Tania Chappi Docurro
Lugar: Centro Cultural Fresa y Chocolate. ICAIC.
Colmada se hallaba la Sala Fresa y Chocolate, del ICAIC, mucho antes de iniciarse el encuentro. Junto a habituales participantes se sentaban, o permanecían de pie al fondo del local, personas atraídas específicamente por una cuestión no ventilada, salvo raras excepciones, en los contextos formales de discusión pública que existen en la Isla.
A la derecha de Rafael Hernández, director de la publicación y moderador de UJ, tomaron asiento Andry Matilla, presidente de la Sociedad Cubana de Derecho Constitucional y Administrativo; Roberto Conde, secretario organizador del Buró Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC); y Daniel Rafuls, profesor de la asignatura Teoría socio-política, en la Facultad de Filosofía e Historia de la UH, quien ha investigado sobre la participación ciudadana en esos ámbitos.
Tras la pregunta inicial del moderador, tendiente a definir la categoría sistema político y a precisar su relación con las de gobierno y Estado, los ponentes coincidieron en varios puntos. Intentaré resumirlos: dicho sistema es un complejo organizado de elementos que precisan funcionar en unidad y se relacionan con el acceso, la influencia y el ejercicio del poder.Constituye el conjunto de instituciones estatales y no estatales, normas de proceder y reglas articuladas alrededor del Estado, que ostentan un ordenamiento específico dentro del punto de vista jurídico.Se sustenta en el condicionamiento que genera una base económica concreta, de la cual se derivan valoraciones políticas y culturales en sentido general.
Ocuparon esta vez la mesa de expertos, de izquierda a derecha, Daniel Rafuls, Roberto Conde, Andry Matilla y, como moderador, Rafael Hernández. Foto Karel Pérez Alejo/Temas.
El Estado –recalcaron- es el elemento fundamental del sistema político, la organización de ese poder y el que cuenta conlos medios para desplegar su capacidad. No se puede identificar Estado con gobierno, que es solo una parte dentro del primero, organizada y pequeña en alcance, pero responsable de la conducción política de la comunidad.
Cada sistema político conlleva maneras específicas de expresarse, por ejemplo: dentro del capitalismo no es lo mismo el adoptado en Francia que el de los Estados Unidos; muestran fórmulas diferentes de articular las demandas ciudadanas.
Una precisión aportó Andry Matilla: todo sistema político goza, además, de connotación social y trascendencia cultural, histórica, jurídica. Roberto Conde enunció que el Estado es usado por la clase dominante instaurada en el gobierno; y que los mencionados sistemas necesitan apellidos, para poder identificar sus características y fines. “El nuestro es socialista, genuino, se ha construido como parte de la rica historia y tradiciones de lucha del pueblo cubano y de la formación de la nación; tiene en cuenta la idiosincrasia, la identidad nacional, los mejores valores culturales y humanos de nuestra sociedad”. A él pertenecen organizaciones políticas y de masas; también algunas asociaciones que comparten el poder integradas en las diferentes formas asociativas cubanas.
Foto: Karel Pérez Alejo/Temas.
Daniel Rafuls aludió a la génesis del término: no fue inventado por el marxismo, empezó a divulgarse a partir de 1953, cuando David Easton publicó un libro titulado The Political System. La finalidad de los politólogos era explicar lastransformaciones de los contextos políticos de diversos países en las realidades emergentes con posterioridad a la Segunda guerra mundial; llegaron a la conclusión de que su forma de evolucionar“ rebasaba las directivas y el funcionamiento de las estructuras del Estado (ministerios, instituciones militares, leyes)”, porque se enlazaba también con otros elementos de la vida social, como las personas y las organizaciones, las cuales actúan en un sistema donde rigen legislaciones, tradiciones y costumbres, muy interrelacionadas con la cultura y desarrollo de cada territorio. “Aunque se suele hablar de organismos no vinculados al sistema político, es muy difícil encontrar uno, e incluso a personas concretas, que de alguna manera no estén insertados en él”, pues en determinada medida su estilo de actuar y pensar refleja las características del sistema político al que corresponden. “Entrando en el desenvolvimiento de la sociedad cubana, al sistema político no solo pertenecen entidades que ponderan la defensa y eternización del socialismo, sino también instituciones que lo cuestionan”. Al decir de Rafuls, todo sistema político encierra en sí aristas positivas y negativas, en dependencia de la función que cumpla en cada momento histórico predominarán unas u otras; digamos, para ejemplificar, que el capitalismo –justamente criticado hoy- fue revolucionario y mejor en comparación con el régimen esclavista y el feudal.
