martes, 8 de marzo de 2016

“El cubano espera la economía reflejada en su bienestar”.Entrevista a Omar Everleny Pérez Villanueva

Por Mario Vizcaíno Serrat


Emprender un balance de la economía cubana de los últimos años es bastante complejo, incluso arriesgado, sobre todo si el avance no se corresponde con lo previsto y si lo que está pendiente supera en mucho lo estampado en los lineamientos del pasado Congreso del Partido.


Sin embargo, en una demostración de respeto por su oficio y de amor a Cuba, y apoyado en un conocimiento profundo del complicadísimo panorama, el economista Omar Everleny Pérez Villanueva, miembro del Centro de Estudios de la Economía Cubana, lo intenta durante esta conversación con Palabra Nueva.


Lo curioso del diálogo es que Pérez Villanueva  responde, a veces, con preguntas que él mismo se hace, como si reflexionara en voz alta y tratara de entender una realidad económica áspera.


Habla sosegado, sin apasionarse, pero ofrece consejos, convencido de lo que conoce, como haría un consultor, e invita a espantar la rutina y apurar el ritmo. O sea: a “dejar la bobería”, como pudiera decir el alcohólico urbano de Buena Fe.


Después de esta conversación, se entiende aún más que para poner al día el modelo económico se necesita enjundia, coherencia, en la proyección. También ímpetu para no dejar acuerdos en el papel, y buena memoria para no olvidar a los compatriotas, la mayoría deseando hace años una vida próspera, tanto como el lema que ya está oliendo a consigna.


Y se confirma que el bloqueo estadounidense es un obstáculo indiscutible en el desarrollo cubano, y que debieron echarlo abajo hace muchos años, pero también que transformaciones claves van a ritmo de soñolencia, en una estructura de decisiones semejante a un entramado, y marcada por la huella de tantos años de centralización, una centralización también mental.


Comencemos por el tema alimentario, no solo por vital, sino además porque vuelve a desatar alarmas. ¿Por fin es saludable topar los precios?


“Empecemos argumentando que los insumos a los campesinos han aumentado de precio, deben pagar no menos de cien pesos diarios a quien les trabaje, de manera que son costos que se le suman a su producto final. También es verdad que el campesino que siembra no debe vender. Es necesario trasladar esos productos al mercado, y ese es un espacio que ocuparon los actuales intermediarios. ¿Por qué entonces no crear las cooperativas comercializadoras, junto a las cooperativas de segundo grado? Se les venden medios de transporte, les pueden comprar a los campesinos, se convierten en sus representantes y sirven directamente en los mercados. De lo contrario, va a aparecer siempre el intermediario porque es imprescindible una persona que enlace al campesino y al vendedor del agro. También detrás de todo hay un problema de producción. La economía es un proceso que no tolera medidas aisladas. Estaría seguro de que si el Estado, que compra el litro de aceite en el mercado internacional a menos de un dólar, lo vendiera a un dólar (un CUC), bajaría notablemente el precio de la libra de manteca de puerco. Es que normalmente el referente en los mercados son los precios del Estado, esa política de altos precios de los artículos de primera necesidad, lógica en los años noventa, ya no tiene sentido como en aquella etapa, debe acabarse la mentalidad rentista. La bolsa de leche en polvo de un Kg no puede costar seis CUC para los necesitados. Menos aun ahora, cuando la tonelada de leche en polvo registra en el mercado internacional su precio más bajo de los últimos diez años. ¿Por qué no se vende a menos CUC, por ejemplo? El Estado, perfectamente, puede ser un competidor, comprando grandes cantidades de determinado producto y ubicándolo a precios más bajos para obligar a los demás a bajar los suyos, y bajando los precios de los alimentos en divisas y de otros artículos de primera necesidad. Tiene todos los medios para hacerlo. ¿Por qué no se puede arreglar la agricultura? Si hay que subsidiarla, se subsidia. Estados Unidos lo hace, Europa lo hace. Lo que no puede ser es que Cuba importe cada año dos mil millones de dólares en alimentos. Cuba compra arroz, frijoles. Es inadmisible. Hay que incentivar al campesino. ¿Por qué no le pagan en dólares, de esos que van para afuera? Usted le paga en dólares a un productor de frijoles para que compre los insumos y verá cómo produce. Y el Estado se quitaría de encima el transporte: los barcos, el flete y todo lo que hoy tiene que pagar para traer alimentos. Pero la toma de decisiones no puede descansar en la negación del posible enriquecimiento. Creo que si un grupo de campesinos puede tener un elevado nivel de vida y eso significa el bienestar de millones de cubanos, hay que aceptarlo. Y las cosas no pueden resolverse con medidas centralistas. El mundo cambió. Y si lo que hay que ser es socialista, ser socialista es mantener los logros de la revolución: la salud, la educación, la cultura, entre otros. Y sobre el resto de las actividades, no se puede seguir pensando y haciendo como en el pasado”.


