lunes, 14 de marzo de 2016

Llueve para arriba

Rosa Miriam Elizalde


Una imagen de la Bahía de La Habana este domingo, al atardecer. Foto: Ismael Francisco


Llueve hacia arriba. La gallina muerde al zorro y la liebre fusila al cazador.” Es Eduardo Galeano hablando del mundo al revés en su Memoria del fuego. Lo he recordado leyendo una nota de Político.com en la que reseña el encuentro de Ben Rhodes, asesor de Obama y consejero adjunto de Seguridad Nacional, con emigrados cubanos en Miami.


Dice Rhodes que “Cuba no quería cambiar las cosas como estaban — Estados Unidos los convenció (a los cubanos) de hacerlo”. La normalización ni siquiera estaba en la mente de los funcionarios cubanos, añade, cuando comenzaron las negociaciones secretas en el 2013.


Si el redactor de Politico.com no miente, es asombrosa la declaración de este “genio del cambio de la política hacia Cuba”, según uno de los expertos mejor informados de Washington. No solo está documentada hasta el hartazgo la disposición del gobierno cubano a dialogar con Estados Unidos desde hace más de 50 años, sino que hay un hecho inexorable -como que la lluvia cae hacia abajo y el zorro se zampa a la gallina-: el bloqueo es una medida unilateral de la administración estadounidense, como han sido unilaterales los intentos de “cambiar el régimen” en la Isla.


Presentar a Cuba en plan de país bloqueado por puro masoquismo es una hipótesis irracional y tan desastrosa políticamente como la afirmación que vino después, atribuida también a Rhodes: “Estados Unidos y la oposición cubana quieren lo mismo”. Eso sí nadie lo duda. Ahí están los programas para financiarla, que le ha costado al contribuyente estadounidense 250 millones de dólares desde el gobierno de George W. Bush a nuestros días.


Quien diga semejantes cosas no podría ser el bombillo más brillante de la Casa Blanca. ¿Le habrán dado a tomar algo a Rhodes en Miami?

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