Nuevas consideraciones de Rafael Hernández instaron a asumir con espíritu reflexivo lo escuchado hasta el momento: las iglesias –al menos en la generalidad de las naciones- no fijan el devenir del sistema político, mas a veces se comportan como actores de la política; los movimientos religiosos suelen poseer un conjunto de conductas y valores asociados con algún tipo de corriente ideológica que tiene una expresión política. Asimismo, las organizaciones cuyo objetivo consiste en defender los intereses de los campesinos y otros grupos frente al poder estatal se insertan en el sistema político. Las miles de personas que conforman la base del PCC y de la UJC, ¿se hallarán más cerca de la sociedad civil o del Estado? Luego formuló la tradicional segunda pregunta de Último Jueves: ¿Cuáles problemas afectan el funcionamiento adecuado del sistema político, o sea, del considerado más representativo, democrático yeficaz; específicamente en el caso cubano?
Conflictos universales y propios
“Rafael remite a dos planos esenciales, uno más abstracto y otro concreto. Como fenómeno general, los problemas pueden ser disímiles. Una gran problemática es la ordenación de ese sistema, cómo está organizado y a quién sirve. Hay una frase de Bertolt Bretcht que para mí es provocadora: ‘El poder proviene del pueblo, ¿pero a dónde va?’ El poder es medio, no fin; y los males de un medio son sobre todo los de las manos que lo pulsan. El primer error de todo sistema político es desvincularse de su destinatario, que es el ciudadano, este no un ente pasivo, sino un elemento fundamental”, opinó Andry Matilla.
Y en esa misma línea de pensamiento abundó: “Explicar que el poder es un mecanismo de dominación de una clase sobre otra es válido, pero resulta necesario ir más allá”; con independencia de las contradicciones ideológicas y de clases, no se trata de un mero ejercicio de imposición. “León DUGUIT, el más socialista, aunque no marxista, de los autores del Derecho Público francés, sostenía: el Estado no se debe entender solo como una persona o entidad que se impone sobre las demás, sino ante todo como una cooperativa de servicio público, un grupo de hombres cuya finalidad es servir a la colectividad desde la posición que ocupan”.
Foto: Karel Pérez Alejo/Temas.
Otro perjuicio comienza cuando tanto quienes adquieren un puesto protagónico en el sistema político, como los receptores de ese poder, no conocen las reglas de funcionamiento y no saben hasta dónde están involucrados.
Según el parecer de Roberto Conde, el sistema político cubano consta de varios componentes estrechamente interrelacionados; cuando uno de ellos padece afectaciones, se resquebraja el conjunto. En la Isla los problemas fundamentales derivan del formalismo, la burocracia, la demagogia en determinados lugares, los métodos y estilos utilizados, la manera de vincularse con las masas y de representar sus intereses, de llevar hasta el final las preocupaciones de la población. “Cuando hablo del poder político no me refiero solamente al gobierno, hay una responsabilidad de todos los factores que integran el sistema; sería una responsabilidad colectiva, pero también individual de cada uno de los miembros”, acotó.
Existen elementos básicos en la conformación, diseño y funcionamiento de cualquier sistema político, el primero es cómo se arriba a él. Las vías usadas por los venezolanos, ecuatorianos, bolivianos, brasileños, argentinos, para llegar a esos que intentaron rediseñar, a partir de estructuras capitalistas, democráticas y liberales, no ha sido nuestro punto de partida. En América Latina proliferan durante los últimos meses atentados directos contra el avance de los nuevos proyectos políticos. Nosotros rompimos con todo lo que pudiera significar un enemigo interno, y en ese sentido nos fue más fácil iniciar la construcción de otro sistema. Sin embargo, este puede estar abocado al peligro de repetir la experiencia de la URSS y el resto de los países socialistas europeos, donde el socialismo no solo se hizo explotar desde afuera, sino que implotó. “La relación con los norteamericanos puede tener una influencia tremenda. No es que van a venir, ya están aquí”, discurrió Daniel Rafuls.
Foto: Karel Pérez Alejo/Temas.
