martes, 15 de marzo de 2016

CUBA.- EU.- UNA VISITA Y LAS HERIDAS NO CICATRIZADAS DE UN PUEBLO

PEREZ NOVOA

 

Manuel Sanguily en carta a un amigo le decía:


“Estoy persuadido que cuando un yanqui dice Cuba libre,


dice Cuba  Sajona,  Cuba americana, y no una Cuba cubana.


Para mi esta gentuza es esencialmente hipócrita”


“su carácter idéntico a su clima: movible, variable,


impresionable en sumo grado, y falso hasta el tuétano.”


José Antonio Saco refiriéndose a nuestra independencia dijo:


 “lejos de inspirarme confianza el auxilio y


protección de los EEUU


aumentan mis temores”


Bryan Secretario de Estado del Gobierno de


los Estados Unidos de América dijo:


" ¡Dios nos hizo vecinos, que la Justicia


 nos conserve amigos!", lamentablemente


 esa justicia no ha existido.


La vida social y personal están marcadas por acontecimientos y hechos buenos o malos que se convertirán en recuerdos o hechos históricos que marcan algo de lo cual debemos aprender y que serán recordados de una u otra forma según el impacto que nos hayan causado. Es por ello que existen las cronologías y efemérides.

Sin dudas, la próxima visita del Presidente de los Estados Unidos de América será histórica, como histórica suelen denominarse todas las visitas de un presidente a cualquier país.  Históricas son, sin dudas las de otros muchos Presidentes  amigos, aliados o simplemente presidentes o las de un Papa –recordemos las visitas de los tres últimos Papa y el encuentro entre el Papa Francisco y el Patriarca Ortodoxo de toda Rusia en La Habana, quienes firmaron un acuerdo realmente histórico de convivencia entre las dos visiones de la Iglesia Cristiana.   En mi opinión, sin embargo, para quien será histórica la próxima visita del presidente estadounidense será para el propio Presidente Obama pues si algo se recordará de su paso por la Casa Blanca, será el hecho de haber sido el primer Presidente de los Estados Unidos en visitar el primer territorio libre de América.

Lo histórico de esta visita está dado por las complejas, difíciles y confrontacionales relaciones que se han mantenido entre las administraciones estadounidenses y el pueblo de este hermoso y heroico archipiélago en las que se inscriben pocos acontecimientos para bien y muchos para mal.

Como en todo acontecimiento, habrá quienes lo recuerden como bueno y quienes lo recuerden como malo.  Para la inmensa mayoría del pueblo cubano, el  20 de mayo de 1902 es recordado como la frustración de la independencia de Cuba por parte del gobierno de los Estados Unidos de América, transformando nuestra ganada independencia en un protectorado, república lisiada, seudo-república o neo-colonia.  Para otros fue un momento de gloria, pues se logró declarar formalmente la independencia de nuestro país.

Gracias a  más de 30 años de lucha, Cuba estaba en los albores de ganar la guerra a España.  La intervención de Estados Unidos de América dio un indiscutible impulso a la victoria sobre España, pero no sin el estratégico apoyo de las fuerzas mambisas bajo la conducción del Mayor General Calixto García. No se debe olvidar que fueron las fuerzas cubanas, bajo el digno mando de García, quienes hicieron posible el desembarco del General Shafter. Esta operación militar de solo 2 meses entre el desembarco y la rendición española, reportó para el naciente imperio los territorios de Puerto Rico, las posesiones españolas en las Islas Occidentales, las Islas Guam y el archipiélago de Filipinas, así como la ocupación de Cuba, cuyas fuerzas mambisas quedaron excluidas de la capitulación en Santiago de Cuba y de las negociaciones del Tratado de Paz de  Paris. Mucho ganó el imperio con esta intervención.  No por gusto el secretario de Estado norteamericano John Hay la llamó “la pequeña guerra esplendida”.

La declaración de la denominada Resolución Conjunta del Congreso estadounidense, que fue base para el inicio de la guerra de Estados Unidos contra España, resulto ser el escudo protector para la lucha de las fuerzas cubanas nacionalistas y antiimperialistas contra la intervención y el despojo  y para el nacimiento de la república diseñada por Martí con independencia y soberanía.  En su texto, dicha Resolución expresaba que el pueblo de la Isla de Cubaes y de derecho debe ser libre e independiente” y que “los Estados Unidos declaran por la presente que no tienen intención ni deseo de ejercitar en Cuba soberanía, jurisdicción o dominio, excepto para !a pacificación de la Isla, y afirman su determinación, cuando esto se hubiere  conseguido, de dejar elgobierno y dominio a su propio pueblo”. Sin embargo, como reza el refrán popular  “una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero”.

Para aproximar estos postulados a su real aplicación y tratar de evitar la anexión formal de Cuba a los Estados Unidos, las fuerzas del independentismo tuvieron que sortear muchas trampas, maniobras, dilaciones con procesos tortuosos, amenazas, coacción política, posiciones entreguistas de sectores pudientes económicamente dependientes de la ideología colonial, así como la división de las fuerzas que representaban el pensamiento independentista con la diseminación de la lógica de lo posible, lo viable,  del mal menor, de no poder lograr más, de si no aceptamos continua la ocupación, la promoción del fatalismo geográfico y la debilidad del pequeño frente al grande.  Los graves efectos de la política genocida de Weyler  y el degaste de la guerra de independencia fueron también factores objetivos que tuvieron que enfrentar. La resolución conjunta del Congreso estadounidense era un hecho,  el reto era lograr que se cumpliera y tuvo que pasar más de medio siglo para lograrlo.