¿Pero se pueden topar los precios?


“No creo que se deben topar, ya hemos pasado por eso, y los resultados a la larga no son los esperados, aunque si me salgo de la función de especialista y me convierto en consumidor, está claro que me gustaría pagar menos”.


Vayamos al espinoso asunto de la unidad monetaria. Han pasado dos años desde la fecha anunciada para dejar una sola moneda. ¿Está cerca, demora?


“Déjame aclarar algo: no es lo mismo dualidad monetaria que dualidad cambiaria. Existe una solución a corto plazo, que se hará en cualquier momento, y es dejar una moneda. Ya estamos en el camino a eso porque hay ya precios en las dos monedas en un mismo comercio, lo cual es una señal que está recibiendo la gente de que el peso cubano va a coger valor. Tú llegas a una tienda de comercio en divisas y puedes pagar en pesos. Si ya se emitieron billetes de alta denominación es que hay indicaciones de que en cualquier momento va a quedarse la moneda nacional. La gran dificultad es la moneda extranjera. Quien reciba cien dólares, o cien euros, ¿cuántos pesos recibirá al cambio? ¿1 a 24, 1 a 25? Si es así, el problema no se resuelve porque hay quienes seguirán con esa capacidad adquisitiva mayor fuera del salario. El tema hay que solucionarlo en dos vías: una sola moneda, pero permitir que la tasa de cambio con la moneda extranjera sea diferente, tanto para las personas como para las empresas. Las empresas cambian hoy uno a uno, y las personas 1 a 24, lo que significa que las tasas de cambio están muy distantes. Para que una empresa cubana sea rentable y competitiva debe tener una tasa de cambio más real. ¿Qué es lo que se ha hecho?: pequeñas devaluaciones. En el turismo, la industria azucarera, el transporte de ómnibus ruteros, se permite el cambio 1 a 10. El transporte de ómnibus ruteros, por ejemplo, recibe moneda nacional, pero tiene que comprar gasolina, entonces el cambio que se permite es 1 a 10. En la medida en que baje la tasa de 1 a 24, la gente irá teniendo mayor poder adquisitivo. Si antes recibías con doscientos pesos, digamos, ocho dólares, y ahora recibes catorce, demandarás más productos, y si todo el mundo demanda más productos termina lo que hay hoy, una mayor escasez, porque el tema radica en que la moneda cubana no es divisa, y con el valor de las ventas, no puedes volver al exterior a comprar productos que se han consumido porque, además, el tema productivo no está incentivado lo suficiente: hay café en un lugar, en otro lugar no hay mantequilla, en otro no hay cerveza; porque es un problema de producción o importación. El tema de la pobre importación es por la falta de divisa. Por la falta de los certificados de liquidez de la empresa que importa mantequilla, por ejemplo. El certificado de liquidez (CL) es la tercera moneda, de la que nadie habla, aunque es importante. Una empresa puede tener cualquier cantidad de CUC en bancos, y eso no le permite salir a comprar al extranjero lo que necesite, porque esa moneda no es divisa. Solo se lo permite la cantidad de CL que le aprobó su organismo. Para comprar con dólares en el exterior el Banco Central tiene que contar con esos dólares, ¿a través de qué?: de las exportaciones; o de los pagos de los servicios médicos profesionales; o de los pagos de Venezuela”.


Si, según ustedes, los economistas, seguir postergando la unificación monetaria es seguir permitiendo distorsiones en la economía, ¿por qué no acaban de dejar una moneda?