Simultáneamente con la forma de organizar el sistema político desde el punto de vista jurídico, actúa otro factor medular: el nivel de desarrollo económico, social y cultural de ese Estado, para llevar adelante sus objetivos estratégicos, prosiguió el disertante. Sobre tales condicionamientos se pueden explicar los aspectos positivos y negativos de la Revolución cubana. Al mismo tiempo, cualquier “proyecto que intente desmontar las estructuras liberales clásicas del capitalismo debe tener como centro al hombre, lo cual implica escuchar sus deseos, hacerlo partícipe de las decisiones; eso ha sido una carencia de cuantos han intentado abandonar el sistema capitalista, incluida Cuba”.
Debate al rojo vivo
A estas alturas no era yo la única que tomaba notas, varias personas lo hacían, algunas quizás con el objetivo de provecharlas como punto de partida para su intervención ante el micrófono. Porque la mayoría de quienes asisten con frecuencia a UJ se han habituado a no improvisar, a esgrimir sus criterios de la manera más coherente posible, a dialogar, polemizar con respeto y reflexionar. Esta vez el primero en interpelar al panel se contentó con una escueta interrogante: ¿Puede existir un sistema político sin Estado y sin gobierno?
Un investigador social tocó particularidades luego reiteradas desde el auditorio: “En la Constitución se plantea que el soberano es el pueblo, sin embargo, en el Artículo 5 se dice que el Partido es el que orienta, organiza, dirige, todos los sectores de la sociedad, ¿no hay una contradicción?” Él y otras personas pusieron como ejemplo de las atribuciones del PCC el que intervenga a la hora de proponer quién dirige la Central de Trabajadores de Cuba (CTC); y detente en los municipios y provincias, mediante los correspondientes secretarios y primeros secretarios, una autoridad mayor que la de los presidentes de la Asamblea del Poder Popular en esos niveles.
El desempeño interno de este último organismo motivó varios parlamentos. “¿Qué tipo de control ejercemos los ciudadanos cubanos en el gobierno a nivel municipal, provincial y nacional? ¿Qué función proactiva hace la población cuando las rendiciones de cuentas se han convertido en espacios inertes donde no interesa participar porque no se resuelve nada? ¿Por qué la Asamblea Nacional solo se reúne pocos días al año y no se implementa una verdadera contrapartida, surgida de investigaciones previas, a las informaciones de los ministros?, fueron algunos de los cuestionamientos.
Entre las preocupaciones expuestas aparece el peligro de que la sociedad cubana se despolitice; además, según una encuesta aplicada por una joven profesora a universitarios de 20 a 28 años de edad, parte considerable de los interpelados estima “que su proyecto de vida no se encuentra en el país, sino fuera”. En Fresa y Chocolate la docente sondeó a los expertos: “¿Tendrá esta crisis raíces en limitaciones del funcionamiento de nuestro sistema político?” Un juez retirado pidió criterios sobre cómo garantizar la legitimación de ese sistema, pues si bien por la forma en que nació ha tenido durante décadas un “consenso de amplio registro”, ahora “las nuevas generaciones plantean exigencias que incluyen transformaciones económicas y sociales”.
Los participantes abogaron por la “renovación de las relaciones ciudadanas para compartir espacios de toma de decisiones y trazar escenarios futuros”; por elevar la participación, la democracia y la autogestión; por una discusión pública sobre el sistema político cubano, previa al 7º Congreso del Partido.
Foto: Karel Pérez Alejo/Temas.
Para una segunda ronda quedó otra media docena de personas interesadas en hacer uso de la palabra. El micrófono retornó a los integrantes del panel, quienes concordaron en que no puede haber un sistema político sin Estado y sin gobierno. De no existir ambos reinaría la anarquía, el cuerpo social no podría ser conducido ni organizarse adecuadamente procesos básicos, como impartir justicia, proteger la vida y los intereses de los ciudadanos, brindar educación, cultura y salud pública. Andry Matilla aprovechó la ocasión para aclarar un aspecto recurrente en numerosos análisis realizados en el país durante años recientes: “No podemos confundir gobierno con administración, incluso nuestra Constitución no lo hace, lo que dice es que el Consejo de Ministros es el máximo órgano ejecutivo y administrativo y gobierno, a un fenómeno le da dos condiciones”.