Esta ocupación militar parió un apéndice constitucional impuesto pues Estados Unidos exigía el cumplimiento de una Ley del Congreso que exigía la inclusión textual de la  Enmienda Platt en la constitución cubana, para entregar a los cubanos el gobierno de su país. En otras palabras, había Enmienda o continuaba la ocupación militar. Al respecto, el General Mile, jefe del Ejército americano durante la guerra con España, dijo: A un pueblo que se bate un tercio de siglo por su independencia, no pueden limitársela los Estados Unidos; nuestra propia honra lo prohíbe".

La Enmienda Platt, fuente de las flagrantes violaciones de los derechos soberanos y las libertades del pueblo cubano,  fue impuesta por la ocupación militar, el divisionismo, el miedo y la división entre nacionalistas, conformistas y posibilistas ante la explicita amenaza de la no retirada de las tropas de ocupación norteamericanas.  De los ocho puntos de esta Enmienda, tres laceraban profundamente la soberanía de Cuba, a saber: el derecho de intervención de los Estados Unidos en Cuba; la exclusión de Isla de Pinos como parte del territorio cubano y  la venta y arrendamiento de partes del territorio para establecer en ellas carboneras y bases navales.  El propio gobernador militar de la isla durante la ocupación norteamericana, Leonard Wood, expresó: “Por supuesto que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia”. Por su parte, Juan Gualberto Gómez, delegado de la Asamblea Constituyente cubana y encargado de la réplica a la Enmienda Platt, expresaba: "hiere tanto los sentimientos del país la pretensión de que se arriende o venda parte del territorio nacional, que de todas las cláusulas de la Enmienda (...) la que más ha desagradado a nuestro pueblo es la que se refiere a las estaciones navales".  Tampoco podemos olvidar los 30 mil cubanos que el 2 de marzo de 1901, en la ciudad de La Habana, protestaron contra la Enmienda a puro grito de “Viva Cuba Libre” y “Nada de carboneras” frente al local donde sesionaba la Constituyente.

A los Estados Unidos de América no le bastó que la Enmienda Platt fuera una Ley de su Congreso, un apéndice constitucional de Cuba, sino que el 23 de mayo de 1903, la trasladó, palabra por palabra, al Tratado Permanente que definía las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos de América.  Como reza el refrán “El que no quiere caldo que tome tres tazas”

Como constaba en los documentos de la Metrópoli, la Isla de Pinos era territorio cubano bajo la jurisdicción provincial de La Habana, pero bajo supuestas imprecisiones en los acuerdos adoptados en el Tratado de Paris,  Estados Unidos incluyó en la Enmienda Platt, el punto VI que expresaba “Que la Isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuesta por la constitución, dejándose para un futuro arreglo por Tratado la propiedad de la misma”. Así, la Isla de Pinos quedaba en un limbo jurisdiccional, con el apoyo de sectores estadounidenses radicados en ese territorio que auspiciaban la anexión plena a la soberanía de los Estados Unidos de América.

No faltaron diversas acciones pacíficas y violentas de residente estadounidenses en esa Isla, que obligaron al Gobierno local actuar con decisión para impedir su éxito.  El siguiente párrafo, de una carta del Secretario de la Federación Americana en la Isla de Pinos, define los objetivos y política que se cocinaban para anexar la Isla a Estados Unidos: “A fin de evitar más errores, sería bueno hacer constar que los americanos están convencidos ahora, que la Isla de Pinos, es sin dudas territorio de los Estados Unidos y continuara siéndolo a menos que el Tratado pendiente sea ratificado por el Congreso de los Estados Unidos. Estos están tratando por todos los medios legítimos y honorables de impedir, y tiene magnifica versión de éxito… …mientras la Isla de Pinos este bajo un Gobierno «de facto» están convencidos que su forma de Gobierno no puede ser legalmente variado sin el consentimiento de ambas naciones interesadas. Con, todo, nuestra verdadera lucha para el reconocimiento como territorio de los Estados Unidos está en nuestro Gobierno en Washington D.C. y no en Cuba o con los nativos de esta Isla

El 13 de marzo de este año se cumplen 91 años de que, luego de un tortuoso proceso, Cuba lograra impedir su anexión y recuperara la plena soberanía sobre este territorio. En 1903, los gobiernos de Cuba y Estados Unidos acuerdan el reconocimiento de la legítima soberanía de Cuba sobre el territorio y las aguas jurisdiccionales de Isla de Pinos, dándole al Senado de los Estados Unidos 7 meses para ratificar dicho acuerdo. El Tratado Hay-Quesada. Sin embargo no fue hasta el 13 de marzo de 1925 (22 años después) que el Senado aprobó dicho reconocimiento.  Diez días más tarde, el 23 de marzo, la decisión fue ratificada por el Presidente de los Estados Unidos y ese mismo día se canjearon las ratificaciones entre ambos gobiernos, representados por el Secretario de Estado Kellogg y el Embajador cubano Cosme de la Torriente. Se demoraron 21 años en desistir de anexarse ese territorio, sobre el cual no existía la menor duda de que era parte integral del territorio y de la soberanía cubana. El Senado desconoció los tratados que se negociaron y firmaron, los dictámenes de la Corte Suprema y la supuesta posición favorable de cinco presidentes estadounidenses. Además de demorarse 21 años para ratificar el acuerdo, anexaron dos reservas a lo firmado.

