Por VICTORIA BURNETT
El mes pasado, durante la filmación de la comedia de televisión “House of Lies” de la cadena Showtime, el actor Don Cheadle estaba sentado afuera de un café de La Habana Vieja, fumando un grueso habano y brindando con tres “compadres”.
Era una escena inédita. Un actor estadounidense filmando un programa estadounidense en una calle cubana. Además, era una escena que, hasta hace un mes, hubiera sido ilegal por el embargo económico.
Sin embargo, las regulaciones que anunció el Departamento del Tesoro de Estados Unidos el pasado 26 de enero ahora permiten que se filmen películas y programas de televisión en Cuba por primera vez en medio siglo. La norma abrió la puerta a proyectos –entre los que estarían escenas de la próxima cinta de “The Fast and The Furious” y una película de Ethan Hawke–, así como a la colaboración con el poco financiado cine de la isla.
“El mundo se acaba de hacer más grande porque Cuba se ha vuelto accesible”, comentó el creador de “House of Lies”, Matthew Carnahan. Como locación, Cuba fue inspiradora aunque desafiante, dijo.
Una ola de cineastas estadounidenses que necesiten equipo y técnicos cubanos sería una bendición para las producciones independientes en el país, surgido a finales de los años noventa a medida que la tecnología digital hacía más asequible la filmación y el dinero del Estado para el sector se agotaba.
A algunos cineastas cubanos les preocupa, no obstante, que su gobierno abra los brazos a Hollywood. Las productoras independientes operan en un limbo legal y reciben muy pocos fondos del Estado, si no es que nada. Además, es frecuente la batalla para que sus cintas pasen la censura.
“Es grandioso que la gente de Hollywood quiera venir a Cuba, pero nos sorprende en un mal momento”, dijo el director cubano Carlos Lechuga. “Tenemos historias qué contar y por ahora, no sentimos que podamos hacerlo”.
La distensión entre Estados Unidos y Cuba en 2014 generó un aumento en las solicitudes de estadounidenses ansiosos por filmar allá. Un portavoz de Universal Pictures dijo que es posible que una parte de la siguiente película de la serie “The Fast and The Furious” se filme en Cuba, y añadió que la compañía busca actualmente la aprobación de ambos gobiernos.
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Los actores Ben Schwartz, Kristen Bell y Don Cheadle juegan con niños durante la filmación de “House of Lies” en La Habana. Credit Desmond Boylan/Associated Press
Los cineastas cubanos han atendido las solicitudes. “No hay un solo día en el que no me reúna con un cliente potencial de Estados Unidos”, dijo Oscar Ernesto Ortega, de 29 años, dueño de El Central Producciones, que realiza videos musicales, comerciales y documentales para clientes como el grupo puertorriqueño Calle 13 y Red Bull Media House.
El fundador de BIC Producciones, Boris Crespo, dijo en La Habana que había trabajado a toda marcha el año pasado, dando servicios de producción en la visita que hizo el presentador Conan O’Brien, así como para el programa de autos del History Channel “Top Gear”.
El creador de “House of Lies”, quien trabajó con una productora habanera llamada Island Film, dijo que le había impresionado la “pasión” del equipo técnico y la calidad de los actores cubanos.
Lo que le falta a Cuba, dijo Carnahan, son conexiones decentes de telefonía celular, acceso rápido a internet y hasta “cosas básicas –como martillos– en las que no pensamos mucho”.
Y el proceso para obtener los permisos para filmar fue extremadamente lento, añadió.
A algunos cineastas cubanos les preocupa que los productores estadounidenses eviten temas polémicos para obtener el permiso de filmación que otorgan las autoridades culturales cubanas, las cuales piden una sinopsis o guion del proyecto.
“Al gobierno no le importa si filmas ‘The Fast and The Furious’ aquí, pero no quiere que la industria local haga películas sobre nuestra realidad”, apuntó Lechuga.
Durante el festival de cine de La Habana en diciembre, una delegación de actores, directores y escritores ofrecieron talleres sobre escritura de guiones, producción y edición de documentales, organizados por el programa de largometrajes del Instituto Sundance.
Michelle Satter, la directora del programa, dijo que la distención es una oportunidad para intercambiar ideas y ayudar a capacitar a la siguiente generación de cineastas cubanos.
“Estamos escuchando”, comentó por teléfono desde Los Angeles. “Queremos oír esas historias”.
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