“Porque si bien es cierto que alargar eso es crear más problemas, también lo es que para hacerlo tiene que haber solidez. Cuba es un país que carece de prestamistas de última instancia. Para entrar en un juego financiero como el que necesita, debe tener en el Banco mucho dinero para todas las distorsiones que se crean. Y quienes le prestan dinero, es especialmente para comerciar. Cuba no pertenece a ningún organismo financiero internacional. ¿Cómo se resuelve eso? Con reservas. Incrementar las reservas. Cuba ha mejorado su situación financiera externa, pero eso significa mayores pagos sin contrapartida. Dicho de otra manera: desde 1986 Cuba no le pagaba al Club de París, que ahora le condonó el 80 % de la deuda, pero sí tiene que pagar el 20 %. Ahora, en el 2016, tiene que pagar unos cuantos millones que nunca había pagado, que es la parte que le queda de esas condonaciones. Y eso pasa con Rusia, China, México, Japón. A lo mejor el país tendrá que pagar anualmente en concepto de deudas unos mil millones anuales. Tiene que ir viviendo con sus recursos. A pesar de que el turismo ha crecido, la eficiencia en ese sector no es la suficiente. Por cada dólar de ingreso tienes que comprar importaciones a niveles elevados porque es el círculo vicioso: si no se produce suficiente mantequilla en el país, el hotel tiene que comprarla con el dinero que le entró. Si la economía nacional no es productiva, el dinero sigue saliendo hacia el exterior. Si no hay aviones, hay que transportar a los turistas en aviones extranjeros y ahí se queda el pasaje. Si no hay turoperadores y el país no está en los niveles de reserva internacional, también se pierde dinero. De los cien dólares que podría costar una habitación en el Hotel Nacional, para poner un ejemplo hipotético, la parte extranjera a lo mejor pagó casi la mitad, porque los turoperadores compran las habitaciones baratas. Ellos se comprometen a mantenerlas llenas pero tienen que cogerlas baratas. La Habana está colapsada, no hay habitaciones de hoteles para la avalancha que se ha producido de turistas. Pero a lo mejor en los cayos hay capacidades disponibles. Hay que desarrollar el turismo de ciudad, al igual que el de sol y playa. Y ahora hay que pensar qué hacer. En el 2015 hubo 76 % más de turismo estadounidense, en relación con el 2014”.


Y ahora, en mayo, se esperan al menos dos cruceros grandes, mensuales o quincenales.


“Y esos turistas van a consumir. Van a tomar agua, van a tomar cervezas. Hay que aumentar la producción. Más que como un tema financiero, veo esto como un asunto productivo. Cuba tiene que acabar de dejar a un lado los obstáculos que han frenado el desarrollo de las fuerzas productivas. Tiene que haber una planificación que no las frene. Crear más pequeñas y medianas empresas. Y dar oportunidad a las cooperativas de que importen y exporten. Cuando produzcan bienes y servicios es cuando el país tendrá un crecimiento sostenido. Haber crecido al 4 % en 2015 es importante, pero si bajamos al 2 % este año, retrocedemos. E incluso hay que analizar la estructura del crecimiento del 4 %: dónde fue. La población no sintió ese crecimiento en los indicadores que le son más comprensibles”.


¿Qué ocurre con el proceso de las cooperativas no agropecuarias, que parece detenido?


“Avanza muy lentamente. El quinto grupo, que todo el mundo espera, lleva más de un año sin aprobarse. Se aprobaron cuatro grupos iniciales, entre los que suman 498 cooperativas, aunque hay solo cerca de 350 funcionando. Hay muchas que han presentado sus propuestas, pero requieren de un nivel de aprobación demasiado alto. En cuanto a las aprobadas, hay muchas insatisfacciones sobre la falta de insumos. Una cooperativa de construcción aprobada y funcionando necesita madera, medios de transportación, andamios, etc., porque una cooperativa es algo más acabado, más sólido, con un grupo de empleados significativos, trabajando en edificios altos, reparando… Otro de los problemas es su dificultad para importar. Aunque la resolución lo permite, solamente han importado las que tienen que ver con las aves exóticas, que pueden importar pienso. Todavía hay muchos tropiezos en la marcha de las cooperativas. Las más avanzadas tienen que ver con los mercados agropecuarios.
”Tengo mis opiniones: no necesariamente una empresa que no funcionó de forma estatal puede hacerlo de forma cooperativa. A lo mejor sí en algunos casos, pero no en la mayoría. Creo que no puede haber una cooperativa sin cooperativistas, es decir, sin el sentimiento de cooperación entre ellos. El cooperativismo es un sentimiento que se va creando poco a poco. La historia de las cooperativas es la de empresas que han trabajado de forma individual durante años y luego se han unido, con experiencia en dirigir negocios. Nosotros, en Cuba, hemos pensado que pasar de formas estatales a cooperativas es una patente para que avance la fórmula por sí misma”.


¿Significa eso que integrar una cooperativa supone conocer su funcionamiento y tener una vocación para esa forma de propiedad?


“Efectivamente. A veces se le llama cooperativa a un grupo de trabajadores donde el socio principal es quien busca los recursos, paga un salario a los obreros, sin claridad en la distribución. No todas funcionan correctamente”.


¿Y cómo se logra que funcionen bien?


“Tiene que existir una ley de cooperativas que explique su estructura y funcionamiento. Y una cooperativa es una empresa jurídica, que tendría todas las facilidades que tienen las empresas jurídicas. En Cuba, a veces damos nombres a las cosas para compararlas con las del resto del mundo, y nos confundimos”.