Sin dudas, el tema de los derechos de soberanía sobre Isla de Pinos fue utilizado entre otras cosas,  para obtener concesiones territoriales y marítimas con el fin de establecer bases navales y carboneras en Cuba, como se demuestra en el texto del Tratado finalmente firmado para poner fin a sus reclamaciones sobre la jurisdicción de la Isla de Pinos, cuyo  Artículo. II expresa: “Esta renuncia por parte de los Estados Unidos de  pretensión a la propiedad de dicha Isla de Pinos, se hace en consideración a las concesiones de estaciones carboneras y navales en la Isla de Cuba, que antes de  ahora se han hecho a los Estados Unidos de América por la República de Cuba.”

Sobre la cesión de territorio y aguas jurisdiccionales para bases navales y carboneras, la pretensión inicial era la venta o arriendo de cuatro terrenos para carboneras o estaciones navales, mencionándose las locaciones de Guantánamo, Nipe, Bahía Honda, Cienfuegos e incluso La Habana. Posteriormente la cifra se redujo a dos (Bahía Honda y Guantánamo) y finalmente a una, pues abandonaron el objetivo de Bahía Honda, quedando solo Guantánamo pero ampliándose el territorio inicial.

En cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 7º del "Apéndice" a la Constitución de 1901, columna vertebral de los diferentes Convenios y Tratados sobre la concesión de territorio y aguas jurisdiccionales cubanas al gobierno de los Estados Unidos de América para estaciones carboneras o navales, se aprueba el Convenio celebrado entre los Estados Unidos de Norteamérica y Cuba, firmado por el Presidente de Cuba, D. Tomás Estrada Palma, el 16 de febrero de 1903 y por el presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt, el 23 del propio mes y año y aprobado por el Senado de Cuba el 16 de julio dc 1903 (Gacela Oficial del 18 de agosto de 1903), mediante el cual, según su articulado la República de Cuba “arrienda por el presente a los Estados Unidos por el tiempo que las necesitaren y para el objeto de establecer en ellas estaciones carboneras o navales, las extensiones de tierra y agua situadas en la isla de Cuba que a continuación se describen…” (Artículo I). “La concesión del Artículo anterior incluirá el derecho a usar y ocupar las aguas adyacentes a dichas extensiones de tierra y agua, y a mejorar y profundizar las entradas de las mismas y sus fondeaderos, y –en general—a hacer todo cuanto fuere necesario para poner dichos lugares en condiciones de usarse exclusivamente como estaciones carboneras o navales y para ningún otro objeto.  Los buques dedicados al comercio con Cuba gozarán de libre tránsito por las aguas incluidas en esta concesión” (Artículo II). “Si bien los Estados Unidos reconocen por su parte la continuación de la soberanía definitiva de la República de Cuba sobre las extensiones de tierra y agua arriba descriptas, la Republica de Cuba consiente,  por su parte, en que, durante el periodo en que los Estados Unidos ocupen dichas áreas a tenor de las estipulaciones de este Convenio, los Estados Unidos ejerzan jurisdicción y señorío completos sobre dichas áreas con derecho a adquirir (bajo las condiciones que más adelante habrán de convenirse por ambos Gobiernos) para los fines públicos de los Estados Unidos cualquier terreno u otra propiedad situada en las mismas por compra o expropiación forzosa indemnizando a sus poseedores totalmente(Artículo III) y “Este arrendamientoserá ratificado y las ratificaciones serán canjeadas en la ciudad de Washington, dentro de siete meses después de la fecha”(Artículo VII).

El 2 de julio se firmó el convenio que reglamenta el arriendo acordado y se publica en la Gaceta Oficial el 12 de octubre de 1903 En su articulado indica“dejar determinadas las condiciones del arrendamiento de las áreas de terreno y agua para el establecimiento de Estaciones Navales o Carboneras en Guantánamo y Bahía Honda que hizo la República de Cuba a los Estados Unidos, por el Convenio 16-23 de febrero de 1903, llevado a cabo en cumplimiento de lo preceptuado 7º del Apéndice Constitucional de la República de Cuba, han nombrado con ese objeto sus plenipotenciarios”. Su Artículo I estipula que “Los Estados Unidos de América acuerdan y estipulan pagar a la República de Cuba la suma anual de dos mil pesos en moneda de oro de los Estados Unidos, durante el tiempo que éstos ocuparen y usaren dichas áreas de terreno en virtud del mencionado Convenio. Todos los terrenos de propiedad particular y otros bienes inmuebles comprendidos en dichas áreas serán adquiridos sin demora por la República de Cuba. Los Estados Unidos de América conviene en suministrar a la República de Cuba las cantidades necesarias para la compra de dichos terrenos y bienes de propiedad particular, y la República de Cuba aceptará dichas cantidades como pago adelantado a cuenta de la renta debida en virtud de dicho Convenio”.

A las 12 del día del 10 de diciembre de 1903, los Estados Unidos de América toman posesión de las áreas de tierra y agua arrendadas a dicha nación para el establecimiento de una estación naval en Guantánamo, desembarcando en el lugar 600 marines de las naves allí ancladas.  Con el establecimiento de esta base, la teoría de Alfred T. Mahan sobre la anexión de Hawai, el canal interoceánico en Centroamérica, Panamá y el dominio del Caribe como requerimientos necesarios para el poderío naval imperial de Estados Unidos subía un escaño.  Según Mahan “Es preciso desconocer la naturaleza humana para ignorar que en las relaciones internacionales todo poder siempre persigue su poder exclusivo”.

