viernes, 18 de marzo de 2016

¿Qué puede hacer Cuba?








En estos días en los que Cuba se prepara para recibir la visita del presidente de los Estados Unidos Barack Obama, nuestro Catalejo inicia la publicación de una serie de artículos de varios especialistas estadounidenses, cubanos y latinoamericanos en torno a las circunstancias en que esta tiene lugar, así como su significación en el contexto actual de la política norteamericana, la realidad interna cubana y el ámbito hemisférico. El artículo que presentamos a continuación es el primero de ellos.


Cuba ha reconocido que el Presidente Barack Obama ha adoptado medidas positivas para modificar algunos aspectos del bloqueo y que altos funcionarios de su gobierno han dicho que otras están en estudio. “Sin embargo, no ha sido posible implementar una buena parte de las medidas, por su alcance limitado, por la persistencia de otras regulaciones y por los efectos intimidatorios del bloqueo en su conjunto…”[1]


El gobierno de Estados Unidos anunció en tres ocasiones desde el 17 de diciembre de 2014 (17D) —enero y septiembre de 2015 y enero de 2016— medidas de flexibilización del bloqueo a Cuba en materia de viajes, comercio, operación de empresas estadunidenses, así como la eliminación de límites a determinados tipos de remesas de dinero.


Sin renunciar a nuestros ideales ni claudicar en nuestros principios, ni dejarnos presionar en nuestros asuntos internos, como señalara el General de Ejército Raúl Castro, los tres conjuntos de medidas decretadas por el gobierno de los Estados Unidos abren posibilidades de intercambios que, independientemente de sus intenciones, pueden ser provechosos para Cuba.



¿Qué puede hacer Cuba para aprovechar las medidas en beneficio propio?


Una de las intenciones principales de las nuevas medidas fue facilitar la expansión del turismo estadounidense a Cuba a partir de las 12 categorías de viajeros que su gobierno autoriza. En 2015 arribaron 453 925 viajeros, colocando a Estados Unidos como el segundo emisor de visitantes a Cuba, después de Canadá.


Desde 1980 Cuba recibe visitas de norteamericanos de origen cubano a sus familiares pero las medidas de Obama han facilitado su aumento y diversidad —en 2015 alcanzaron la cifra de 292 692—. En tanto exista el interés de enriquecer las relaciones del país con su emigración y aprovechar su desarrollo en tierras extranjeras en bien el país, el gobierno cubano podría promover actividades y planes turísticos dirigidos a unir las familias; así como a jóvenes de origen cubano, con productos como  los campamentos de verano, cursos de español e historia y actividades deportivas; impulsar actividades en las localidades que atraigan a los oriundos de estas y fomenten la identidad nacional y local; propiciar la contribución de técnicos y profesionales a sus antiguos lugares de trabajo y estudio, incluyendo la posibilidad de retorno y reinserción para los que lo deseen; facilitar el retiro en Cuba de ancianos de origen cubano ofreciéndoles servicios especializados como casas de vida asistida —que pueden ser gestionadas por cooperativas o privados— y seguros médicos o tarifas preferenciales para hacer uso de la salud pública cubana, sin tener que extenderles el acceso gratuito de que gozan los residentes.


En cuanto a viajeros estadounidenses que desean realizar actividades comerciales en Cuba, para efectuar gestiones oficiales estos deben entrar con visa de negocio: sin ella no pueden ingresar a una oficina o instalación del Estado o ser recibidos por nuestros funcionarios. Pero para gestionar una visa de negocio la debe solicitar un organismo del Estado a favor del extranjero, por tanto, se produce un círculo vicioso que limita grandemente los contactos iniciales y exploraciones potencialmente positivos para ambas partes. El gobierno debiera facilitar estos encuentros flexibilizando las normas y prácticas, utilizando, por ejemplo, la Cámara de Comercio como espacio de encuentro y exposición, y puerta de entrada a los organismos y empresas, algo así como lo hace el Centro de Prensa Internacional para los periodistas.


El cuello de botella que se está produciendo con el aumento de visitantes norteamericanos sin vínculos familiares – 161 233 en 2015 – se debe en parte a que solo tres agencias receptoras —Amistur (ICAP), Havanatur (MINTUR) y San Cristóbal (OHCH)— están autorizadas a recibir grupos norteamericanos. El MINTUR debiera permitir que todas las agencias nacionales y extranjeras autorizadas en Cuba gestionen servicios turísticos para viajeros norteamericanos, de la misma manera que lo hacen con las otras nacionalidades.


