Texto: Davide Angelilli
Fotografía: Garazi Calvo
Sobrina del líder histórico de la Revolución cubana, hija de la dirigente revolucionaria Vilma Espín Guillois y del actual presidente del país, Mariela Castro Espín (La Habana, 1962) es la directora del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba desde el año 2000. Mariela, reconocida a nivel global por su militancia y compromiso a favor de los derechos de la diversidad sexual y de la igualdad de género, ha participado al XIV Encuentro estatal de solidaridad con Cuba, que se ha realizado desde el 9 hasta el 11 de junio en Bilbao. En esta entrevista nos habla de su tío Fidel, y nos acerca a través de una mirada feminista al proceso de transición socialista en Cuba.
Hoy en día, en diferentes países de América Latina, los movimientos feministas están en las primeras filas de las luchas populares, resistiendo frente al retorno de gobiernos neoliberales que promueven políticas radicalmente antisociales y abiertamente machistas. En Cuba, ¿cuál ha sido y cuál es en la actualidad el papel de la mujer en el proceso de transformación social?
En América Latina hay una historia muy rica de luchas por los derechos de las mujeres. Desde el siglo pasado aparecieron movimientos sufragistas, feministas, organizaciones de mujeres dentro de los partidos políticos, y Cuba era también parte de esta diversidad de fuerzas. El mismo año del triunfo de la Revolución en Cuba, se preparaba el primer Congreso Latinoamericano de las Mujeres que se realizó en Santiago de Chile en el 1959.
Precisamente organizando la delegación para este encuentro, se creó la estructura de la Federación de Mujeres Cubanas, bajo la dirección de mi madre. Entonces, el movimiento feminista internacional era muy heterogéneo, había muchas más tendencias ideológicas que en la actualidad, y hasta posiciones que en algunos aspectos chocaban entre ellas. En este contexto, la Federación de Mujeres Cubanas se constituyó como organización de masas de las mujeres, con todos sus matices y particularidades. Por ejemplo, no se definieron como feministas por el hecho de no identificarse plenamente con ninguna de las posiciones del movimiento internacional. Desde sus inicios, el objetivo principal de esta fuerza fue el de facilitar la participación organizada de las mujeres en el proceso de transformación social, porque, dialécticamente hablando, tú transformas la sociedad y transformas las conciencias, y transformando las conciencias, transformas la sociedad. Por eso es tan importante la participación organizada de las mujeres en la sociedad cubana, como motor constante de cambio social.
Para activar este proceso de participación organizada de la mujer, Fidel, como líder histórico de la Revolución, tuvo un papel decisivo…
Sí, el mismo Fidel reconocía a la Federación de Mujeres Cubanas como una “revolución dentro de la Revolución”; un valor agregado –diría yo– en la definición de políticas y de leyes en Cuba, que ha estado en conexión constante y permanente con otras organizaciones de la realidad internacional. Antes de triunfar la Revolución, y tras ser encarcelado por el asalto al Moncada, Fidel expresó el programa revolucionario en su alegato de autodefensa, cuando pronunció la célebre frase “la Historia me absolverá”. Ya en este texto hablaba de la específica situación de explotación de las mujeres. Entonces, con el triunfo de la Revolución, Fidel propuso la unión de todas las organizaciones de mujeres en una sola entidad, participó en la fundación de la organización y decidió darle el nombre de Federación de Mujeres Cubanas.
Fidel realmente siempre nos ha dado la luz para construir la unidad. Y la unidad ha sido nuestra calidad y fortaleza más grande para llevar adelante nuestra lucha antimperialista, en la cual las mujeres jugamos un papel muy importante, también gracias a las visiones y al carisma de Fidel. Nuestro comandante histórico fue decisivo, incluso en la creación y fortalecimiento de las distintas organizaciones de masas, de la sociedad civil. Fidel sigue estando con nosotros todo el tiempo, como el Che; sus referentes para nosotros son fundamentales. Por ejemplo, cuando el Che decía que del imperialismo “no se puede confiar ni un tantico así”… lo tenemos presente todo el tiempo, mirando ahora la situación de Venezuela. La Revolución bolivariana tiene una responsabilidad histórica; si se cae Venezuela se cae América Latina, otra vez en manos del imperialismo. Por eso Venezuela tiene que encontrar la forma de resistir y de hacer frente a estos grupos pagados por Estados Unidos a través de la oposición.