¿Es cierto que los trabajadores por cuenta propia, como se les llama, disminuyeron en el segundo semestre del año pasado?


“Sí. Aunque nos alerta, no es una gran preocupación. Se calculó que a finales del año pasado habría unos 510 000 trabajadores por cuenta propia y hay unos 496 000. Puede pasar que la suma y la resta estén a favor de quienes se han ido, pero a lo mejor se han incorporado 30 000 más. Y tal vez han salido 45 000 y el saldo son 15 000 menos. Habría que hacer un análisis de las áreas de donde salen y se incorporan los trabajadores. Lo que se observa en La Habana es que los negocios en la gastronomía crecen, especialmente los trabajadores contratados. Es que al mezclarse tantas cosas diferentes y a todas llamarlas trabajo por cuenta propia, el análisis no es muy certero. El dueño de un restaurante está entre los 496 000 trabajadores por cuenta propia, pero también lo está el trabajador asalariado de esa misma Paladar. No es lo mismo una Paladar que posee cuarenta trabajadores, que un pequeño quiosco con cuatro trabajadores y poca oferta. No es fácil hacer un análisis por los números, hay que esperar por las tendencias”.


¿Qué va a pasar en los próximos meses?


“El Estado lleva muchos años sin abrir nuevos oficios para ejercer por cuenta propia. Hay 201 actividades aprobadas desde hace unos tres años, pero hay otras muchas que debían incorporarse, varias de ellas sin necesidad de ser diseñadas. Es preferible una lista con las que el Estado no quiere aún aprobar, y dejar las demás a la iniciativa popular. A lo mejor aparece una mezcla de soldador con vendedor, no sé. Pero estar definiendo los oficios que se quieren y los que no se quieren no me parece en estos momentos muy lógico. Al principio sí, porque se trataba de manualidades, servicios. ¿Pero por qué no permitir una consultoría de abogados, una oficina de arquitectos? Ha llegado el momento de pensar en qué más se puede abrir. De otro lado, hay que llamar a las cosas por su nombre, darles el tratamiento que llevan y exigirles por lo que son. Por ejemplo, una Paladar no tiene que ser un trabajo por cuenta propia: es una microempresa. No es lógico que una Paladar pague el teléfono como lo paga una familia, o el agua. Pasados seis años del decreto ley que permitía el trabajo por cuenta propia, hay que hacer otras cosas. Hay que dar una mirada más profunda a los impuestos que se pagan en una provincia, que no tienen que ser los que se pagan en La Habana. Si hay que quitar impuestos en una zona para que determinada actividad se recupere, ¿por qué no hacerlo? Hay que focalizar los problemas”.


Si aceptaran considerar microempresa a una Paladar, esta adquiriría otros deberes, pero también tendría otros derechos. ¿Cómo sería?


“Tendrían, por ejemplo, el deber de contribuir con más impuestos, pero el derecho de acceder a mercados mayoristas. ¿Por qué no puede una Paladar comprar la cerveza donde lo hace una empresa estatal? Algo que es válido también para la propiedad cooperativa. De todos modos, están accediendo a recursos y están afectando a la población, la más perjudicada por todos lados: salarios bajos y en moneda nacional; para convertirlos en CUC tiene que pagar 25 pesos por un CUC, y con ese CUC tiene que pagar el 240 % o el 300 % de impuesto sobre el producto que va a comprar. Ese salario, ¿qué poder adquisitivo tiene? Y a eso se le va a sumar la escasez. A pesar de la carestía de los productos, no puedes comprarlos cuando quieres, porque la oferta es reducida o es acaparada por esos mismos trabajadores privados. Es que los negocios se están llevando los insumos. Siempre sufre la población. Hay que estudiar mejor el asunto de los mercados mayoristas, y si hay que hacerlos con recursos externos es preferible a que haya una escasez como la que padecemos hoy”.


O sea, ¿importar los productos para abastecer a los mercados mayoristas?


“O permitir que almacenes de compañías extranjeras establezcan oficinas en Cuba o participen en el mercado mayorista. Es incomprensible que el Estado no ofrezca mercados mayoristas ni permita que otros los faciliten. Y sé que hay que experimentar, entiendo el paso a paso, pero ya el paso a paso puede ser más rápido, puede tener otra velocidad. El Congreso del Partido fue en el 2011, y después de 5 años, muchas cosas han quedado pendientes y como consecuencia, la gente que gana poco no ha visto buenos resultados en estos cinco años, aunque ha recibido subsidios, créditos, entre otros elementos. Ya pasó la época en que se entregaban los electrodomésticos, y aunque se han dado beneficios, aún son insuficientes para la demanda. Vendes gas liberado, pero los precios todavía no son alcanzables para el salario de un jubilado, aunque es una decisión muy correcta para aquellos que sí pueden pagarlo”.