Otro conjunto de medidas está dirigido a ampliar las actividades educativas que se realizan desde los Estados Unidos en Cuba. Este es un campo en el que el sector no estatal pudiera complementar al Estado, organizando y brindando actividades educativas al turismo proveniente de ese y otros países, en áreas como la enseñanza del idioma, cultura —danza, música, teatro, artes, cine— deportes y ecoturismo. En interés de facilitar la gestión de turismo educativo de proveedores no estatales y comunitarios, el Estado pudiera ofrecer espacios en ferias y convenciones, permitir su inclusión dentro de los canales actuales de promoción turística y abrir la posibilidad de crear redes nacionales de comercialización que combinen servicios estatales y no estatales  —hospedaje, alimentación, excursiones y actividades educativas.


Las regulaciones de Obama han ampliado las posibilidades de enviar remesas y donativos por parte de nacionales de Estados Unidos, de origen cubano o no. Mucho se puede hacer para aprovechar el espacio creado en aras de aumentar su monto y ampliar sus beneficios más allá de los familiares directos de los que las envían.


Se puede comenzar por una mayor transparencia en los datos y la información que permita a los investigadores, estudiosos y periodistas analizar los flujos de remesas y donativos, su impacto y potencialidades. Igualmente, valdría reconocer el papel múltiple de las remesas, como aporte al consumo familiar, a la construcción y reparación de viviendas  —contribuyendo al auge de la industria de la construcción— y como capital de inversión privada.


Es conveniente ver en las remesas y en los proyectos “humanitarios” un potencial de apoyo social y comunitario, por ejemplo, creando fondos para el fomento de proyectos y actividades en localidades e instituciones a los que pueden aportar los oriundos de allí. Igual se presta para antiguos alumnos de escuelas y universidades, trabajadores de determinados centros, fanáticos de clubes deportivos, etcétera.


Merece consideración la posibilidad de propiciar proyectos sociales financiados por donaciones privadas norteamericanas. El proceso de aprobación de donaciones y proyectos en Cuba, vengan de donde vengan, sean de instituciones o individuos, es sumamente burocrático y engorroso, como atestiguan tanto donantes como beneficiarios. Frecuentemente vemos a extranjeros que desean hacer un aporte monetario a una institución o proyecto civil que visitan y se ven imposibilitados de hacerlo por las regulaciones de control que en la práctica resultan disuasivas. La mejor respuesta del gobierno cubano al auge de la colaboración internacional de fuentes privadas norteamericanas con contrapartes cubanas que puede suceder como resultado de estas medidas, es que haga más ágil y eficiente el proceso de aprobación y gestión para todos.


Se deben aprovechar proactivamente, en función del desarrollo local, las oportunidades que han abierto las nuevas regulaciones del gobierno de los Estados Unidos para generar proyectos de preservación del patrimonio, al utilizar mecanismos como la Red de ciudades patrimoniales, agrupaciones de descendientes de la localidad, hermanamientos de ciudades, grupos de aficionados a la historia, arquitectura, antigüedades, etcétera, para este fin.


En otra categoría están las medidas dirigidas a fomentar las relaciones entre la sociedad civil norteamericana y la de Cuba. Si nos atrevemos a ver esto como oportunidad y no como amenaza, puede traer dividendos políticos —por el conocimiento positivo de la realidad cubana que se difundiría directa e indirectamente en los Estados Unidos— económicos y sociales  —por los recursos que se puedan ingresar mediante estos contactos y actividades.


Igualmente, constituye una oportunidad permitir una gestión descentralizada por parte de las organizaciones de la sociedad civil cubana y los gobiernos locales en cuanto a gestionar proyectos humanitarios y actividades de fundaciones y ONGs, siempre que el origen de los fondos sea privado. El Estado puede facilitar plataformas de encuentros entre organizaciones civiles de cada país, por rama: educativas, medioambientales, deportivas, cultuales, religiosas, juveniles, comunitarias, de género, etcétera; y aprovechar la posibilidad que abren las regulaciones de enero 2016 de considerar solicitudes de exportación de productos norteamericanos a ONGs cubanas.


En cuanto a las relaciones comerciales, las regulaciones del gobierno estadounidense orientadas a autorizar una expansión de exportaciones e importaciones de productos y servicios pudieran aprovecharse mucho más en función de la economía cubana, en particular de sus consumidores y productores no estatales. Dichas regulaciones pretenden privilegiar al sector privado en los sectores de la construcción, agricultura, pequeña industria y servicios. Las cooperativas, que para Cuba son parte de la economía social, a los efectos del gobierno norteamericano son “negocios privados”, por lo cual estarían incluidas.