Antes has hablado de la Federación de Mujeres Cubanas como una organización que no se definía como feminista, pero que ha introducido en el proceso revolucionario la cuestión de género…
Aunque no se declaraba abiertamente así hasta el nuevo siglo, yo creo que el movimiento de mujeres cubanas no deja de ser un feminismo militante ya desde sus inicios. Se luchó desde el principio para involucrar a los hombres en nuestras tareas, como también nosotras nos involucramos con ellos en tantas otras tareas. En general, se trabajó para que el tema de los derechos de las mujeres fuese un asunto de toda la sociedad, independientemente de que la Federación lo abordase desde su propia realidad y con su especificidad.
Si nosotros estamos en un proceso de transición socialista, para la creación de una sociedad más justa, equitativa y solidaria, no podemos reproducir acríticamente estas formas de dominación.
Evidentemente, todo este proceso tuvo repercusiones reales en la sociedad. Investigando la literatura, el teatro, la música cubana, se puede ver cómo en el imaginario artístico nacional se iba reflejando este empoderamiento de las mujeres. La revolución estaba erosionando paulatinamente toda relación de desigualdad en el país, y por supuesto también la relación de dominación patriarcal de los hombres sobre las mujeres. Hay investigaciones que hablan de cómo las mujeres en Cuba tenían un proyecto de cambio, el hombre no, el hombre cambiaba a partir del cambio de las mujeres, me refiero en el sentido de las relaciones patriarcales.
En esta óptica de organización de las mujeres como fuerza de transformación social en sentido revolucionario, ¿cuál es el papel del Centro Nacional de Educación Sexual?
El Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) surge precisamente de la Federación de Mujeres Cubanas. Con esta institución, poco a poco, se van introduciendo temáticas (como la salud reproductiva, la salud sexual, la educación de la sexualidad) que ayudan a la mujer a tener una mayor responsabilidad reproductiva. Esto tiene una incidencia positiva en la vida cotidiana de las mujeres, estimulando su participación en la sociedad. La presencia femenina en los altos niveles de decisión es cada vez mayor: en el mundo académico, científico, en la salud, en la educación, en el mundo jurídico, la mayoría son mujeres. Todavía hay problemas –como el techo de cristal— en el mundo empresarial, y se está trabajando para romperlo. Le llaman techo de cristal porque hay un grupo de elementos, de estereotipos (aparentemente invisibles) que frenan a la mujer a la hora de asumir mayor responsabilidad en estos espacios, como por ejemplo que las reuniones sean a las diez de la noche, y a esta hora la mujer tendría que estar en casa cuidando la familia…
Con tu trabajo desde el Cenesex has contribuido en introducir los derechos de la diversidad sexual en la concepción comunista de justicia social, centro del imaginario político de la Revolución cubana. ¿Cuándo y cómo decidiste que tu compromiso con el proceso revolucionario significaba luchar desde el feminismo?
Las personas LGTB en una sociedad homófoba sufren. Si nosotros estamos en un proceso de transición socialista, para la creación de una sociedad más justa, equitativa y solidaria, no podemos reproducir acríticamente estas formas de dominación. Al contrario, tenemos que ponerlas sobre la mesa, analizarlas, deconstruirlas y hacer propuestas de políticas que contribuyan a cambiar la cultura, a cambiar estos mecanismos que generan desigualdad, para sustituirlos con relaciones sociales basadas en la justicia. Esto en todos los aspectos de la vida, no solo los de género, no solo la abolición de clases sociales… Yo recuerdo que mis padres tenían conciencia de este problema, pero no sabían cómo resolverlo, porque veían que el machismo y la homofobia eran muy fuertes en los sentimientos internos de la mayoría de las personas. También recuerdo a Fidel hablando de la tragedia que significaba ser gay o ser transexual en una sociedad homófoba, y a mi padre diciendo: “Yo no sé cómo se puede abordar esto”.