¿Cuba está en condiciones de poner mercados mayoristas de todo, es ganancia para la economía?


“Es ganancia para la economía al final. Si se ha definido el modelo, que incluye las dos formas de propiedad, no se puede enfrentar una con la otra. Si has dicho que el sector no estatal será un componente del desarrollo del país tienes que ser consecuente con eso. Lo que no puede suceder es que un restaurante estatal reciba la cerveza a menor precio que el particular. En la competencia, ese particular está amarrado y obligado a venderla a altos precios. Es una dificultad muy grande. Y desde el punto de vista del control y la fiscalidad, el mercado mayorista le permite al Estado un control de las compras, de modo que puede exigirle a la empresa a través de impuestos porque domina su nivel de operaciones. Si las compras son minoristas, y no tienes vales, se propicia una declaración de impuestos no real. El mercado mayorista, si lo haces bien, clarifica el movimiento económico del país. A lo mejor recibes más impuestos y haces las transacciones por los instrumentos de pago que existen en el resto del mundo, por ejemplo, tarjeta bancaria, cheque. En el mercado mayorista no hay efectivo”.


Según su colega Juan Triana, la actual ley de inversión extranjera es mejor que la anterior, pero aun por debajo de las de países de la región.


“La 77 era una buena ley, pero la 118 es mejor. El lado malo es la demora para la aprobación de los negocios. La ley es muy atractiva para los inversionistas, sobre todo después del inicio de relaciones con Estados Unidos. Antes era difícil para cualquier empresa transnacional que quisiera invertir en Cuba. Hemos visto mucho interés en llegar a la Isla. Es incomprensible creer que de 400 proyectos presentados en el Mariel solo hayan aprobado once, tres de ellos nacionales. Y se trata de proyectos pequeños. Univeler, la empresa holandesa de productos cosméticos, invertirá solo treinta y cinco millones. Entonces, ¿cuándo llegaremos a los 2 500 millones por año que Cuba necesita en inversión extranjera directa? Y sin inversión, este país no avanzaría a los ritmos que necesita. Inversión extranjera y producción nacional. Una empresa aprobada en el 2016 empezará a dar frutos en el 2018. Imagínate las que no están aprobadas. A ese ritmo, ¿cuándo Cuba recibirá los montos necesarios para que impacten en la vida nacional? En el próximo Congreso del Partido deben tomarse medidas importantes”.


Y si todo el mundo parece estar de acuerdo en lo que Cuba necesita para prosperar, ¿por qué este ritmo?


“Hay muchos factores, pero uno es que muchas empresas, instituciones, organismos, ministerios, a nivel de Organizaciones Superiores de Dirección Económica (OSDE) no están preparados. A veces, desde niveles altos de dirección se quiere recuperar una actividad pero en los niveles más bajos, en ocasiones, ni saben lo que significa, por ejemplo, la asociación con una empresa extranjera, porque la reciben desde arriba. Hay muchas cosas que se hacen de forma centralizada y el grupo negociador que tiene que lidiar con el extranjero no desempeña su papel. Hay que capacitar a grupos negociadores. Hay que contar también los diferentes niveles que siguen existiendo en Cuba. El grupo negociador a nivel de empresa puede lograr un acuerdo beneficioso para la entidad, pero tiene que pasar por otros niveles casi hasta el infinito y termina en la respuesta que ofrezca el último nivel.
”La Feria Internacional de La Habana fue en noviembre pasado y dos meses después aprueban una empresa. A ese ritmo de una empresa cada dos meses serán cinco por año. Quizás seis, siete, por año. Eso hay que acelerarlo. Cuba también puede estar esperando qué pasa con Estados Unidos; qué pasará en las elecciones de ese país. Hay un punto muerto. Pero yo creo que hay que acabar de aceptar con mayor celeridad los negocios que vienen. El tiempo es una variable que en Cuba se agota. Más de la mitad de la población de este país nació después de la Revolución y un gran grupo de personas nació después de 1990 y por tanto lleva más de veinticinco años de período especial. Esas personas dan por sentados algunos hechos: salud y educación, algo que fue muy, muy, muy interesante al triunfo de la Revolución, porque la mayoría no los tenía garantizados; pero quienes nacieron con esos servicios no pueden entender que no les tocarían. Quieren y tienen que ver en sus vidas otros cambios. El mundo ha sido y es muy dinámico y nosotros no podemos vivir con esta lentitud”.


¿Será incentivada este año la inversión extranjera?


