viernes, 4 de marzo de 2016

Contabilizando la inspiración

DAINERYS MESA PADRÓN Obra de la serie Erógeno, de Erick Coll.




  • Para Erick Coll: “La biografía de un fotógrafo está en sus imágenes; nace cuando toma la primera foto y muere con la última”.
    Para Erick Coll: “La biografía de un fotógrafo está en sus imágenes; nace cuando toma la primera foto y muere con la última”.

  • Libertad condicional.
    Libertad condicional.







Quién imaginaría que la timidez de aquel muchacho delgado descubriría luego a un artista atrevido, capaz de provocar las opiniones más diversas en torno a sus obras.


Erick Coll, el joven que desandaba los pasillos de la Casona de G (antigua Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana) con su cámara a cuestas, ha educado su sensibilidad para buscar, donde pareciera estar todo, lo más íntimo y ambiguo de la vida.


Porque no sabe pintar y quiere expresar su verdad interior, dibuja con la luz. Desde su realidad objetiva “nace el pretexto para evocar toda subjetividad y filtrar así las mismas imágenes que todos podemos ver”. Se aferra entonces a pulir la Creación, a tornear los cuerpos cual alfarero, o a resignificar los objetos cotidianos.


“Vivo de la fotografía y eso me gusta —explica—. No es lo mismo repetir una actividad que no te agrada, que redundar en algo complaciente.


“No poseo un público meta, aunque quisiera llegar más a los jóvenes, y molestar a los mayores. Por mis antecedentes profesionales me inclino más hacia un segmento intelectual, no tan popular. Fuera de los prejuicios elitistas, me interesan los auditorios competentes. Si bien la obra se significa a sí misma y lo que pretendemos transmitir a veces no se concreta, cuando el público manifiesta competencias interpretativas la riqueza del mensaje es mayor.


“Me empeño en materializar un producto con un mensaje lo suficientemente abierto para que sea efectivamente polisémico, a la vez que cerrado como para transmitir ideas concretas”.


Inicialmente Coll trabajó sobre la base de lo conceptual, proponiendo lecturas específicas, “telegramas visuales” cargados de sus referentes como comunicador. Aunque manifiesta retomar estos motivos, la mayor parte de su vida creativa la ha dedicado a la representación corporal.


“El cuerpo me sorprendió. Aún no decido si está bien o mal. Sin embargo, me expreso de esta manera y experimento un goce y una recreación espiritual mientras reflejo, creo, y transmito sensaciones. Ese resultado gratifica más que cualquier peligro semántico al que me puedan someter. Hay personas que por su edad o prejuicios no consumen este tipo de obras o la rechazan; a ellas también están dirigidas.


“Por otra parte, el desnudo, con su acostumbrada carga sexual, es un gancho, una herramienta fácil para atraer audiencias. Teniendo en cuenta ese sentido la obra se vuelve más comercial. No obstante, me regodeo siempre en el hecho de no hacer fotografías convencionales sobre el cuerpo”.


El trabajo fotográfico con modelos (sobre todo en desnudos), deviene reto para cada parte implicada en el proceso creativo. De un lado se encuentra quien protagoniza la composición, vulnerable a las ideas preconcebidas del artista y con disposición a dejar su impronta en la escena. Del otro está el fotógrafo- voyeur, intentando “contabilizar la inspiración”.


Para Erick Coll esa distancia puede complejizar agudamente el acto artístico, por eso desde sus inicios en la temática se ha apoyado en el elenco de Danza Contemporánea  de Cuba, incluso corriendo el riesgo de acuñar en sus piezas un modelo de belleza estereotipado.


“Sin la intención abierta de marcar esa pauta está implícito que se crea un camino bastante definido. No lo hago tanto por una cuestión formal, aunque reconozco que parto del viejo argumento de que la forma define el contenido y viceversa.


