viernes, 26 de febrero de 2016

Apostar por la naturaleza

Por Ivón Guerra Hernández, La Isla cubanisim@


Decir naturaleza es pensar en verde, azul o en tierra, apostar por la naturaleza es vivir una experiencia más que de colores, es sentir que cuando pones unas gotas de agua en una planta estas creciendo con ella, cuando salvas un pájaro herido y vuelve a volar lejos de ti estas volando con él, cuando lavas tu coche con cubeta y no con manguera o cierras la llave del agua mientras te cepillas los dientes, cuando recuperas todo lo que parece que ya no sirve estas dando una segunda vida a lo inservible al planeta y a ti. Aun si cada habitante del planeta hiciera un poco de estas cosas no sería suficiente para salvar este hogar de la desidia de la contaminación acumulada desde la era de la Revolución Industrial, intereses socioeconómicos, pero principalmente financieros son los mayores contaminantes en el mundo contemporáneo. Convenios, Tratados, Protocolos y cuanto instrumentos reconocido por la jurisprudencias nacionales e internacionales se evalúan, y se firman, pero al final del día vamos envejeciendo y más que eso, consumiéndonos en la polución del aire, de las ondas sonoras y hasta de la tecnología. Ningún ciudadano, ni rico, ni pobre, creyente o ateo, se salva de ser contaminado, ningún país por más que implemente mecanismos de protección alcanzará el ideal de conservar la naturaleza, por ello se agradece cualquier acción que redunde en conservar el mundo como lo conocemos.


Proteger a la naturaleza debe ser un valor más de la familia moderna, un valor que se le dé al hombre desde que nace, algo que lo acompañe como el idioma o la educación. La  generación de cubanos nacidos después de los 60 del siglo XX por alguna razón nos alimentaron el intelecto los programas educativos con muchas ciencias, historia, literatura sobre todo soviética, la cívica al parecer era cosa de casa, y si se une a esto que eran tiempos de menor fluidez de la información era un imposible crear una conciencia de los peligros de un inminente desastre a nivel global del medio ambiente, aunque por fecha tan temprana como 1961 se establecían a nivel de estado las primeras acciones para la recuperación de materias primas ejercidas fundamentalmente en el círculo reducido de las empresas creadas y dedicadas a ese giro, acciones de la población al respecto estuvieron limitadas prácticamente a la entrega de pomos, papel y cartón a los CDR, no es hasta 1981 que se promulga una Ley de Medio Ambiente, el país tiene toda una Estrategia de Desarrollo para el reciclaje al que se ha vinculado en los últimos tiempos el trabajador por cuenta propia, pero todo ello aún resulta insuficiente, ¿cómo reciclar con un aprovechamiento óptimo con tecnología no adecuada?, ¿será suficiente reciclar solo el 35% de los desechos que pueden ser reutilizables?  ¿cómo no contaminar en un país donde a pesar de existir instrumentos jurídicos  que regulan la protección del medio ambiente, los procesos constructivos no se hacen con todas las medidas de protección o donde más del 50% de los medios de movilidad han sobrepasado la obsolescencia de más de dos décadas?


En Cuba un país de vocación por el mejoramiento humano, por la educación y el bienestar de las mayorías bien podrían hacer programas en todas sus provincias de trueque de materiales reciclables por libros, entradas a espectáculos culturales o deportivos, plantas de ornato, donde participe activamente los ciudadanos, promover una cultura ambiental en centros de estudios, o laborales, a fin de que esa Sociedad Civil Cubana inmersa en la resolución de sus necesidades más inmediatas que tiene la percepción de que es el Estado quien tiene toda la responsabilidad de preservar el medio ambiente, derivado evidentemente de políticas incorrectas de concientización de un problema que es de todos, se incorpore de modo efectivo y consciente a salvaguardar ese patrimonio en peligro.


Hoy cuando la experiencia mundial de miles de ciudadanos con vocación ecologista se nos presenta en la prensa internacional con la defensa del Ártico, con las marchas contra las multinacionales que contaminan sin control, contra el uso indiscriminado de recursos no renovables, debemos sumar esfuerzos para no dejar en el desamparo ambiental a las generaciones venideras. El futuro debe ser gestionado desde el presente y los cubanos no debemos dejar pasar la oportunidad de preservar la belleza de nuestro hermoso espacio habitable.

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