“Yo creo que sí. Al menos las opiniones que estoy conociendo me indican que sí”.


Vamos hacia la agencia empleadora. ¿Es un freno para la inversión extranjera?


“Se hizo una encuesta entre los consejeros económicos de países europeos que son nuestros principales inversionistas y la pregunta que no faltaba era: ¿por qué no quitan la agencia empleadora? Aunque yo estoy en contra de la agencia, voy a defenderla un poquito. Al menos en Mariel, el obrero de allí ganará doce veces lo que gana en otros lugares. El asunto se complica cuando la parte extranjera pague en moneda dura y los trabajadores cubanos cobren en moneda nacional, a una tasa de 1 a 10. Aun así, no ganarían menos de 7 000 u 8 000 pesos mensuales. Para el actual salario promedio de 563 pesos, esa es una cifra bastante elevada. No creo que el impedimento principal para la inversión extranjera sea la agencia empleadora. Es una inconformidad que tienen los inversionistas, pero saben que el obrero cubano trabaja. Hay empresas extranjeras fuera de Mariel que pagan poco, pero tienen otros incentivos, como ambiente de trabajo, transporte, estímulos variados, y los cubanos de esas empresas prefieren trabajar allí porque cuál es la alternativa: una empresa estatal sin esos incentivos. Aun con obstáculos, sigue siendo muy atractivo trabajar para una empresa mixta con presencia extranjera o un hotel con contrato de administración. La parte extranjera aduce que le gustaría estimular directamente a los trabajadores para que sean más productivos. Y eso es cierto”.


¿Y para qué es la agencia empleadora?


“Se supone que para proteger al trabajador cubano, a quien pueda ofrecerle empleo, seguridad social, en caso de que la empresa extranjera lo despida. En el inicio del proceso de inversión extranjera, la agencia empleadora tenía su utilidad, pero ahora no se justifica. El Estado puede recibir dinero vía contratación indirecta, a través de los impuestos. Permitir que el trabajador reciba los mil dólares que le podría pagar la empresa extranjera y cobrarle un impuesto determinado. Y no hay necesidad de una agencia empleadora. Y el trabajador puede comprarse su seguro para el trabajo mediante una agencia de seguros. Pueden ir creándose los mecanismos de la forma en que funciona el mundo. Cuba tiene que llegar a ser un país con más normalidad”.


¿Y los inversionistas no aducen como gran obstáculo no poder contratar directamente a sus trabajadores y aceptar los que les coloca la agencia empleadora?


“En el pasado, el inversionista pedía un ingeniero eléctrico y se lo enviaban. Si lo pide ahora, la agencia empleadora debe entregar un listado con los nombres y currículos de todos los ingenieros eléctricos disponibles para que la empresa extranjera seleccione el que desee. Entonces la que decide, en última instancia, es la empresa extranjera”.


¿Los impuestos deben traducirse en mejoras para los municipios y provincias?


“A veces hay la percepción de que los impuestos de las personas naturales ayudan mucho al presupuesto. Hasta el 2015, los impuestos de los trabajadores no estatales aportaban solo el 4 % del presupuesto nacional. En el 2016 puede llegar a sobrepasar el 8 %. El 96 % lo aportan las empresas estatales, sus utilidades, etc. Por mucho que aporten las cafeterías, restaurantes, entre otros, no pueden pagar salarios de maestros, médicos, entrenadores deportivos, las Fuerzas Armadas, el Ministerio del Interior, es decir el sector presupuestado. Es el gran problema de Cuba: la mayor parte del empleo cubano está en unidades presupuestadas. El 67 % del empleo está en actividades sociales, que no generan bienes, y son personas que consumen. De los alrededor de 500 000 trabajadores por cuenta propia de que hablamos ahorita, muy pocos pagan impuestos altos. Porque alguien que tenga una mesetica, como es común en el resto del país –voy a recordar que Cuba no es La Habana– que vende un refresco ahora, otro media hora después y algún que otro dulce, no tiene un gran negocio. Eso no es un negocio. No estamos hablando de Paladares de éxito de La Habana y de otras regiones del país. Cuba está aún en actividades de poco valor. No impactan mucho. Lo que impacta es la gente que fuma y bebe alcohol. Entre las principales fuentes de ingresos al presupuesto siguen estando los impuestos de circulación a cigarros y bebidas alcohólicas. Hay que abrir más negocios productivos. Nuestro país gasta el 50 % de su presupuesto en educación y salud. Ve a una provincia o municipio fuera de La Habana y pregunta cuántas actividades productivas hay, con respecto a las presupuestadas. ¿La actividad productiva de ese municipio paga los salarios de todas esas instituciones? La única ciudad y a la vez provincia superavitaria del país es La Habana. El resto de las provincias son deficitarias.
”Hay muchos municipios que ya se apropian de impuestos locales, pero aún hay obstáculos para ejecutar debido a que a veces no aparecen en plan, o por los pobres insumos y las importaciones. Están mejor que antes, pero no han resuelto el problema. Un gobierno municipal todavía no tiene la fuerza necesaria para gastar el dinero en el municipio. Tiene que planificarlo, y todo es un tormento”.


