Por Juan Carlos Zamora Delgado
El catolicismo “romano” generó el entramado religioso y axiológico que por seguimiento o negación conformaría el mundo occidental. El catolicismo “ortodoxo”, después de la caída de Bizancio en 1453, convertiría a Rusia en su sede privilegiada, y según el monje Filofei, en la Tercera Roma…
¡El Vaticano y Moscú –los dos enemistados fragmentos espirituales del Imperio Romano convertido a la fe--, triangulados en Cuba! ¡Cuántas cuerdas teológico-geopolíticas terminan amarrando sus asuntos en ese peligroso espigón del Caribe, esa “plaza sitiada” por la codicia y los ciclones!
Obviamente, no se resolverán en Cuba de manera inmediata todos los problemas teológico-dogmáticos, políticos, jurídicos y civilizatorios que separan o bifurcan a los dos pulmones del cristianismo. El problema en torno a la vida interna de la Trinidad, el filioque, la procesión del Espíritu Santo del Padre al Hijo, y también, por qué no, “del Hijo” al Padre…, no terminará de despejarse en La Habana, pero no cabe la menor duda de que el Espíritu, Comunicador y Unificador en la Diferencia, sopla y esparce las primicias seminales de la unidad, después de mil años en esa ciudad de abolengo tridentino y último baluarte de un proyecto socialista. (Aunque no deja de ser un escándalo para toda la cristiandad que en nombre de una definición del Espíritu Santo –que es la Purísima Comunicabilidad- se haya creado de manera mutua una terca y milenaria opacidad cismática en el corazón de la fe.)
No se disipará mágicamente la opacidad creada por las cruzadas de los caballeros teutónicos, y por proselitismo desleal de los lituanos y polacos que, con la bendición papal, invadieron sucesivamente a Rusia desde los tiempos de “el falso Dimitri”, sembraron la cizaña y crearon los pretextos espirituales de la división en la Malorossiya (Pequeña-Rusia Малороссия), más conocida en estos dos últimos siglos con el nombre geográfico de Ucrania (“tierra fronteriza”). No se solucionará el problema de los uniatas –católicos “romanos” de rito oriental-, y el separatismo ucraniano alentado por el expansionismo occidental, polaco, alemán y ahora por la alianza euro-atlántica encabezada por Estados Unidos….creando un potencial peligro para la paz mundial.
Tardará todavía mucho tiempo antes de que el Vaticano comprenda que la condición de primus inter pares (primero entre iguales), solo es un título moral y consultivo y no un pretexto hegemónico centralizador contra la dirección interpatriarcal de la Iglesia, como ofrecerá resistencia para volver a asumir el celibato opcional de los sacerdotes y la comunión bajo las dos especies… Del mismo modo que la Ortodoxia tardará en comprender otras cosas, como el dogma de la Inmaculada Concepción -que aun siendo romana es la mejor expresión dogmática de la Panagia, de la pletórica vivencia y praxis mariana de la Iglesia oriental-, como también será reacia a dejarse interpelar por la rica experiencia evangelizadora del cristianismo occidental que atravesó los retos filosóficos y sociales del Renacimiento y la Modernidad , pues los Ortodoxos conservaron con rigor el tesoro de la fe originaria, pero corriendo el riesgo de enterrar los “talentos” de la parábola evangélica.
Las “llaves de Pedro” y las cuotas de “infalibilidad” todavía no serán repartidas o colegiadas de modo interpatriarcal…
Seguirán muriendo musulmanes auténticos y antiguos cristianos en Siria, el país que todavía conserva y usa la lengua que hablaba Jesús, mientras las grandes naciones, --responsables directos y cómplices de esa catástrofe humanitaria--, deciden recibir o no a los refugiados…, al tiempo que atizan una posible guerra mundial desde la zona donde Rusia ha sido la única capaz de ponerle coto a ese monstruoso aborto terrorista que se auto-identifica como “Estado Islámico”.
Israel continuará dinamitando los olivares y las tumbas de los sabios, mientras reparte fosforo blanco a los palestinos, musulmanes y cristianos, al tiempo recoge el fruto de las desintegradoras primaveras árabes…
Sin embargo, al parecer, algo comienza a emitir señales desde Cuba… Esa isla que, de tan escaso cuerpo geográfico en medio de una encrucijada no tiene, más remedio que creer en Dios como le dijo Sanguily a Morúa durante la Constituyente de 1901. Cuba, fundacionalmente católica y yoruba, la que bajo asedio y agresiones ha intentado construir una sociedad más justa, la que despertó a América y con paradójica osadía geopolítica se atrevió a liberar todo el Cono Sur africano y a sepultar el apartheid. Cuba que terminó de emerger a la historia universal en 1959 con una revolución y se alió defensivamente con la tierra firme de Rusia ante la amenaza atlántica y llegó a configurar un estado confesionalmente ateo en su diferendo con las inercias políticas de la Iglesia pero que simultáneamente tuvo el primer jefe de Estado y líder de una revolución autoproclamada “marxista” que dijo: “Porque no puede haber nada más antimarxista que el dogma, no puede haber nada más antimarxista que la petrificación de las ideas. Y hay ideas que incluso se esgrimen en nombre del marxismo que parecen verdaderos fósiles. (…) Pero necesita el marxismo desarrollarse, salir de cierto anquilosamiento, interpretar con sentido objetivo y científico las realidades de hoy, comportarse como una fuerza revolucionaria y no como una iglesia seudo revolucionaria (…)”. Estas son las paradojas de la historia. ¿Cómo cuando vemos a sectores del clero devenir en fuerzas revolucionarias vamos a resignarnos a ver sectores del marxismo deviniendo en fuerzas eclesiásticas?”, y propuso una “alianza estratégica” entre cristianos y no-creyentes para la liberación de los pueblos del continente.
De Rusia llegaron las armas con las que Cuba ha asegurado su independencia, pero con ellas también llegó ese ateísmo que los rusos tomaron prestado de la secularización europea como un deslumbrante juguete ideológico que recuerda “la purga de acero” del cuento de N. Leskov… Ahora llega al fin la verdadera representación de la espiritualidad de ese pueblo que ganó la segunda guerra mundial para juntarse por la paz con su hermano perdido entre los siglos…
Cuando la confrontación Iglesia-Estado en Cuba, un venerable obispo santiaguero, ante el giro marxista y ateo de la Revolución, escribió una carta pastoral titulada “Roma o Moscú”… Pero ya la disyuntiva es otra: Roma, Moscú y la justicia alcanzada, o los mercaderes del templo…
¡Cuántas señales encrucijadas! El hecho de que el Estado cubano haya logrado, después de una larga resistencia en la penuria, el re-establecimiento de las relaciones diplomáticas, de igual a igual, con el poder descomunal de los Estados Unidos -algo totalmente inédito en toda la historia de América Latina y que generará un modelo a seguir por el continente-, ese hecho, -que es un reconocimiento tácito de nuestra independencia-, salvará el “honor de la América inglesa”.
Continuemos meditando en la cuaresma que nos promete la Resurrección.
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