Durante su siguiente argumentación, Roberto Conde recalcó que el PCC “encuentra su base en el Partido Revolucionario Cubano, creado por José Martí para unir a los veteranos, en función de llevar adelante la guerra de independencia”; y que representa los interesesde todos los sectores de la sociedad, incluso de los no militantes. Ciertamente “hay un nivel de consulta para conocer la opinión” del Partido acerca de quién posee las mejores condiciones para dirigir una entidad como la CTC; no obstante, “la elección es el resultado de la voluntad de los reunidos en un congreso, pleno o consejo”; si los allí presentes –designados por los trabajadores- no votan por el candidato, no sale electo.
Prueba de que sí se tienen en cuenta los juicios de la ciudadanía es el Sistema de Opinión del Pueblo, una de las tantas vías mediante las cuales la máxima dirección del país recibe información sobre el sentir de los cubanos acerca de lo acontecido día a día en la Isla; tales datos son examinados antes de la toma de decisiones, aseguró el dirigente de la UJC. Y sobre todo alabó el proceso previo al 6º Congreso del PCC; esa “expresión de verdadera democracia no se redujo a la consulta hecha en los núcleos, en los sindicatos, en los CDR”, sino que 86% de los Lineamientos sufrieron cambios a partir de las recomendaciones hechas por los consultados. “Otra de las mejores expresiones” de vínculo con las masas es tener “constantemente la presencia de los principales dirigentes de la Revolución a todos los niveles” en los lugares “donde se encuentran los medios fundamentales de producción, en contacto directo con el pueblo, sin miedo a ser enfrentados”.
Recordó el funcionario que en Cuba “no hemos sido testigos del pueblo desfilando con carteles frente a las sedes de Partido y el gobierno, reclamando que el sistema cese”. Él no aprecia síntomas de despolitización, al contrario, después del discurso pronunciado por Raúl en Camagüey, en 2007, para conmemorar los sucesos del 26 de julio de 1953, “se han abierto más espacios de debate en los cuales participa y da su opinión todo el que quiera hacerlo”. No obstante, sí cree en la conveniencia de perfeccionar el sistema político, pues no funciona tal y como está diseñado, “debido al comportamiento de los representantes de los ciudadanos, quienes tienen que hacerlo funcionar”. Asimismo, reconoció que “limitantes de carácter económico” afectan a los cubanos y “cuando la gente no ve su problema resuelto pierde confianza en los mecanismos existentes para defender sus intereses y los obvia”.
Seguidamente Daniel Rafuls calificó de reducida “la posibilidad de intercambiar con un auditorio como este, donde suelen hacerse preguntas muy complejas”; para exponerlas “la gente encuentra pocos espacios” de discusión pública. En torno al desempeño del PCC consideró: “Hasta hoy ha sido un partido verticalista. Esto no lo digo yo, los congresos del Partido lo reconocen cuando señalan que han estado usurpando funciones de otras instituciones”. Hoy se admite que “en la medida en que las organizaciones (CTC, UJC, FEU, las cooperativas…) se vayan independizando y jugando su papel como autoridad, el Partido, que en la actualidad constituye el centro del proyecto político cubano, por puro sentido práctico debe irse alejando de esas funciones”.
El investigador apoyó la propuesta de darle a los sectores populares mayor participación en las decisiones estratégicas; y la de implementar cambios que contribuyan a renovar la legitimación del sistema político cubano, mas este “no debe ser borrado, sino incidir en él, de manera que las estructuras de toma de decisiones se acerquen más a los problemas de la base y nos escuchen y expliquen”.
De acuerdo con Rafuls, la emigración de la juventud cubana es una problemática de gran relevancia, “que claramente tiene que ver con el sistema político”, pues “a pesar de ser un proyecto socialista y humanista no hemos logrado romper con la tradición de los países atrasados y subdesarrollados, de los cuales la gente emigra para buscar solución a sus problemas”.
Andry Matilla volvió a la Constitución de 1976, a su trascendencia, alcance y propósitos. Ella es la pieza esencial del diseño del sistema político cubano, aunque no lo conforma en su totalidad; e “hija genuina del proceso revolucionario cubano, con todas sus experiencias, aspiraciones y lunares”. No solo respalda un modo de ser, también significa un arma para defender una concepción triunfante. Así, al establecer en su Artículo 5 que el PCC representa “la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los procesos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo”, busca conservar un estatus vivendi. Sin embargo, “no suplanta en la letra –una cosa es la letra de la norma y otra la praxis de la norma- al soberano”, reconocido en el Artículo 3 cuando se proclama que en la república de Cuba la soberanía reside en el pueblo.