¿Es cierto que hay un rechazo de los trabajadores de la gastronomía estatal a pasar a formas cooperativas de propiedad?


“No lo creo. Muchas de esas empresas que dicen llamarse estatales son cooperativas. Se mantienen porque los propios trabajadores compran sus insumos, manteles, servilletas y otras cosas. ¿Y por qué lo hacen? Porque seguramente están beneficiados de los insumos que les da el Estado. Lo que pasa es que no hay experiencia en el mundo de que el Estado sea el encargado de las cafeterías y restaurantes. No debe existir un país con restaurantes estatales. El modelo nuestro es único, el Estado les da los insumos a bajísimos precios y luego van a parar muchas veces a las cafeterías y restaurantes privados porque les da más resultado. Por eso siempre hay faltantes en las empresas de comercio y gastronomía, al menos de La Habana. El Estado debió quitarse eso de encima hace muchos años. No significa que toda la gastronomía estatal sea mala. Usted va al Carmelo, a La Roca, y funcionan como cooperativas, pero los que sirven se relacionan directamente con los beneficios”.


La relación con Estados Unidos. ¿Cómo debe aprovecharla Cuba?


“Entiendo la decisión cubana de ir con lentitud en las relaciones con Estados Unidos. Pero eso no significa que actúe como si estuviera paralizada. Estados Unidos ha hecho algunos cambios. Cosméticos, pero los ha hecho: uno es comprarle al trabajador privado. Pero el Estado no le permite al trabajador exportar. Varias compañías de ferry y cruceros estadounidenses han sido aprobadas para operar en Cuba y Cuba no ha respondido, o ha sido lento en responder. Los dos países han firmado acuerdos muy útiles, sobre medio ambiente, drogas, aviación civil, correo directo, etc., pero en el tema económico, yo sería más reactivo, y aprobaría las empresas norteamericanas que nos convengan en El Mariel y vería cuál es la respuesta del gobierno norteamericano”.


¿No aprobaron una de tractores?


“Sí, pero es una empresa pequeña. Cuba debería aprobar todas las que vengan interesadas en El Mariel. Y el problema entonces quedaría del lado de allá. Y de esa forma se irían aprovechando los espacios del mejor modo posible. Porque las inversiones, en la práctica, están viniendo a Cuba, pero por vía personal. Mucho del equipamiento de esos paladares, cafeterías, negocios de informática, talleres de reparación de computadoras, viene de Estados Unidos, son préstamos de allí”.


Pero mediante las familias, ¿no?


“Sí, pero llegan y están dando servicio y nadie puede negar que se están remitiendo al exterior. Y en esos negocios puedes pagar en divisas y a lo mejor viene un turista y le cambian los dólares, que luego no llegan al Estado. Entonces, el Estado tiene que cambiar y no puede seguir propiciando que la gente vaya a comprar a Panamá, a Estados Unidos, a Ecuador. Ha puesto miles de restricciones pero sigue sucediendo. Porque los impuestos del Estado son tan altos, que cualquier cosa que se traiga de otro país da negocio. Insisto una vez más: hay que trabajar en modificar los altos impuestos que tienen los productos, desde el 240 %, el 300 %. Hay que ser más competitivo”.


¿Tiene usted idea de cómo será el futuro inmediato?


“Este año y el próximo deben ser trascendentales. Estados Unidos puede hacer más cosas, pero nosotros podemos utilizar mejor algunas oportunidades. Eso me parece cuando leo que Google se ofreció a poner Internet. O al menos no hay la información que necesita este pueblo para saber por dónde van las cosas. Hay algunas que hay que mantener en perfil bajo, pero otras que la gente tiene que conocer, al menos para tener tranquilidad. Pero si no se nos dice nada y vemos entonces el tomate a 20 pesos la libra y la malanga a 15, se crea la incertidumbre. Una libra de tomates no puede valer lo que gana un obrero en un día de trabajo. No puedo llegar a mi casa con cinco tomates y decirle a mi familia: este es mi salario de un dia. Ese país no avanza”.


¿Qué le parece el tratamiento de nuestra prensa del tema económico?