En esa época, bajo esta teoría imperial y aprovechando el desgaste provocado por la denominada Guerra de los Mil Días, a la hermana República de Colombia se le desmembraba parte de su territorio para constituir la República de Panamá con igual objetivo, pese a la oposición del Congreso colombiano, de un grupo importante de miembros del Batallón Colombia y con la indigna imposición a los panameños de firmar acuerdos que ponían bajo la jurisdicción de los Estados Unidos parte de sus territorios por más de 100 años.

En 1912, se firmó un Convenio entre ambos gobiernos en el que se rescinde parte de los Convenios de 16-23 febrero y 2 de julio de 1903 relativo al arrendamiento de terrenos y aguas en Bahía Honda y la ampliación de aguas y terrenos en la estación naval de Guantánamo. Este Convenio  no fue aprobado ni por el senado cubano ni el estadounidense en el plazo de seis meses establecido, por lo cual caducó su validez.

El Convenio expresaba que: “ambos gobiernos, deseosos de rescindir aquella parte de dicho arrendamiento que se refiere a las áreas de Bahía Honda y de ampliar el citado arrendamiento a ciertas áreas adicionales de terreno y agua en Guantánamo, por tanto he resuelto celebrar convenio a ese objeto”. Su Artículo II estipulaba que “Todos los derechos y todas las obligaciones contraídas por la República y los Estados Unidos de América con respecto a las áreas arrendadas en Guantánamo, en virtud de los Convenios antes citados, se hacen extensivos por el presente a las nuevas áreas arrendadas. Los Estados Unidos de América acuerdan y estipulan pagar a la República de Cuba la suma anual de cinco mil pesos en moneda oro de los Estados Unidos,durante todo el tiempo que aquellos ocupasen y usaren las áreas arrendadas por este Convenio”.

El Artículo IV establecía que:Los Estados Unidos de América renuncian por el presente a todo derecho, y la República de Cuba releva por el presente a los Estados Unidos de América de todos los deberes y obligaciones relacionados o concernidos a las áreas de terrenos y aguas de Bahía Honda que se establezcan por la cesión en arrendamiento por la República de Cuba a los Estados Unidos de América según los Convenios de 16 y 23 de febrero y 2 de julio de 1903”.  El Gobierno de Estados Unidos dejaba el arrendamiento de 50 caballerías en Bahía Honda por un número superior en la ampliación de Guantánamo. Aún cuando este Convenio no fue aprobado, el Gobierno de los Estados Unidos de América, con el “laissez -faire” de sus lacayos nacionales, extendió los límites de su base en Guantánamo.

El 23 de mayo de  1934, se establece un nuevo Tratado de relaciones entre ambos gobiernos que en su articulado expresa que:“El tratado de relaciones que se concluyó entre las dos partes contratantes el 22 de mayo de 1903 dejara de tener validez y queda abrogado, desde la fecha en que comience a regir el presente”. “En tanto las dos partes contratantes no se pongan de acuerdo para  la modificación o abrogación de las estipulaciones del Convenio firmado por el Presidente de la República de Cuba el 16 de febrero de 1903, y por el Presidente de los Estados Unidos de América el 23 del mismo mes y año, en cuanto al arrendamiento a los Estados Unidos de América de terrenos en Cuba para estaciones carboneras o navales, seguirán en vigor las estipulaciones de ese Convenio en cuanto a la Estación Naval de  Guantánamo. Respecto a esta estación naval seguirá también en vigor en la misma forma y condiciones el arreglo suplementario referente a estaciones navales o carboneras terminado entre los dos Gobiernos el 2 de julio de 1903.Mientras no se abandone por parte de los Estados Unidos de América la dicha Estación Naval de Guantánamo o mientras los dos Gobiernos no acuerden una modificación de sus límites actuales, seguirá teniendo la extensión territorial que ahora ocupa, con los límites que tiene en la fecha de la firma del presente Tratado. El 31 de mayo de 1934, este tratado fue ratificado por el senado de los Estados Unidos de América y el 4 de junio de igual año por el Presidente Provisional de Cuba”.

Resulta un absurdo jurídico que el propietario de un bien arrendado  no pueda recobrar la posesión y aprovechamiento directo del bien arrendado en ningún momento.

A la ilegalidad del “arrendamiento” por su intemporalidad y pretendida perpetuidad, se une otro absurdo: el incumplimiento yanqui del principio jurídico de que todo arrendamiento debe destinarse al fin o uso pactado. El propio punto VII de la Enmienda expresa que Cuba arrienda esos terrenos “para mantener la independencia de Cuba y proteger al pueblo de la misma”, mientras que en el tratado de 1934 se dispone que se establece el arrendamiento “animados por el deseo de fortalecer los lazos de amistad entre los dos países”. Ninguno de estos postulados se aplicó en el uso de la base.

