trivial como éste. Cree a cada época por su palabra, por lo que ella dice acerca de sí misma y lo que se figura ser” (4). Distinguir por lo que realmente se es, o sea, hacer una valoración sustantiva del “ser” político, es entonces el primer requerimiento del método para identificar con precisión la posición ideológica de individuos y de organizaciones en Cuba.

Para ir al grano, sugiero ahorrarnos la trillada exposición acerca del surgimiento de los términos políticos de “izquierda” y de “derecha” durante la época de la Revolución Francesa, que como ha dicho, con fino humor, el político español Luis Carlos Rejón, “viene de por donde le dio el capricho de aposentar sus posaderas a los presuntamente pretendientes padres de la patria en 1789 y en demás años subsiguientes” (5).  No tiene sentido reproducir aquí una discusión sobre la que se han vertido ríos de tinta. Vayamos directamente al tema del eje “izquierda-centro-derecha”, una de las posibles perspectivas del análisis del panorama político nacional. En ese sentido, modestamente propongo tomar nota acerca de tres sugerencias analíticas sobre el tema.

En primer lugar, sería conveniente adoptar un enfoque epistémico –o sea, para entender las cosas en su esencia y en sus causas- que utilice mecanismos de verificación a partir de datos de la realidad. El posicionamiento ideológico no se refiere esencialmente a un enunciado normativo (sobre el deber ser), sino que es, sobre todo, un enunciado descriptivo (el ser) (6).

No digo que esto baste para investigar el tema, lo que afirmo es que resulta un punto de partida imprescindible. La identificación de posturas ideológicas y de sus conexiones con la política se refiere a procesos concretos que existen en la práctica social y que pueden ser evaluados con bastante precisión. Las ciencias sociales llevan muchos años haciéndolo. La ideología debe ser entendida como algo sustantivo (7). No debe ser entendida por su ubicación, generalmente arbitraria, en un espectro político visualizado en forma de un eje organizado a partir de estereotipos como “izquierda”, “centro” o “derecha”.

Esa comodidad de lo geométrico –que representa las posturas ideológicas como puntos discretos a lo largo de un eje- tiene como gran desventaja su falta de precisión explicativa. Es, si se me permite la expresión, “andarse por las ramas” en materia de tipificaciones ideológicas. Lo que verdaderamente fija la posición ideológica de alguien o de algo es el tipo de respuesta que se da ante un problema específico de la política.

¿Cuáles problemas pudieran definir sustantivamente posiciones ideológicas diferenciadas en Cuba? En principio muchos, pero me limito a mencionar seis: los mecanismos para la participación política, la sociedad civil como espacio para promover el cambio social, la forma social de apropiación del excedente económico, las funciones del Estado, la justicia social, y la inclusión social.

En segundo lugar, una vez que se hubiese podido establecer un fundamento sustantivo de las posiciones ideológicas que pudieran existir en el país, conviene complementar el análisis con el examen de los posibles ejes que inevitablemente influyen en las discusiones ideológicas. Como he expresado antes, no considero que los ejes sean el plano esencial del análisis, sobre todo porque se fundamentan en estereotipos que generalmente son construidos según criterios arbitrarios. Por ejemplo, la decisión de que alguien esté dentro o fuera de la “izquierda” usualmente depende de la valoración de actitudes frente a determinados aspectos fijados por quien hace la clasificación. El problema es que esas dimensiones por separado no explican una ideología. Tampoco la suma de esas dimensiones. Se puede conocer la teoría marxista, ser antimperialista, y mostrar solidaridad con otros –características que normalmente se asocian al estereotipo de la “izquierda”- y ser también una persona corrupta plegada al capital extranjero.

La cuestión de los ejes es ineludible en las valoraciones sobre la ideología y debe ser considerada en los análisis, pues pudiera enriquecer la perspectiva esencial que previamente hubiese ofrecido el análisis sustantivo. No me refiero solamente al eje “izquierda-centro-derecha” sino también a otros posibles ejes que cruzan los debates ideológicos. En el caso de Cuba hay al menos otro eje relevante: el “nacionalismo-plattismo-anexionismo”. Coloco los términos entre comillas porque obviamente son controversiales, pero es sin duda un eje importante en las discusiones ideológicas y políticas del país, inclusive desde mucho antes de 1959. Insisto en que no considero que una perspectiva axial sea la manera adecuada de comprender la ideología como algo sustantivo, pero puede aportar matices útiles para el análisis una vez que antes se haya explicado lo esencial.