El Estado cubano pudiera responder positivamente a estas oportunidades creando mecanismos para la importación y venta mayorista y minorista de los productos y servicios recién autorizados, sin que pierda control, estableciendo, por ejemplo, una importadora/exportadora especializada, una zona franca donde se pueden comercializar, mecanismos financieros que faciliten créditos a los compradores, etcétera.


De igual manera, pudieran fomentarse las exportaciones de bienes y servicios a los estados Unidos producidos por el sector no estatal y su acceso a tecnologías y mercados, que generen ingresos para el país.


Una oportunidad particular que se está desaprovechando es la exportación de software y aplicaciones producidas en Cuba por informáticos cubanos, por carecer de respaldo del Estado. Este pudiera propiciar los contactos, plataformas y mecanismos comerciales descentralizados que permitan la exportación de servicios informáticos por parte de privados y cooperativas —aún en fase de aprobación— en especial a Estados Unidos, y el cobro de ingresos e impuestos por estas exportaciones. Entre otros beneficios estaría el de retener a cientos si no miles de informáticos que están emigrando por falta de empleos suficientemente remunerados y oportunidades en el país.


A menudo los visitantes norteamericanos dicen que no pueden aprovechar el límite máximo de $400 USD de importaciones de Cuba porque, más allá de los $100 permitidos de alcohol y tabaco, no tienen qué comprar. El Estado, a través de instituciones como el Fondo de Bienes Culturales, la Asociación de Artesanos y Artistas, las Industrias Locales, así como las agencias turísticas y gobiernos locales, pudieran hacer mucho más por promover las producciones artísticas y artesanales de calidad, dirigidas a un turismo de mayor nivel que el que acude a las ferias y mercados callejeros. Ejemplos hay en instituciones como FONACULT en México.


Poco o nada se ha comentado públicamente de la nueva regulación (enero 2016) que permite excepciones “caso a caso” de exportaciones de EU a empresas y otros organismos estatales para la provisión no lucrativa de bienes y servicios en beneficio de la población, por ejemplo, para la producción agropecuaria; creación artística, cultural y patrimonial; educación; producción de alimentos; prevención y manejo de desastres; salud pública y saneamiento; construcción y renovación de viviendas; transporte público; potabilización de agua; suministro de electricidad y otras energías; deporte y recreación; y otras infraestructuras; y exportaciones de productos para el consumo de la población. Esto pudiera aprovecharse para disminuir costos de importación de productos actualmente adquiridos en otros mercados y, combinado con una promoción activa de donativos, aumentar la provisión total de estos bienes y servicios destinados a la población.


Las regulaciones de enero 2016 permiten transacciones relacionadas directamente con producciones profesionales audiovisuales y artísticas norteamericanas en Cuba, dentro de las que también se cuentan filmaciones y producciones de programas de televisión y cine, y productos musicales y artísticos. Esto incluye la posibilidad de contratación de personal cubano y pago de derechos y servicios. Entidades como el ICAIC, RTV Comercial y la Asociación de Productores Audiovisuales pudieran aprovechar esta oportunidad para convertir a Cuba en una atractiva locación para estas producciones, compitiendo favorablemente con otros escenarios como Puerto Rico y República Dominicana, entre otros motivos, por la presencia de competentes profesionales y técnicos audiovisuales y de experimentadas productoras estatales e independientes. Esto se puede combinar con la posibilidad de importar equipos y materiales de uso en dichas producciones, lo cual aumentaría el stock y mejoraría la tecnología existente en el país. En estas circunstancias se pudiera incluso pensar en coproducciones con EU como se hace con otros países.


La actualización del modelo económico cubano comenzó mucho antes de que se iniciara el proceso de normalización de relaciones con Estados Unidos. La aprobación de los Lineamientos (2011) relanzó al socialismo cubano sobre nuevas bases. Estos incluyen: “Reconocer y promover el desarrollo de fórmulas no estatales de gestión de la propiedad, y diferentes actores en la economía; Otorgar el papel preponderante a la empresa estatal socialista, fuerte y bien organizada […]. Ampliar el ejercicio del trabajo por cuenta propia y su utilización como una alternativa más de empleo que contribuya a elevar la oferta de bienes y servicios.” [2]


Aprovechar las medidas de flexibilización del bloqueo a Cuba promulgadas por el gobierno de Obama en función de los objetivos trazados por el Partido y la Revolución, para incrementar la eficiencia económica, los ingresos y el desarrollo, es otra expresión de independencia y soberanía nacionales, de fortaleza y de creatividad.










[1] Granma, Editorial, 9 marzo 2016.



[2] Partido Comunista de Cuba (2011) Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución










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