Recordemos lo que dijo el Secretario de Guerra de los Estados Unidos en una reunión con la Comisión de la Constituyente cubana que visitara ese país para expresar sus disensiones con los puntos más delicados de la Enmienda Platt.  Al referirse al porque querían  la concesión de derechos en territorios cubanos para bases carboneras y navales, este afirmó: “El establecimiento de carboneras en Cuba no da a los Estados Unidos derecho para intervenir en sus asuntos, ni merma la independencia sino facilita los medios de mantenerla. Compañías extranjeras tienen en Cuba terrenos, muelles y puertos propios y Cuba no puede recibir ningún daño al tratar a los Estados Unidos como trata a compañías o a particulares interesados. El Gobierno de los Estados Unidos no sólo pide a la Convención que habilite al futuro Gobierno cubano para que se concierte con, los Estados Unidos un tratado en que se hagan concesiones de determinadas estaciones navales o carboneras, que se convendría por ambos Gobiernos. Los Estados Unidos tienen tratados semejantes con otras naciones soberanas. Esas estaciones o carboneras nunca serán punto de partida para intervenir en el Gobierno interior de Cuba; solo serán utilizadas para la defensa contra el extranjero. Desde ellas se mirará siempre hacia el mar nunca hacia el interior de Cuba. Nunca se intentó establecer carboneras con el objeto de intervenir en asuntos propios del Gobierno independiente de Cuba. Se establecerán con  el solo y único fin de proteger los mares de América de invasiones extranjeras, ya sean contra la República de Cuba, ya contra la nación americana y se entenderán tan aisladas a la intervención interior como lo está Cuba de cualquier estación americana en el continente. Al dictar dicha cláusula no se tuvo en mente otro propósito que la seguridad exterior de ambos países. Nunca se intentó hacer de ellas punto de observación respecto al Gobierno de Cuba”. ¡Cuánta mentira! Sobran razones para la desconfianza en nuestras relaciones como demuestra la historia.

En todos los años de protectorado yanqui, los gobiernos de turno inclinaron la cerviz ante el amo, permitiendo a las administraciones estadounidenses lavarse la cara  ante las violaciones a los derechos soberanos del pueblo cubano. Sin embargo vale destacar que el llamado Gobierno de los Cien Días, que no fue reconocido por el Gobierno de los Estados Unidos y que a pesar de no haber sido invitado asistió a la VII Conferencia Internacional Panamericana celebrada en Montevideo en noviembre de 1933, asumió una  digna posición al declarar su representación en dicha Conferencia que “Cuba nació con un vicio congénito, la intervención, pero esa intervención, representada por la Enmienda Platt, ha sido el sustituto de la anexión de Cuba a los Estados Unidos… la intervención armada comenzada en Cuba ha seguido hasta hoy, de otro carácter, pero la hay”, añadiendo que  “…la Enmienda Platt y el Tratado Permanente tienen vicios de ilegitimidad y fueron impuestos por la coacción ejercida sobre ella en momentos de los más críticos que un pueblo pueda afrontar.” Contrario al principio de no intervención que se establecía en esta Conferencia con el consentimiento de la política del buen vecino del Presidente Roosevelt,  alrededor de 20 buques de guerra de la Armada Norteamericana del Atlántico al mando del contraalmirante  C. S. Freeman se encontraban en esos momentos en las costas cubanas.

Gracias a la continua lucha del pueblo y de las fuerzas antiimperialistas cubanas, que se conjugó con la presencia de figuras revolucionarias en el Gobierno Provisional nacional, cambios en la política táctica del Presidente de los Estados Unidos de América, la correlación de fuerzas en Latinoamérica y la aprobación del “principio de no intervención” por la VII Conferencia Internacional Panamericana de Montevideo, la constitución de 1901 y la Enmienda fueron derogadas en 1934.  Sin embargo, los instrumentos que nacieron de ella mantuvieron su vigencia. El Presidente Roosevelt, en su mensaje al Congreso en relación a Cuba, dijo estar opuesto a la intervención armada y rescinde otros derechos que Estados Unidos se había abrogado en el Tratado de 1903 como la participación en la determinación de la política exterior, de hacienda y de sanidad de Cuba, así como el derecho de intervención o interferencia. Mientras que su subsecretario de Estado a cargo de los asuntos latinoamericanos, afirmaba que “la derogación de la enmienda Platt no quiere decir que los Estados Unidos no volverán a intervenir en Cuba”.  Sin embargo, ni aún en esa euforia de buena vecindad intentó devolver los territorios de su base naval en territorio soberano cubano. La vida demostró que fue una buena declaración de intenciones que nunca se aplicó en las relaciones entre los dos países.  En 1936, Emilio Roig de Leuchsenring, al referirse a la derogación formal de la Enmienda Platt señaló “Lo cierto que solo ha sido este modificado para mejor servir a los actuales intereses económicos, políticos, sociales y militares de Norteamérica, suprimiendo  tan solo aquellas cláusulas que como el derecho de intervención, constituían un descredito y un conflicto permanente para los gobiernos de Washington, y eran además, incompatibles con la “política del buen vecino”, pero manteniéndose , en cambio, aquellas otras que, como la ocupación  y ampliación de la estación naval y carbonera de Guantánamo, formaban parte,  en el presente y para el futuro, de los planes estratégicos militares y navales de la Unión”.

Según el texto del acuerdo de arrendamiento para bases carboneras o navales, el usufructo de este territorio era para “usarse exclusivamente como estaciones carboneras o navales y para ningún otro objeto”.  Sin embargo, en 1957 y 58 se utilizó para abastecer los aviones de la dictadura de Batista para bombardear la indefensa población campesina de la Sierra Maestra.  En las últimas décadas ha sido utilizada para alojar decenas de miles de inmigrantes haitianos y cubanos, para operaciones de magnitud sin precedente en el Caribe y, lo que es más grave, se ha convertido en un abominable y genocida centro de prisión y tortura donde se practican las más atroces violaciones de derechos humanos.  Todos estos usos violan  el contrato de arrendamiento que Estados Unidos firmó con Cuba para el territorio que sería utilizado como una base carbonera; realmente como una estación de servicio para la Marina. ¿Qué dictamen haría la Corte Internacional de la Haya sobre la base del Artículo 36 de sus estatutos?