En tercer y último lugar, el análisis de posicionamientos ideológicos en Cuba debe considerar dos necesidades de la práctica política en los que tales posicionamientos se manifiestan. De una parte, las posiciones ideológicas de individuos y de organizaciones no son inmutables, sino más bien todo lo contrario: pueden cambiar con rapidez y a veces en direcciones insospechadas. La noción de que la gente opera políticamente a largo plazo sobre la base de ideologías más o menos fijas que han aprendido o que se les ha inculcado es una noción frecuentemente refutada por la realidad. El individuo interioriza la ideología bajo la influencia de sus experiencias reales de vida, incluyendo sus intereses y la manera en que estos se modifican. Por ejemplo, las mutaciones ideológicas que han tenido lugar en Cuba durante el último decenio en materia de “igualitarismo” y sus relaciones con las políticas públicas de la “actualización” no solamente representan un interesante caso de estudio sobre el tema, sino que constituye una de las áreas donde casi todo el análisis está todavía pendiente de realizar.

Por otra parte, el sujeto político contemporáneo en Cuba se sitúa entre un referente de experiencia pasada y una perspectiva de experiencia futura. Pienso que es evidente, aunque acepto que pudiera ser discutible, que para muchos cubanos existe una carga de experiencia que influye en la manera de pensar y de actuar, pero que consideran que lo crucial de sus vidas es lo que está por venir, y eso no se limita al caso de los jóvenes. Las visiones que proponen el pasado como asidero paradigmático parecen ser percibidas crecientemente como un pensamiento conservador (8). Tomar en cuenta las ideologías como esquemas generales que enmarcan modos de pensar es sin dudas algo útil. Sin embargo, debe tenerse presente que lo que ocurre en la realidad es mucho más complejo, pues el pensamiento de la gente siempre incluye ideas originales a pesar de tener una base en experiencias previas y en las ideologías aprendidas.

Las implicaciones para la política pueden ser significativas porque dificulta el funcionamiento de ideologías propuestas desde “arriba”, no importa la etiqueta que lleven.

En términos del análisis de posiciones ideológicas en la Cuba contemporánea lo que parece ser pertinente ahora es hacer un examen sosegado y riguroso. Esto incluye, obviamente, la necesidad de considerar la contribución de perspectivas críticas. En cambio, las etiquetas ideológicas operan generalmente en el plano de la retórica fácil y son propicias para fomentar la intransigencia. Lo que se requiere, por el contrario, es el diálogo constructivo sobre la base de un conocimiento relevante.  

Notas:

1.    Un ejemplo típico de taxonomía política es la relativa a la taxonomía de las políticas económicas y la taxonomía de las políticas públicas, temas sobre los que existe una amplia bibliografía.

2.    Iroel Sanchez, “Centrismo, nacionalismo de derecha y anexionismo simbólico. Por Fernando Martinez Heredia”. 17 de abril de 2016. El texto reproduce la respuesta del intelectual cubano Fernando Martínez Heredia a una pregunta de la periodista Rosa Miriam Elizalde durante una entrevista divulgada en video y Podcast por Cubadebate el 17 de marzo de 2016. Ver el texto de Iroel Sanchez en https://lapupilainsomne.wordpress.com/2016/03/17/centrismo-nacionalismo-de-derecha-y-anexionismo-simbolico-por-fernando-martinez-heredia/ . La transcripción completa de la entrevista en Cubadebate puede ser consultada en http://www.cubadebate.cu/noticias/2016/03/17/obama-no-pierda-la-oportunidad-de-hacer-algo-historico-podcast-video-y-fotos/#.VxekdWdXpaQ

3.    Frei Betto, “Cómo derechizar a un izquierdista”, Cubadebate, 22 de septiembre de 2012. http://www.cubadebate.cu/opinion/2012/09/22/como-derechizar-a-un-izquierdista/#.VxeYimdXpaQ

4.    Carlos Marx y Federico Engels (1845-1846). La Ideología alemana. Editorial Pueblos Unidos, Montevideo, 1958.

5.    Luis Carlos Rejón. “El torticero concepto de izquierda”, periódico El Mundo, Madrid, 4 de enero de 2016.

6.    Hillmann, Karl-Heinz y otros (2001). Diccionario enciclopédico de sociología, Editorial Herder, S.A., Barcelona., 2001.

7.    Angel Rodríguez Kauth (2001). “Izquierda y derecha en la política”. Realidad: Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas Nº. 82, 2001, págs. 467-480.

8.    Se trata de un tema que ha sido examinado en el contexto más amplio del marxismo contemporáneo. Ver, Omar Acha (2008). “El marxismo de derecha: elementos para su definición y crítica”. Revista Herramienta Nº 37. Buenos Aires. Marzo de 2008.



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