“Es muy deficiente todavía. Sin embargo, es mucho mejor que el de hace cinco años. Ya la prensa toca temas profundos. Pero los mejores trabajos no los veo en la prensa oficial. Son de periodistas que trabajan en la prensa oficial y los publican en otros medios. En OnCuba, Palabra Nueva, Cuba Contemporánea, etc. ¿Por qué tiene que ser así? La Televisión ha avanzado algo, pero en pocas personas, por ejemplo, los programas en los que participa Thalía. Sus trabajos son interesantes, golpean la médula. Pero la prensa, en general, se queda ahí. Por eso la gente, al referirse a la Asamblea Nacional, cree que el año que viene va a ser lo mismo. La prensa cubana tiene que ponerse a tono con los tiempos que estamos viviendo, que no son los de hace unos años. Muchas de las noticias nos llegan por corresponsales extranjeros que radican en Cuba, por los blogs, publicaciones extranjeras, cuyos contenidos generalmente son positivos hacia Cuba, aunque en ocasiones muy críticos”.


¿Cómo define la economía cubana?


“Es muy difícil definirla. Sigue siendo la asignatura pendiente del país. Se ha sostenido en una gran parte con recursos externos, es muy cambiante, con elevada centralización, y cuando aparecen recursos externos de forma masiva hay una recentralización. En la medida que se descentraliza, la economía crece más. Tuve la oportunidad de realizar un trabajo sobre la economía cubana en los últimos cincuenta años, analizada por cada etapa, y así es realmente. La economía es el pollo del arroz con pollo de este país. Las mayores insatisfacciones de Cuba terminan en ella. Cada vez que un cubano se va de la Isla, habla de la economía. Cuando llega a su destino casi siempre habla en términos económicos. Pero en Cuba siempre ha tenido un sesgo muy político, en muy pocos períodos se ha podido hacer economía. Sé perfectamente que toda medida económica tiene alcance político, afecta a unos y a otros no, pero hemos sido abanderados en eso. Cualquier decisión económica va antecedida por una pregunta: ¿y qué pasará? Y uno de los errores que hubo aquí durante mucho tiempo fue la fobia al mercado, visto siempre como capitalismo, y son dos cosas diferentes. En el feudalismo hubo mercado. Y si hay un ejemplo que ha demostrado el laboratorio que nosotros anhelamos es Vietnam: un país con un Partido único, donde el Comité Central se reúne, el Congreso de su Partido es crítico, hay renovación de cuadros, pero con una economía que es ejemplo en Asia. Vietnam exporta hasta automóviles. Algo inconcebible hace algunos años: le está comprando armamento a Estados Unidos. ¿Quién iba a pensar eso? Estados Unidos le vende armamento por primera vez a un país comunista. Los vietnamitas han sido pragmáticos. Y nadie puede decir que no tienen control del país. Hay un Estado fuerte, que ha dejado, en el área económica, que las fuerzas del mercado avancen. Y también invierten en salud y educación. Tienen programas sociales sólidos. Y no abandonan las ideas socialistas. Para ellos sigue siendo importante el Congreso del Partido”.


¿Y el pueblo es próspero?


“La prosperidad es diaria. Vietnam es uno de los principales exportadores de productos agrícolas del mundo. Y un gran productor de café, cacao, pimienta, té. Y es un país que fue arrasado, que recibió más bombas que todas las de la Segunda Guerra Mundial”.


¿Se atreve a calcular para cuándo los cubanos podremos ser prósperos, vivir de nuestro trabajo?


“En no menos de cinco años. Nosotros tendremos un proceso extraordinario en estos dos próximos años, hasta se plantea un cambio en la presidencia del país. En este período habrá un nuevo Congreso del Partido, que debe analizar la conceptualización del modelo cubano. Hay que esperar a ver qué contiene ese modelo. Y veremos la estrategia hasta el 2030, que será aprobada también durante el Congreso. Se ha planteado que habrá una nueva ley electoral, se supone que los parlamentarios sean entonces profesionales, con una sede fija, menos de los que son hoy, que no sean juez y parte, porque tú no debes ser ministro y diputado. Hay además planteado que se trabaja en una nueva Constitución que se está estudiando, porque muchas de las cosas que se están aplicando se contradicen en la Constitución actual.


”Raúl ha demostrado cosas. En los últimos siete años autorizó muchas cosas que estaban prohibidas, tiene el mérito de haber normalizado las relaciones diplomáticas con Estados Unidos e iniciado el proceso de normalización total. Eso demuestra que es pragmático. Entonces, vamos a esperar qué sucede en estos dos años, cuando él vea que, a pesar de todo lo que se ha hecho, aún es insuficiente la producción nacional, y el cubano espera la macroeconomía reflejada en su bienestar individual”.

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