Tuvimos que esperar 22 años para recuperar la legitimidad de la soberanía sobre Isla de Pinos y llevamos 113 luchando por recuperar la plena soberanía e integridad territorial de otra tierra cubana, la que ocupa ilegalmente el Gobierno de los Estados Unidos de América con su base arrendada en Guantánamo.  ¿Cuánto más tendremos que esperar para su devolución?

Esto ocurrió antes de que Obama naciera, pero hoy se mantiene con su consentimiento y su continua negación a ejecutar su devolución.

No fue hasta el 1959 que la situación cambió, y como Gobierno ha sostenido una firme posición de reclamo permanente para poner  fin del arrendamiento del territorio y las aguas ocupados por una potencia extranjera en desacato a la jurisdicción que nunca ha perdido la República de Cuba sobre esos territorios y aguas jurisdiccionales.

Las máximas autoridades cubanas han declarado en muchas ocasiones que no aceptarán ninguna negociación con respecto a este territorio ilegalmente ocupado que no sea la retirada incondicional de las tropas extranjeras allí acantonadas contra la voluntad expresa del pueblo de Cuba. Con igual seriedad, el gobierno cubano ha ratificado que no intentará recuperar sus legítimos derechos mediante la fuerza y esperará pacientemente a que la justicia se imponga tarde o temprano.

De 1901 a la fecha hemos logrado el reconocimiento de la legítima soberanía de Cuba sobre Isla de Pinos, hemos recuperado el pleno ejercicio de nuestra independencia y soberanía nacional,  hemos impedido las intervenciones de los gobiernos de los Estados Unidos de América y, en Nuestra América,  los pueblos han recuperado sus derechos sobre otros territorios ocupados por bases militares estadounidenses, como el caso de Panamá y  Ecuador, pero quedan otros por cuya recuperación los pueblos de Nuestra América  todavía  luchan.

La posición de Cuba está fijada en su Constitución que expresa:

“El Estado ejerce su soberanía:


  1. a) sobre todo el territorio nacional, integrado por la Isla de Cuba, la Isla de la Juventud, las demás islas y cayos adyacentes, las aguas interiores y el mar territorial en la extensión que fija la ley y el espacio aéreo que sobre éstos se extiende;


La República de Cuba repudia y considera ilegales y nulos los tratados, pactos o concesiones concertados en condiciones de desigualdad o que desconocen o disminuyen su soberanía y su integridad territorial.”
En 1960 el Primer Ministro Fidel Castro,  en su intervención en la Asamblea General de las Naciones Unidas, expresó: “De toda la historia de las bases situadas hoy en el mundo, el caso más trágico es el de Cuba, una base a la fuerza en nuestro territorio inconfundible, que está a buena distancia de las costas de los Estados Unidos, contra Cuba y contra el pueblo impuesto por la fuerza y como una amenaza y una preocupación para nuestro pueblo. El Gobierno Revolucionario está considerando muy seriamente solicitar, dentro de los cánones del Derecho Internacional, la retirada de las fuerzas navales y militares del gobierno de los Estados Unidos de esta porción del territorio nacional”

Durante su discurso al conmemorar el aniversario del 26 de julio en 1962, Fidel expresó: “Esa base es además un puñal clavado en el corazón de la tierra cubana… que no vamos a quitarles por la fuerza, pero es un pedazo de tierra al cual no renunciaremos jamás”.

No podemos olvidar que en 1962, cuando el mundo estuvo abocado a una guerra nuclear, en medio de las confusiones que rodeaban el complejo y tenso  proceso de negociación para evitar la guerra, el compañero Fidel tuvo que hacer una declaración conocida como los 5 puntos de la dignidad y, en el quinto, reafirmaba “… retirada de la base naval de Guantánamo y devolución del territorio ocupado por los Estados Unidos”.

El 1 de mayo de 1980,  el presidente Fidel Castro afirmó: “Estados Unidos ocupa un pedazo de nuestro territorio por la fuerza y contra la voluntad de nuestro pueblo. ¿Y en qué legalidad se puede basar el hecho de mantener una base naval en el territorio de otro país contra la voluntad del pueblo? Eso no tiene ninguna base legal, ni jurídica, ni moral, ni de principios alguna, es simplemente un acto de fuerza”.

Posterior a 1959, el justo reclamo del pueblo cubano para recuperar el ejercicio de su soberanía e interrumpir el arbitrario arrendamiento ha tenido constantes e importantes respaldos internacionales, amén del apoyo que emana de textos del derecho internacional y de resoluciones de las Naciones Unidas. El ilustre jurista cubano Miguel A. D`Estefano afirma “La concesión, cesión o arriendo u otra forma de entrega de parte del territorio nacional para la instalación de bases militares extranjeras constituye una entrega, disfrazada o no, de la propia soberanía nacional, que amenaza a la paz y seguridad del Estado en que ella se encuentra y de otros Estados también. Y esto ha venido a confirmarse con una norma internacional que, en los últimos años, ha ganado una categoría propia”.

La Resolución No. 1514 (XV) de 1960 de la Organización de las Naciones Unidas, en su párrafo 6 afirma: "Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas".

La Resolución 2625 (XXV), de 24 de octubre de 1970, de la Asamblea General de las Naciones Unidas, conocida como "Declaración sobre los Principios de Derecho Internacional Referentes a las Relaciones de Amistad y a la Cooperación entre los Estados de Conformidad con la Carta de las Naciones Unidas" considera que: “El territorio de un Estado no será objeto de ocupación militar derivada del uso de la fuerza en contravención de las disposiciones de la Carta. El territorio de un Estado no será objeto de adquisición territorial derivada de la amenaza o el uso de la fuerza”.