Expuso el jurista que la actual permanencia de un partido único y rector no debe explicarse apelando solamente a los preceptos martianos, pues el Partido Revolucionario Cubano fue concebido por Martí con vida limitada, se disolvería una vez obtenida la independencia y nacida la República. En nuestra realidad hoy prevalecen condiciones políticas especiales; mientras existan, “la necesidad de unidad política histórica alcanzada en el proceso revolucionario cubano y que desemboca en el PCC estará muy viva; somos ‘plaza sitiada’ por hostilidades externas y debido a ese asedio no es posible plantearnos la reconfiguración del modelo de un modo que ponga en peligro su existencia”.
Pocos minutos quedaban antes de las seis de la tarde -tope habitual el encuentro- cuando el uso de la palabra retornó a la concurrencia. Al final resultó necesario extender el plazo casi un cuarto de hora más. Dos seguidores de Último Jueves solicitaron al panel opiniones acerca de la reemergencia de clases sociales en Cuba y de una economía no estatal cuyos principales beneficiarios manejan millones de pesos. Un profesor de la universidad razonó: “Nuestro sistema político tiene importantes valores, y a la vez deficiencias significativas. La transformación no puede ser solo económica, como se ha debatido hasta hoy, debe implicar una actualización del modelo político, social, cultural e ideológico”. Otra persona insistió en que el Partido se ha concentrado en lo económico, con lo cual suplanta el papel del Consejo de Estado y de Ministros, y ha postergado el análisis de los aspectos políticos y sociales.
Tomar la opinión del pueblo en una parada, en un ómnibus, no es suficiente; los resultados de esos análisis deberían publicarse en los medios de comunicación. Si se trata de escuchar y explicar al pueblo, todavía queda mucho por andar. Millones de cubanos participaron en el análisis de los Lineamientos, a cinco años vistas solo se ha implementado una parte reducida y ningún responsable ha dado una respuesta seria, aseveró el siguiente orador.
Nadie puede negar que el sistema político cubano ha demostrado su pertinencia, porque ha resistido más de cincuenta y cinco años a los Estados Unidos, la potencia mundial número uno. No obstante, urge resolver serias limitaciones. Una prioridad es aprender a manejar el Estado. Para ello sería útil reinstaurar la carrera de Administración Pública, eliminada con la reforma universitaria acaecida a inicios de la Revolución. A la par necesitamos un Tribunal de Derecho Constitucional, expresó un veterano cuyo gracejo colocó una nota de humor en la sala.
Muy breves acotaciones pudieron hacer los panelistas en el tiempo restante. Roberto Conde asoció las leyes y campañas de “países injerencistas”, tendientes a facilitar el “acceso al llamado sueño americano”, con el interés por emigrar que exhiben numerosos jóvenes cubanos. En cuanto al delegado del Poder Popular, adujo que “sí cuenta con poder, pero no con recursos para hacer frente a los problemas”. Relativo a la Asamblea Nacional del Poder Popular, puntualizó que 50% de sus miembros son delegados de base; y en sus sesiones se brinda una contrapartida a la visión de los ministros, mediante dictámenes elaborados por las comisiones permanentes de control y fiscalización. Sobre la participación de los ciudadanos en la vida nacional, afirmó: “El espacio sí está creado, lo que tenemos que hacer es aprovecharlo”. Destacó, igualmente, la existencia de las secciones Cartas a la dirección, del periódico Granma, y Acuse de recibo, en Juventud Rebelde; no obstante convino en la necesidad de recurrir más a los medios de comunicación.
Es cierto que precisamos un mejor mecanismo de control de la constitucionalidad, con independencia de su cuál sea su nombre, alegó Andry Matilla. Por su parte, Daniel Rafuls observó: “El liderazgo quiere que las masas apoyen el proceso y estas desean que la dirigencia les dé mayor participación, eso es parte del proceso contradictorio que estamos viviendo”.
Ya contra reloj, el director de Temas exhortó a “fomentar la cultura política, porque todos carecemos de ella, no solo los de arriba de la sociedad. La variedad de sistemas políticos vigentes en el capitalismo, y también en el socialismo, forma parte de la realidad que necesitamos conocer. Debemos colocarnos en la perspectiva del mundo contemporáneo y no en la del aldeano capaz solo de mirarse a sí mismo, sin conectarse con el resto del universo”.
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