jueves, 24 de marzo de 2016

“Cuba es muchas cosas, una obsesión, una excusa, una ficción”


Carlos Manuel Álvarez explica a la Redacción IPS Cuba los objetivos del nuevo medio digital e independiente.





El equipo que lo concibe asegura, en su carta de nacimiento: “Somos, apenas, una decena de jóvenes reporteros. No tenemos demasiadas certezas. Y eso es, podemos decir, lo divertido del asunto. Uno se lanza a una carrera e ignora si va a ganar”, pues “el periodista es un atleta y el periodismo una carrera de fondo”.

La Redacción IPS Cuba conversa con Carlos Manuel Álvarez, editor y reportero que se presenta en la página deFacebook del proyecto como: Bebedor de absenta. Grafitero del Word. Nada encuentra más exquisito que los manjares de la carestía: los caramelos de la bodega, los espaguetis recalentados, la pizza de cinco pesos. Leyó un Hamlet apócrifo más impactante que el original de Shakeaspeare, con frases como esta, que repite como un mantra: “la hora de la sangre ha de llegar, o yo no valgo nada.” Cree solo en dos cosas: la audacia de los primeros bates y la soledad del center field.

El Estornudo aún no ha visto la luz pública y ya genera abundantes expectativas en las redes frecuentadas por cubanos… ¿A qué se deben estas expectativas?

No sabemos exactamente a qué se deben, pero las agradecemos. Probablemente tenga que ver con la falta de pluralidad de la prensa cubana y, por suerte, él ánimo favorable de muchos presuntos lectores, que esperan y desean que el orden de cosas se diversifique y aplauden cualquier iniciativa que conduzca a ello.

¿Cómo se construye el staff de este nuevo medio? ¿Influirá en el perfil editorial de ustedes el hecho de que parte de su equipo se encuentra temporal o definitivamente viviendo fuera de los límites geográficos cubanos?

El staff no lo construimos, ya estaba construido. Somos –lo hemos dicho– un grupo de amigos que se inventó una excusa para no dispersarse más de lo que las circunstancias cubanas te obligan a hacerlo. Y el hecho de que vivamos en distintos lugares no solo nos influye, sino que nos determina. Nos gusta la idea de conciliar, desde nuestra génesis, los posibles trozos de la nación. Cuba es muchas cosas –una obsesión, una excusa, una ficción– antes que cierta cantidad de hectáreas.

¿Qué diferencia a El Estornudo de otros proyectos de medios de reciente creación en Cuba?

Sabemos lo que somos nosotros. Un proyecto que se gesta a contrapelo de nuestras otras labores, una especie de apuesta que, como no le debe nada a nadie, no tiene nada que perder y no piensa contraer deudas que comprometan su ejercicio periodístico.

Dicho esto, tendríamos que decir que el resto de los proyectos tendrá, o no, puntos en común con nosotros, pero que eso no es lo más importante, sino que se cree un ecosistema de voces diverso y coherente con el entorno que percibimos. La prensa estatal es como una cámara fotográfica que, no importa cuántas veces dispare, solo tiene una foto para revelar. Sepia, por otra parte. Nosotros no queremos más que llegar con nuestro obturador sin trípode y ver qué sale, qué vemos.

En la Constitución de la República de Cuba, el artículo 53º, se reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista. Las condiciones materiales para su ejercicio están dadas por el hecho de que la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada, lo que asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo trabajador y del interés de la sociedad. La ley regula el ejercicio de estas libertades. ¿Cómo interpretan Uds. este tema?

Nada de lo anterior nos reconoce, pero tampoco nada nos condena. No fue escrito ese artículo para un escenario como este. ¿Desde dónde se hace realmente El Estornudo? ¿Quién sabe? Hay reporteros y editores en La Habana, en Miami y en México; un programador desde Australia, un columnista en Londres, otro en Montreal, otro en Barcelona y así. Por otra parte, que algo no sea legal no significa que no sea legítimo.

Si la Cuba de los noventa y los dos mil se movía por debajo de las leyes, hay que decir que la Cuba última las ha desbordado. Eso lo sabe todo el mundo, incluso el gobierno.

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