La “Convención de Viena sobre el derecho de los tratados” de la Organización de Naciones Unidas  (U.N. Doc A/CONF.39/27 (1969), 1155 U.N.T.S. 331,Viena, 23 de mayo de 1969) que entró en vigor el 27 de enero de 1980 y está firmada por ambos gobiernos, en  su Artículo 52, de la parte V, “Nulidad, terminación y suspensión de la aplicación de los tratados”, Sección Segunda del Convenio de Viena en su acápite  Coacción sobre un Estado por la amenaza o el uso de la fuerza, expresa que “Es nulo todo tratado cuya celebración se haya obtenido por la amenaza o el uso de la fuerza en violación de los principios de derecho internacional incorporados en la Carta de las Naciones Unidas…

El Movimiento de los Países No Alineados, desde su fundación en Belgrado en 1961 hasta su última Cumbre, han apoyado el reclamo de Cuba y reconocido sin medias tintas que esta arbitraria ocupación menoscaba la soberanía y la integridad territorial de nuestro país, el derecho del pueblo cubano a ejercer la plena soberanía de su territorio,  su ilegalidad, exigido su evacuación y devolución. Vale resaltar el apoyo de la II Conferencia celebrada en el Cairo en 1964 al expresar que: “La Conferencia, considerando que el Gobierno de Cuba se declara dispuesto a resolver su litigio con el Gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, acerca de la base de Guantánamo, en condiciones de igualdad, solicita encarecidamente del gobierno de la citada nación que entable negociaciones con el Gobierno de Cuba, para evacuar esa base”

Incluso la Ley Helms Burton en su Título II, sección 201, apartado 12 establece: “Estar listos para iniciar negociaciones con un gobierno electo democráticamente en Cuba a fin de devolver a ese país la Base Naval de los Estados Unidos en Guantánamo o de renegociar el acuerdo actual en condiciones mutuamente aceptables”. Esta declaratoria, la única que aparece en la Ley sobre el territorio ocupado por EEUU en Cuba, no dice que el Presidente esté obligado a pedir la aprobación del Congreso para devolver la Base. Bien sabemos que esta oferta de negociación está condicionada a la existencia de un gobierno no muy distante al que negoció y aprobó la Enmienda Platt y otras leyes de sometimiento de Cuba a los Estados Unidos.

Resulta irónico que, segúnThomas Wilner, uno de los abogados más conocidos de Washington y probablemente el único que ha ganado un par de veces un caso en la Corte Suprema, de los Estados Unidos, “…la administración Bush defendió el argumento legal de que podía operar en Guantánamo de la forma que quería y hacer lo que quería a los prisioneros allí sin ninguna revisión legal. En otras palabras, la administración Bush afirmó que podía operar en Guantánamo fuera de la ley porque la soberanía era cubana, no estadounidensey “Guantánamo está en otro país y no en territorio de Estados Unidos, y aún así, argumentando que ese otro país tiene “soberanía” sobre el territorio, la administración Bush usó ese argumento legal ante los tribunales de Estados Unidos”.

La base norteamericana en la bahía de Guantánamo no representa una cuestión de seguridad nacional para Estados Unidos, pero si representa un problema de seguridad nacional para Cuba.

La base ha dejado de desempeñar una misión estratégica y constituye un símbolo imperial de arrogancia y humillación contra Cuba, una base de operaciones de provocación  militar contra nuestro territorio y, sin dudas, una carta de negociación en  el diferendo histórico entre nuestros gobiernos.

Pocos podrían dudar que la retirada de los Estados Unidos de ese territorio cubano sea una decisión política y no de ninguna otra naturaleza.  Una reconocida figura de los sectores militares estadounidenses como Collin Powell, afirmó que la Base en Guantánamo no tiene ninguna utilidad militar.

Expertos militares de los Estados Unidos de América han declarado que Guantánamo, “la más antigua base estadounidense en ultramar”, no tiene ya una utilidad militar táctica ni estratégica para las fuerzas armadas de los Estados Unidos, no existen ya navíos propulsados por vapor/carbón y han surgido nuevas bases en su territorio continental que pueden cumplir las misiones para las que se concibió Guantánamo.

¿Habrá llegado el momento de inaugurar la exposición con la colección de cheques no cobrados por el Gobierno cubano desde 1960 que contienen la ridícula cifra con la cual usufructúan un pedazo del territorio soberano de Cuba?  En los primeros años de la Revolución, algunos compañeros soñaron con hacerla el día que lográramos recuperar nuestro territorio de la usurpación yanqui, en un museo que ahí se establecería.  Quizás ahora,  con la visita del Presidente de los Estados Unidos, a quien no pocos dolores de cabeza internacionales le ha dado esa base, por los genocidios que ahí han cometido sus tropas, las flagrantes violaciones de derechos humanos cometidos contra los seres almacenados en esas instalaciones, el alto costo económico que tiene para el contribuyente estadounidense sin beneficios y el repudio internacional para descredito  de su gobierno,  podría realizar en el histórico estadio del Cerro, donde se dice que Obama participará en un amistoso juego de pelota entre los equipos de Cuba y de los Estados Unidos de América.

Tal vez serviría de recordatorio a quien ha reiterado su no disposición de cumplir el justo reclamo histórico del pueblo cubano.