“Desde el momento en que escojo a un bailarín como modelo estilizo la pieza, pues estos hombres y mujeres exhiben cuerpos atractivos, llamativos…


“Me inclino a trabajar con estas personas sobre todo por su versatilidad, los músculos definidos y la androginia que le impregnan a mis fotos. Precisamente en ella se sostiene una mis líneas temáticas. Muchos proyectan cuerpos femeninamente toscos y masculinamente frágiles. Estas características crean un límite difuso en lo pactado como género y ahí preciso llamar la atención.


“Sobre la distancia entre el creador y los modelos, puede estar mediada por ciertas cosas: una relación afectiva, una íntima, o una meramente profesional. En cualquiera de los casos siempre se obtiene un resultado diferente. Por eso también me refugio en los profesionales de la danza, quienes están acostumbrados a «ofrecer» el cuerpo en tanto este simboliza su medio de trabajo. Tanto muchachos como muchachas alternan las situaciones con cierta facilidad: se cambian juntos, se tocan constantemente, de ahí que asuman la desnudez y el contacto físico como actos comunes e imprescindibles para su quehacer”.


Si bien el joven creador trabaja en sus composiciones con los blancos y los negros, explota (a conciencia), toda la escala tonal.


“Aunque no tengo como discurso la raza, me inclino a visibilizar el asunto del color de la piel. En ocasiones he escogido a los bailarines solo por su color, en aras de mostrar desde el blanco puro hasta el negro puro. Además, el contraste encabeza otra de mis guías conceptuales.


“El color significa a las personas. No solo porque define una cuestión de prejuicios, sino también porque constituye parte de la identidad física de cada quien. Mediante las combinaciones busco la ruptura, las punzadas, el dolor, el aturdimiento, la ambigüedad..., pues todavía creo en el arte como un medio para cambiar las cosas y afectar a los otros”.


Pero no solo este medio de expresión resume el desafío al que nos convoca Erick con sus obras. Su papel como docente y responsable de la disciplina (Fotografía) en el Instituto Superior de Diseño (nueve años) le proporciona un fluido proceso de enseñanza y aprendizaje que recae, positivamente, en su quehacer.


“Me gusta mucho la docencia. Dar clases es como tener la oportunidad de modelar mi propio mundo. Intento enseñarles a los estudiantes lo que sentí que nunca me dijeron sobre la fotografía. Por eso asumo las clases con similar énfasis que cuando hago fotos. Si cuando termino una sesión el alumno no está choqueado, impactado, ilusionado, lleno de información que no sabe cómo procesar, entonces no fue lo suficientemente buena”.


Como profesor, realizador e investigador del panorama fotográfico cubano, expresa con desaliento el presente y el futuro de dicho arte en la Isla. Aun cuando algunas escuelas de carácter no estatal pretenden llenar los vacios cognoscitivos al respecto, el horizonte pinta poco feliz para quienes aspiran a prepararse en tal perfil.


“Estos centros llenan un vacío que el Estado no ha suplido. La fotografía ciertamente es cara; a pesar de eso, no creo que haya mucha voluntad académica o política con respecto a ella. Este arte fue uno de los puntales de la Revolución Cubana, pues dijo todo lo que no se le podía explicar a un pueblo analfabeto. De ella se valieron como medio de expresión, y ahora se le da la espalda.


“Cuba experimentó este avance primero que en muchos países del mundo. Esto dice mucho sobre la avidez de los cubanos con respecto al lenguaje fotográfico y de su rica historia en nuestros predios.


“Ya es hora de que surja una academia de fotografía, o por lo menos que se independice como una disciplina dentro del Instituto Superior de Arte (ISA), donde es tratada como asignatura dentro de las artes visuales.


“Tal vez el Estado debería comulgar con estas escuelas no estatales, certificarlas en los casos donde el rigor y la calidad lo merezcan, y a partir de ahí usarlo como un centro técnico de enseñanza no universitaria, que tribute para llegar al ISA con un currículo suficiente”.


Entre los proyectos actuales de Erick Coll se encuentra una nueva serie titulada Diario íntimo de los cónyuges y un documental sobre el desarrollo de la fotografía en Cuba. Asimismo, interviene en otros trabajos audiovisuales ligados al mundo de la danza.





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