Así yo, que fui creciendo con un fuerte sentido de pertenencia a la Revolución, veía esta contradicción y me sentía realmente mal. De aquí la inquietud para estudiar y trabajar con el Cenesex el tema de la educación sexual en la adolescencia. Las personas transexuales venían a pedirme ayuda y yo sentía la responsabilidad de trabajar para solucionar esta problemática. Entonces, inicié a investigar la mejor manera de abordar estas cuestiones, porque a veces uno recibe la demanda, la solicitud, pero tampoco la población víctima tiene plena conciencia sobre su condición. Justamente, mirando cómo la revolución había estimulado otros procesos de atención a necesidades variadas del pueblo y, por supuesto, apoyándome teórica y metodológicamente en el marxismo, fui tomando herramientas que utilicé para transformar la sociedad. Porque el problema no son nunca las personas LGTBI, el problema es la sociedad con la reproducción acrítica de una ideología dominadora expresada también en los temas de diversidad sexual. En este sentido, lo que estamos trabajando con una estrategia educacional y comunicacional responde precisamente a la necesidad de dar a entender de donde vienen estos prejuicios, a quién le sirvieron, y entonces cómo podemos superarlos. Nosotras, educando en la sexualidad, generamos una conciencia para que las personas sepan identificar estos símbolos, estos códigos, y entonces sepan también modificarlos. Por tanto, basándonos en la pedagogía de la liberación de Paulo Freyre, desarrollamos una educación de la sexualidad que no promueva las relaciones de dominación, sino el amor y el respeto entre las personas.
Nuestra lucha por los derechos de las personas LGTBI está dentro de esta estrategia y con este mismo enfoque, porque incluso dentro de los colectivos organizados de LGTBI se pueden reproducir estas relaciones de dominación, como un “sistema de casta”. Pero, cuando luchamos para la articulación de este movimiento en una lógica emancipadora más amplia, se superan también estas contradicciones. Este es el reto, porque si no, tratando de hacer socialismo, reproducimos una ideología dominadora y unas relaciones capitalistas, basadas en la explotación y en la discriminación.
El pasado enero, desde el Cenesex, habéis organizado un simposio internacional contra la violencia de género, dedicado a la memoria de la luchadora hondureña Berta Cáceres. ¿Cuáles son vuestras propuestas para avanzar en términos de igualdad de género en Cuba?
El simposio se ha centrado sobre violencia de género, turismo sexual, prostitución y trata de personas: un grupo de temáticas que teníamos que profundizar para hacer propuestas políticas específicas y bien articuladas en Cuba. Por eso, convocamos a distintas organizaciones del Estado y de la sociedad civil con la cuales trabajamos, para que presentaran sus aportes y así poder consensuar estas propuestas de la manera más participativa y amplia posible. Además, pudimos contar con la presencia de diferentes entidades internacionales, que nos han permitido enriquecer nuestras visiones con aprendizajes de otros contextos y realidades muy diferentes.
En esta ocasión, también hemos debatido sobre cómo abordar la problemática de la prostitución en nuestro país. Hemos estado reflexionando sobre cuál es el mensaje educativo que tenemos que trabajar en la escuela. Un mensaje que no puede incidir desde la moral, porque no consideramos a la prostituta, en absoluto, una persona inmoral. Al contrario, la prostituta es una víctima a la cual se le requiere dar elementos de análisis para que comprenda cómo prostituyéndose pierde libertades y derechos, porque se convierte en mercancía, y las mercancías no tienen derechos. A partir de allí, vamos a desarrollar campañas comunicativas, también dirigidas a los turistas, para que sepan cuáles son nuestras reglas, y cómo, en Cuba, la población, sobre todo la infancia, está protegida.
En nuestra institución tenemos un amplio programa contra la violencia de género, un grupo específico está trabajando unas propuestas de leyes para poder presentarlas dentro de la más amplia estrategia de actualización (también a nivel constitucional) abierta por los nuevos lineamentos socialistas. Es decir, en todo lo que se está fortaleciendo para seguir con la construcción de la nación que hemos venido articulando como pueblo, trabajamos para que se avance con más conocimiento y herramientas en los temas de género y de la diversidad sexual.
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