Y ya que mencionamos la visita, vale apuntar algunas de las declaraciones poco profesionales hechas por importantes figuras del gobierno estadounidense.  Una de ellas es la afirmación de que el presidente Obama verá a quien quiera, será el único que decida con quién se reúne en Cuba.  El secretario de prensa de la Casa Blanca afirmó que: “Esa es una decisión que tomaremos nosotros nada más, sin ningún tipo de negociación con los cubanos". ¿Acaso es profesional o protocolar visitar un país y decidir por sus santos fueros a quien va a ver? No parece que eso contribuya a lo que dijo Obama “sobre cómo podemos continuar normalizando las relaciones (bilaterales), sobre cómo podemos facilitar el comercio y cómo podemos facilitar a los cubanos el acceso a internet y la creación de sus propios negocios”.  En tal caso,  podría venir a ver a quien quiera, pero no bajo la invitación de un gobierno anfitrión, tendría que venir de otra forma. Las reglas son las reglas, se respetan o no.

Otra, se refiere a las rotundas e imperiales declaraciones sobre la devolución del territorio y las aguas jurisdiccionales de Cuba en la región de Guantánamo.  Si como ellos dicen, la devolución no está en el tapete, lo profesional en un proceso que tiene como finalidad la normalización de unas relaciones afectadas por más de medio siglo de prepotencia e insolencia yanquis,  sería explicar públicamente porque no están listos a discutir la devolución de la base de Guantánamo.  ¿Será que el único argumento es el imperial? No me da la gana porque yo tengo la fuerza, porque yo soy el amo del mundo.  En tal caso habría que recordarle que hace muchos años que Cuba  dejó de ser un protectorado, una república lisiada o mediatizada.

En estas declaraciones hay mucho del pasado y poco del supuesto presente que se pretende construir.  Si es de esta forma que se pretende normalizar las relaciones, de antemano podríamos decir que se avanzará muy pero muy poco. Será necesario recordarles que no están negociando con un pueblo vencido, entreguista, atemorizado, vacilante, sino con un  pueblo libre, digno, orgulloso de su destino, soberano, inteligente, culto, antiimperialista, internacionalista, que ha derrotado todas las acciones militares, políticas, financieras y económicas que contra él se han desarrollado por más de 50 años. El editorial del periódico Granma de 9 de marzo de 2014 les aclararía cualquier duda al respecto.

Nadie desconoce que existen fuerzas de poder en los Estados Unidos de América que no desean la convivencia entre nuestros países, sino el sometimiento, la subordinación, la incondicionalidad, la dependencia. Historias para contar hay muchas, pero a modo de titular tenemos las acciones emprendidas para hacer retroceder el proceso de conversaciones bajo la presidencia de Carter, o las provocaciones con la violación del espacio aéreo cubano para producir incidentes que interrumpieran los contactos y posible cambio de política durante la presidencia de Clinton. Siempre hay que estar alertas de cuales serían o podrían ser las acciones de esas fuerzas de poder para quebrar la ruta de la actual política táctica del Presidente Obama hacia Cuba.

No se puede olvidar que este intento de normalizar las relaciones se da en un contexto en que aún prevalecen acciones de agresión como el bloqueo económico, comercial y financiero, los planes de desestabilización interna,  la guerra de la información, la ocupación de territorio y aguas jurisdiccionales cubanos.

Han pasado decenas de años para que otro inquilino de la Casa Blanca visite nuestro país y a diferencia del anterior, no será para participar en una conferencia internacional o para estar en la proa de un acorazado militar  o en territorio cubano ocupado como base militar de su país.

Hay quienes vaticinan que el pueblo cubano se volcará a las calles a recibir al presidente Obama y en favor de volver al capitalismo.  Se equivocan, como se equivocaron lo que le dijeron a Kennedy que el pueblo cubano se volcaría a apoyar la invasión de Playa Girón y se quedaron solos y derrotados.  Al presidente Obama lo recibirá un pueblo con dignidad, respeto y hospitalidad, pero sin sumisión. Como dijera el General Máximo Gómez “Estoy más que convencido de que hay en Cuba inteligencias de primer orden, y, lo que vale acaso más, corazones muy varoniles y muy cubanos… Con esos muchachos tan admirables se puede ir al cielo”.

Convivir es una necesidad de las personas, las sociedades y el mundo, pero para ello hay que sentarse a dialogar en medio del abismo de diferencias políticas, con respeto a la soberanía nacional y en igualdad de condiciones como Estados. La convivencia implica ceder en aquellos aspectos que no son vitales, pues de lo contrario no estaríamos conviviendo, sino muriendo.  La máxima de Don Benito Juárez, “el respeto al derecho ajeno es la paz” resulta esencial para la convivencia. Avasallando no llegamos a ninguna parte.  Si realmente desea normalizar las relaciones entre nuestros países, seria de esperar que el presidente Obama, a quien le quedan pocos meses de mandato, asumiera una actitud clara, profesional y justa en tal empeño.

El presidente Obama en nuestra patria disfrutara de tranquilidad, respeto, reconocimiento, dialogo de iguales, calor humano, hospitalidad y seguridad antes de continuar a su próxima escala donde según los augurios no parece que tendrá la misma tranquilidad, al coincidir su visita con el 24 de marzo, fecha de terribles recuerdos  para el hermano pueblo argentino que estuvo bajo los dominios de dictaduras instauradas con el auspicio y protección de Estados Unidos y que controlaron el poder de ese país para desgracia de ese pueblo y de Nuestra América.

__._,_.___

No hay comentarios:

Publicar un comentario